Algo no cuadra
Cuando los voceros gubernamentales ponderan el éxito del balance del comercio exterior —además del crecimiento económico favorable— con un superávit de más de 1.000 millones de dólares, voces de la oposición hablan de la debilidad de la economía, señalando la disminución de las reservas internacionales del Banco Central de Bolivia (BCB) o el fracaso de la colocación de bonos soberanos en el exterior y anuncian una hecatombe. Se insiste en este mal augurio al afirmar que la exportación del gas apenas puede cubrir el costo de la importación de combustibles, o que la ampliación de los reservorios de Margarita no tendría mayor relevancia.
En general, la bonanza de una economía implica la coherencia de varios indicadores, pero estos deben ser resultados de una política económica integral y armónica.
El modelo neoliberal, en su lógica saqueadora, se inició con la consigna “exportar o morir”, había que exportar, no importaba qué; había que destruir el Estado planificador, los resultados de la economía serían producto de las tensiones del mercado. Así se suprimió la entrega de divisas al Estado, provocando la fuga de capitales a las cuentas de las transnacionales beneficiarias y los paraísos fiscales de la burocracia neoliberal. El resultado fue la caída fuerte de las reservas monetarias; la solución era la devaluación monetaria y préstamos de organismos internacionales; es decir, golpe a los estómagos de los humildes y mayor dependencia: el Estado no dirigía, simplemente asumía los platos rotos.
La liberalidad de la economía había creado excedentes para los exportadores pero no la acumulación de riqueza para el país; los beneficiarios eran del sector oligárquico exportador: empresas transnacionales petroleras y mineras, los empresarios agro-exportadores, que hoy se ufanan de ser la nueva burguesía.
En el marco del Estado Plurinacional se ha devuelto el rol planificador al Estado, llevando a cabo un Modelo Económico Social Comunitario Productivo. El propósito es claro: potenciar la producción interna y en ese sentido las divisas de las exportaciones deben servir para ampliar y modernizar el aparato productivo, superar los abismos en los ingresos entre estratos de la población, llevar adelante una política de universalización de los derechos sociales. Acá es claro el rol del Estado en la dirección y fiscalización.
El sector exportador, en su lógica de aprovechar las oportunidades del mercado, nunca ha rechazado los beneficios del Estado protector, al contrario le compromete a abrir mercados, así aprovecha las ventajas de la Comunidad Andina de Naciones para exportar productos agrícolas y el mercado chino, abierto por el gobierno de Evo Morales, para exportar carne. Por otra parte son beneficiarios de las subvenciones al diésel, principal carburante para una producción mecanizada e intensiva en las actividades agropecuarias y mineras. Sin estas muletas el sector exportador se quedaría inmóvil. Y no olvidemos el rescate de empresas en momentos de diferentes emergencias.
Con una exportación a septiembre de 2021 de $us 7.986 millones, se han batido todos los récords históricos, sin embargo las divisas del BCB se han visto disminuidas en $us 300 millones. La explicación —aparte de un análisis minucioso de las cuentas— está en que las únicas divisas que ingresan al ente fiscal son las del gas y la minería estatal; además, a esto hay que sumar las remesas que envían nuestros compatriotas que viven en el exterior, las que contribuyeron con niveles altos. El resto de exportadores ingresa sus divisas por el sistema privado en montos que les permiten cubrir sus costos de producción, sus excedentes no aportan a respaldar la solidez de la economía nacional.
Por su lado, el modelo productivo no ha logrado desarrollarse plenamente y, respetando su carácter de una economía plural, ha dejado abiertos espacios con aires liberales. Sabemos de las dificultades y las consecuencias de medidas patrióticas, como el control de divisas y la suspensión de las subvenciones a estos sectores, pero debe haber la conciencia de que si no se toman medidas al respecto, el modelo productivo no funcionará y el fracaso económico traerá como consecuencia un fracaso político. Un intento de lograr fortalecer las reservas del BCB, por la vía de la compra de oro, se ha paralizado sin explicación alguna.
Una política integral en los planos económico y social es la manera de profundizar el proceso de cambio: si no se avanza, se retrocede.
José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero.