Expectativas de la población
Recientemente la Fundación Friedrich Ebert Stifttung (FES) presentó los resultados de una investigación referida a percepciones y actitudes político sociales en la población boliviana, la que fue dirigida por el investigador especialista en estudios de opinión Julio Córdova. El estudio tiene datos y resultados extremadamente interesantes para la reflexión política y social que surge de encuestas a nivel urbano y rural, además de estudios cualitativos con entrevistas Delphi y de grupos focales a nivel de las cuatro principales ciudades del eje central.
En cuanto a percepciones, cuando se consulta sobre si las cosas en Bolivia van por buen o por mal camino, se detecta una combinación entre un optimismo muy moderado y un desaliento social que se resume en la idea de “adaptación” a la situación que generaron las pandemias del COVID-19 y la otra vinculada con la polarización política. El desánimo se acentúa cuando se pregunta al consultado si en los próximos 12 meses considera que su situación económica mejorará o empeorará, la respuesta mayoritaria será igual con 29% a nivel nacional y entre los consultados en Santa Cruz esta sensación sube al 36%.
Hay múltiples problemas que agobian a la población, entre los que con mayor claridad se establecen a nivel Bolivia están la pobreza, la corrupción, la delincuencia, la crisis de la Justicia, el racismo y los conflictos políticos. Santa Cruz tiene una fijación bastante aguda sobre la corrupción (55%) y la crisis de la Justicia (50%). Por supuesto que ambas están emparentadas y las razones abundan por situaciones como la de ítems fantasma, toma de tierras, procesos contra representantes cívicos, y otros actores locales, además del descredito y abusos de la Policía Nacional, que son de dominio público y amplia cobertura mediática.
Por los datos de la investigación, resulta evidente que este escenario complejo de demandas y percepciones comienza a marcar nuevos comportamientos políticos por parte de la sociedad en cuanto se refiere a expectativas, adhesiones o soporte a narrativas. El primer dato ilustrativo es que se ha debilitado el apoyo fervoroso hacia las narrativas políticas maniqueas. Pues, como establece la investigación, existe un cansancio de los discursos polarizantes del oficialismo y de la oposición. En otras palabras, la polarización ya no es “políticamente rentable”. Este alejamiento surge del agotamiento de la gente que entiende que la guerra política genera daños económicos, productivos y provoca además una evidente instrumentalización de la Justicia, por ende, la desatención de sus necesidades.
También y como para encender las luces largas, se infiere por medio del estudio que existe una demanda creciente de nuevos liderazgos. Pero ojo, los desencantados con el oficialismo y la oposición, además del contingente de indiferentes marcan otras importantes tendencias que pueden constituirse en el fermento para la insurgencia del outsider o antisistémico de la política boliviana. Las organizaciones políticas y los actuales actores de la política nacional tendrían que hacer una retrospectiva y cambiar el rumbo de sus acciones ante las señales de cansancio y desaliento que expresa un buen porcentaje de la población por la política enguerrillada en temas que no son de su prioridad, como la desgastada retórica del golpe y fraude.
Atender la agenda prioritaria de la sociedad en sus diversos segmentos y revertir ese desaliento social es una tarea descomunal que, para avanzar, demanda voluntad política y concertación sobre aspectos estratégicos de la agenda de necesidades de la población. Algo que a la luz de los últimos acontecimientos es muy remoto que ocurra. Sin embargo, si la política no se dirige hacia las necesidades de los bolivianos, es decir, no se legitima, no será la primera ocasión en que la población se dirija hacia otras orientaciones que interpreten sus aspiraciones o saquen réditos de su hastió y cansancio.
Daniel Valverde Aparicio es docente universitario de la UAGRM.