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Friday 26 Apr 2024 | Actualizado a 14:03 PM

Expectativas de la población

/ 20 de junio de 2022 / 00:30

Recientemente la Fundación Friedrich Ebert Stifttung (FES) presentó los resultados de una investigación referida a percepciones y actitudes político sociales en la población boliviana, la que fue dirigida por el investigador especialista en estudios de opinión Julio Córdova. El estudio tiene datos y resultados extremadamente interesantes para la reflexión política y social que surge de encuestas a nivel urbano y rural, además de estudios cualitativos con entrevistas Delphi y de grupos focales a nivel de las cuatro principales ciudades del eje central.

En cuanto a percepciones, cuando se consulta sobre si las cosas en Bolivia van por buen o por mal camino, se detecta una combinación entre un optimismo muy moderado y un desaliento social que se resume en la idea de “adaptación” a la situación que generaron las pandemias del COVID-19 y la otra vinculada con la polarización política. El desánimo se acentúa cuando se pregunta al consultado si en los próximos 12 meses considera que su situación económica mejorará o empeorará, la respuesta mayoritaria será igual con 29% a nivel nacional y entre los consultados en Santa Cruz esta sensación sube al 36%.

Hay múltiples problemas que agobian a la población, entre los que con mayor claridad se establecen a nivel Bolivia están la pobreza, la corrupción, la delincuencia, la crisis de la Justicia, el racismo y los conflictos políticos. Santa Cruz tiene una fijación bastante aguda sobre la corrupción (55%) y la crisis de la Justicia (50%). Por supuesto que ambas están emparentadas y las razones abundan por situaciones como la de ítems fantasma, toma de tierras, procesos contra representantes cívicos, y otros actores locales, además del descredito y abusos de la Policía Nacional, que son de dominio público y amplia cobertura mediática.

Por los datos de la investigación, resulta evidente que este escenario complejo de demandas y percepciones comienza a marcar nuevos comportamientos políticos por parte de la sociedad en cuanto se refiere a expectativas, adhesiones o soporte a narrativas. El primer dato ilustrativo es que se ha debilitado el apoyo fervoroso hacia las narrativas políticas maniqueas. Pues, como establece la investigación, existe un cansancio de los discursos polarizantes del oficialismo y de la oposición. En otras palabras, la polarización ya no es “políticamente rentable”. Este alejamiento surge del agotamiento de la gente que entiende que la guerra política genera daños económicos, productivos y provoca además una evidente instrumentalización de la Justicia, por ende, la desatención de sus necesidades.

También y como para encender las luces largas, se infiere por medio del estudio que existe una demanda creciente de nuevos liderazgos. Pero ojo, los desencantados con el oficialismo y la oposición, además del contingente de indiferentes marcan otras importantes tendencias que pueden constituirse en el fermento para la insurgencia del outsider o antisistémico de la política boliviana. Las organizaciones políticas y los actuales actores de la política nacional tendrían que hacer una retrospectiva y cambiar el rumbo de sus acciones ante las señales de cansancio y desaliento que expresa un buen porcentaje de la población por la política enguerrillada en temas que no son de su prioridad, como la desgastada retórica del golpe y fraude.

Atender la agenda prioritaria de la sociedad en sus diversos segmentos y revertir ese desaliento social es una tarea descomunal que, para avanzar, demanda voluntad política y concertación sobre aspectos estratégicos de la agenda de necesidades de la población. Algo que a la luz de los últimos acontecimientos es muy remoto que ocurra. Sin embargo, si la política no se dirige hacia las necesidades de los bolivianos, es decir, no se legitima, no será la primera ocasión en que la población se dirija hacia otras orientaciones que interpreten sus aspiraciones o saquen réditos de su hastió y cansancio.

Daniel Valverde Aparicio es docente universitario de la UAGRM.

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Milei, hundido en el fondo del mar

Massa lo interrogó con su ‘por sí o por no’, como si fuera un periodista, dejando a Milei sin velero y salvavidas

Daniel Valverde Aparicio

/ 14 de noviembre de 2023 / 09:00

El titulo lo recogí de un comentario en redes sociales. En mi criterio creo que al final demostró al votante ser un candidato improvisado. Su estridencia: motosierra, dolarización, y dinamitas al Banco Central de por medio, resultan ser proporcionales a su desconocimiento de temas de Estado y sus evidentes limitaciones para resistir un debate un poquito más adentro de la epidermis.

Lea también: Expectativas de la población

Un resumen de aspectos que Milei no aprovechó, o lo ahogaron en el fondo del mar: 

— Perdió la mejor ocasión para sostener sus ideas económicas. Massa lo interrogó con su “por sí o por no”, como si fuera un periodista, dejando a Milei sin velero y salvavidas. El ministro de Economía y candidato del oficialismo no tuvo que dar explicaciones sobre la marcha de la crisis económica. Casualmente su punto más débil.

— Se comenzó a sumergir en el fondo cuando no pudo explicar cómo va a comerciar con 8.000 millones de personas, si no quiere comerciar con países como China, India o Brasil que concentran buena parte de esa población, demandan consumo y que cualquier liberal practico vería como oportunidades de oro.

