Lo bello en la ciudad
Escribir sobre lo bello es por demás desafiante ya que su carácter abstracto lleva a preguntarnos por qué algunas cosas nos resultan bellas y otras no. Kant fue uno de los filósofos que señaló que lo bello significa sentir una especie de complacencia al apreciar algún hecho u objeto que produce un placer, el cual puede ser universalmente definido como tal. Un pensamiento que lleva a comprender que lo bello tiene en sus distintas acepciones las bases de todas las reflexiones estéticas.
Sin embargo, su relación conflictiva con la realidad siempre logra eclipsar a la angustia que produce una ciudad (Baudelaire). Sensación transmitida por la presencia de multitudes que, al apropiarse de las urbes, le dotan de un significado especial que permite visualizar en aquellos escenarios un bello espectáculo de rituales en los que se inscriben sus expresiones culturales. Esto, en el corazón de la multitud, en medio del flujo y reflujo del movimiento corporal. Características esenciales del espacio de la calle, donde puede ocurrir todo.
Así, la ciudad representa una obra excepcional que con solo ser observada nos transmite asombro gracias a las diferentes expresiones de los cuerpos en movimiento que transitan por doquier y convierten al espacio público en un recinto de distintas manifestaciones de la vida urbana.
Por eso, cuando se observa la cotidianeidad de la urbe, ésta transmite al espectador los hechos que allí suceden y muestra el sentido que conlleva cualquier espectáculo citadino. Nos referimos a esa especie de teatro urbano que es construido como imagen de la existencia diaria y que le da un significado importante a esta ciudad.
Mucho más, todo aquello es inspirado en una urbe que transmite libertad, movimiento y crea distintas escenografías, como las fiestas que tienen lugar en la zona del Gran Poder, donde esta celebración es la expresión viva de la cultura paceña. Semejante festividad se desarrolla con el paso cadencioso de los bailarines por las calles, las cuales se convierten en vertientes que reciben a los cuerpos y sus diversas coreografías. Allí, el entorno urbano es aprovechado para que las imágenes lo transformen en un lugar escenográfico, donde la estética y la belleza son enaltecidas por la música que las acompaña.
Tampoco se puede dejar de mencionar que lo bello de esas expresiones culturales adquiere una vigorosa función cognoscitiva en la sociedad. Es que este tipo de manifestaciones reproducen verazmente lo cultural, que es una categoría que implica el reflejo y la valoración de ciertos fenómenos que son capaces de proporcionar al habitante un sentimiento de placer estético.
En este caso, lo bello denota el carácter histórico social que posee, pero también explica cómo la sociedad desarrolla de manera libre sus dotes y capacidades creadoras. Fue Kant quien precisamente definió la estética como la filosofía de la belleza, aunque también reconoció que “lo bello es difícil”. Una realidad que puede ser superada cuando las manifestaciones culturales de una sociedad fluyen de forma natural, convirtiéndose en expresivas gracias a su esencia.
Baudelaire, en cambio, fue uno de los escritores que llenó su mirada con la vida de la ciudad. De ahí que fue un gran admirador de las multitudes y de lo incógnito, así como de las cualidades de la cotidianeidad urbana acompañadas de la genialidad de su significado. En nuestro caso, el valor cultural innato que tiene la ciudad de La Paz.
Es bella la obra en que a tenor del ideal de vanguardia, se reproduce verazmente en la realidad.
Patricia Vargas es arquitecta.