8M: Volvemos a las calles
Desde febrero, bajo la convocatoria de organizar la rabia, las feministas autoconvocadas de Bolivia han logrado articular una Asamblea Abierta para salir nuevamente a las calles en el día internacional de la mujer trabajadora. La convocatoria, organizada en principio por el colectivo Pan y Rosas, es un llamado a la unidad de acción, que implica actuar sin ocultar las diferencias. Aprendemos que organizarnos nos lleva a vencer.
Y este año, como ningún otro, es la rabia la que nos convoca. Desde el caso Choque, que ha desnudado ante toda la sociedad un sistema de corrupción e impunidad brutal, la indignación frente a la violencia patriarcal es incontenible. De allí que grafitear paredes sea lo de menos, tan solo una forma en el que las voces queden marcadas en la piel de las ciudades.
Un primer llamado a las calles ya tuvo efecto el 31 de enero (#31E), cuando vimos cómo en varias ciudades se organizaron plantones, marchas y protestas para denunciar un sistema judicial corrupto, al servicio de la reproducción patriarcal. Desde entonces, Mujeres Creando y sobre todo la potencia comunicacional de María Galindo no ha dado tregua a la densa red de indolencia estatal. El resultado de esa marcha fue una tímida respuesta estatal. Una comisión conformada por el Gobierno, solamente para revisar casos de feminicidios con sentencias no ejecutoriadas. Ante las primeras acciones, lo que mayor indignación causó fueron los pronunciamientos al unísono de diversas organizaciones de jueces del país, sobre todo la AMABOL, que demandó “el cese inmediato de los actos de vulneración al honor, la dignidad y la imagen de jueces”. En todo el extenso comunicado no pudimos leer una sola palabra de solidaridad con las víctimas.
Pero si en Bolivia nos une la rabia contra la violencia, el mensaje feminista de esta época está desbordando toda la región. En Colombia seguramente saldrán a celebrar el avance logrado en la despenalización del aborto, pero también a protestar porque cada 20 horas una mujer es asesinada. En México, las feministas nuevamente darán pelea contra los gases lacrimógenos que buscarán acallar sus protestas en el Zócalo. Nunca olvidaremos cómo una valla metálica que en principio buscaba proteger el símbolo del poder estatal, al llenarse de los nombres de cientos de mujeres víctimas de feminicidio, se convirtió en el mejor monumento a la dignidad y la memoria.
En Argentina, las calles se llenarán de jóvenes diversas que todavía recuerdan las jornadas de lucha por la aprobación del aborto legal. Todavía quedan muchas reivindicaciones pendientes como la reforma judicial feminista, la real implementación de la ley Micaela, el rechazo al ajuste económico, el reclamo para que el Estado reconozca a las trabajadoras de la economía popular, la mayor participación feminista en los sindicatos, son algunos de los ejes que forman parte de los reclamos. Y en Chile, miles de mujeres se reunirán bajo la consigna ‘Vamos por la vida que nos deben’. Ahora más que nunca se requiere ese pensamiento colectivo para asumirlo en su Asamblea Constituyente.
Seguro los próximos años seguiremos convocándonos para la protesta callejera. No faltan motivos, especialmente cuando la pandemia ha agravado las violencias machistas, ha aumentado la carga de trabajo de cuidados de las mujeres, ha ahondado las brechas sociales y ha precarizado aún más las vidas. Nos seguiremos convocando a seguir en rebeldía hasta que la sociedad que queremos sea una realidad. Nos necesitamos hoy más que nunca frente al avance de sectores conservadores, fundamentalistas y antiderechos; ante las políticas económicas del sálvese quien pueda, las mujeres seguramente seguiremos en las calles para visibilizar la fuerza y diversidad del feminismo y nuestra potencia transformadora.
Lourdes Montero es cientista social.