— Milei viene de fuera del sistema (outsider) pero no es puro ni virgen. Quedó develado que tiene un pasado vinculado de apegos políticos con el propio Massa. Trabajó en el Banco Central pero no le renovaron su contrato (quizás la razón del deseo de dinamitarlo). Tiene publicaciones con denuncias de plagio que no desmintió. Habla mal de los empresarios, pero trabajó por 10 años con uno de los grupos de empresarios que más concesiones tiene con el Estado.

— Desconoce que la educación universitaria es muchas veces la única opción de lograr ascenso social (viene de familia adinerada con supuestos bienes y depósitos fuera de su país). Obsesión por arancelar la educación y los jardines maternales (guarderías en nuestro medio), siendo ello una afectación sobre todo a las mujeres.

— Ratificó su admiración por Margaret Thatcher. Verdugo de los argentinos en la guerra de las Malvinas hace solo 40 años atrás. Por lo contrario, declaraciones rabiosas contra el papa Francisco que ni en éste ni anteriores debates supo despejar.

— Sin ser Massa una lumbrera, Milei demostró ser un amateur con grandes lagunas en temas como seguridad, convivencia democrática, políticas laborales y no supo responder qué es el GDE (sistema de administración de expedientes del Estado). 

Parte de la prensa argentina concluye señalando que perdieron todos los argentinos que esperaban conocer con mayor profundidad las propuestas de los candidatos presidenciales para resolver los principales problemas del país.

Del candidato Massa, quien tiene mucho que explicar sobre todo de economía, hay que destacar que tuvo una estrategia para el debate (trabajó en detalles como posturas, preguntas claves, mensajes medidos o hasta inspeccionar en persona un día antes el salón del debate). Otra fortaleza es que, con 30 años de política en las espaldas, conoce el manejo del Estado. Se esfuerza en llegar a la parte emotiva sobre todo de los indecisos. Vende la idea de un nuevo ciclo político y haciendo un parangón con nuestro país, señala con énfasis que uno de sus principales esfuerzos será el de enterrar la grieta (polarización) y que es una especie de anhelo para cualquier sociedad enfrentada porque sus políticos no saben dialogar y concertar. 

Milei quedó en el fondo del mar luego de este debate. ¿Podrá reflotar? O desde otro ángulo, la pregunta es ¿cuánto influyen los debates en elecciones cerradas con escaso margen de indecisos? Lo sabremos en pocos días.

(*) Daniel Valverde Aparicio es docente de la UAGRM de Santa Cruz

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Del año más estresante al año más desafiante

/ 13 de enero de 2022 / 06:51

Según un estudio internacional, los años 2020 y 2021 fueron los años más estresantes de la historia y un 75% de las personas se sienten “estancadas” personal y profesionalmente. Ingresamos al 2022 con las nubes de la tormenta sanitaria encima, pero con la esperanza de que estamos en transición a la nueva normalidad que implica adaptación, cambios, pero también oportunidades.

Se reactiva en el mundo la demanda de alimentos y materias primas. Es una oportunidad para fortalecer nuestro aparato productivo (agrícola pecuario) e incrementar la exportación de granos a países vecinos y de altamar, u otros productos como la carne (existe un acuerdo con China para exportar 40 mil toneladas al año) y otros países que también han expresado su interés; la Unión Europea recientemente aprobó el ingreso de los vinos bolivianos, ese es un mercado vinícola por excelencia.

El año que hemos cerrado tuvimos superávit comercial en gran parte debido a la producción y exportación agrícola pecuaria, no tuvimos inflación, se incrementaron los depósitos en el sistema financiero y hubo crecimiento económico comparado con el peor año que fue el 2020, sin desconocer que la deuda externa e interna viene progresivamente creciendo y las reservas van disminuyendo.

El año 2022 como país tendríamos que encarar el negocio del litio, en la tardanza puede estar el peligro. Chile ha dado pasos decididos sobre su litio, aunque la forma ha sido observada por el nuevo presidente Gabriel Boric. Tenemos el Mutún, la producción de urea, minerales y llegará también la hora de encarar la situación de los hidrocarburos, cuya producción y reservas han dado señales de riesgo, por lo que se deben enfrentar ajustes técnicos y normativos.

En materia social, la pandemia ha desnudado otras desigualdades como la llamada “brecha digital” que castiga sobre todo a los jóvenes, lo mismo que el desempleo, subempleo o la falta de oportunidades que multiplica los ejércitos de desplazados o ninis. Los gobiernos en todos sus niveles deben promover políticas de apoyo e incentivo a los emprendedores, puesto que es parte de la corriente y los nuevos hábitos que deja la pandemia.

El censo será este año (ojalá fuera mañana) y tenemos urgencia de saber cómo estamos, qué nos falta y qué debemos hacer. En cuanto a reformas, el Gobierno no puede esquivar por más tiempo la urgencia de enfrentar una reforma profunda y real (no distractiva) de la Justicia, también de los sistemas educativo y sanitario e instituciones como la Policía, pues en todos los casos responden a un modelo anticuado, autoritario y poco trasparente en su accionar.

Ningún cambio ni desafío será materializado mientras no controlemos nuestra propia pandemia, la pandemia de la polarización que genera enormes grietas en nuestra sociedad y desconcentra a actores e instituciones de las metas estratégicas. Urge renovar la forma de hacer política y restablecer la tolerancia y el diálogo para tender puentes entre quienes pensando diferente pueden sostener argumentos y no consignas para llegar a acuerdos mínimos, pero necesarios.

Está claro que la conflictividad política enfría el funcionamiento de la economía, genera un mal humor social, pero también se convierte en oportunidad para quienes están acostumbrados a meter la mano a las arcas del Estado o de las instituciones que prestan servicios. Transparentar y luchar contra la corrupción es otro desafío urgente, al margen de colores e intereses políticos, puesto que está demostrado que la corrupción no tiene filiación ideológica o religiosa, origen, clase social, grado de instrucción, género u orientación sexual, lo que tienen son condiciones que la benefician como la impunidad.

Para insuflar nuestro espíritu conviene rememorar el fragmento de una poesía de Julio Cortázar que señala: “La esperanza le pertenece a la vida, es la vida misma defendiéndose”. No perdamos haciendo lo nuestro, que éste y los siguientes sean mejores años.

Daniel Valverde Aparicio es docente de la UAGRM de Santa Cruz.

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Misiones electorales frente a cartas de la exvocal

/ 2 de diciembre de 2021 / 01:08

Por el escenario previo y los acontecimientos de 2019, las elecciones del 18 de octubre de 2020 fueron las elecciones técnicamente más observadas de nuestra historia. Varias misiones internacionales de observación electoral arribaron al país desde meses antes de los comicios. También hubo importantes misiones nacionales. Algunos de los informes finales sobre el proceso, en sus partes salientes, señalan lo siguiente:

Organización de Estados Americanos (OEA): Bolivia tiene una autoridad electoral independiente y tuvo una contienda más equitativa, lo que dio como resultado una jornada electoral exitosa.

Unión Europea (UE): Las elecciones generales repetidas el 18 de octubre de 2020 fueron creíbles y reflejaron la libre voluntad popular. Las elecciones otorgaron la necesaria legitimidad a un nuevo gobierno y a la Asamblea Legislativa Plurinacional.

Centro Carter: Durante la jornada electoral, bien organizada y libre de incidentes, predominó un clima de civismo que se prolongó durante los conteos de mesas, a las que tuvieron acceso los delegados de los partidos, los observadores y la ciudadanía en general. Este clima de transparencia se mantuvo durante el cómputo oficial de los resultados, en el que cada acta fue tomada en cuenta.

UNIORE: La misión concluye que, si bien hay puntos por trabajar, el OEP logró en un periodo reducido de tiempo, y a pesar del contexto de la pandemia, organizar una elección general en condiciones que garantizaron la certeza y la transparencia, y en las que se fortaleció la confianza ciudadana.

Observa Bolivia (IDEA-AECID): La recomposición del OEP constituyó inicialmente un elemento clave para recuperar la credibilidad institucional. Asimismo, la manera en que el TSE ha venido tomando y comunicando sus decisiones en materia electoral ha sido un indicador de transparencia de la administración electoral.

ONU: Naciones Unidas desplazó equipos de acompañamiento técnico durante todo el proceso y por medio de su máximo representante calificó las elecciones generales celebradas el domingo 18 de octubre como “pacíficas y altamente participativas”.

La exvocal Baptista, que formó parte del Tribunal Supremo Electoral que organizó y administró las elecciones de 2020, ha venido lanzando denuncias como la del supuesto “bloque de dato alterno, técnicamente reservado, que pudiera haber inducido o condicionado el resultado final”, que provocó titulares y comentarios explosivos en las redes, pero de lo cual se retractó casi de inmediato en noviembre de 2020. Lo irónico es que su firma está estampada en actas, resoluciones y credenciales de todas las autoridades que fueron electas.

Últimamente, la exvocal difundió cartas desde fuera del país con afirmaciones genéricas, que nuevamente han provocado comentarios sobre la transparencia de los resultados de las elecciones de 2020. Los informes de las misiones establecen también importantes recomendaciones y quienes hemos acompañado el proceso sabemos que es importante hacer ajustes técnicos y normativos, modernizar los procedimientos, evitar injerencias y hasta plantearnos la posibilidad de una reforma constitucional que aborde temas electorales.

Está claro que tirar bombas y esconder la mano no es el camino correcto. Suficiente con la falta de madurez y responsabilidad que reflejan permanentemente los actores políticos adictos a la polarización. El análisis, la discusión y reformas sobre la temática electoral deben tener otros canales y métodos, puesto que de por medio están las construcciones más valiosas de nuestra democracia en sus 39 años: el voto, la participación y la representación, que deben ser fortalecidas, pero no destruidas.

Daniel Valverde Aparicio es docente de la UAGRM de Santa Cruz.

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