Litio: sueños, retos y resultados
Hace más de 30 años que en Bolivia hablamos mucho y hacemos poco sobre el mágico metal blanco que despertó una psicosis imparable por lo que representa para la transición energética que queremos realizar para declinar el deterioro del clima planetario. En 1988 se invitó a la Lithium Corporation of America (Lithco), en 1989 teníamos un borrador de contrato y en 1990 ya había una fuerte reacción de la brigada parlamentaria y de las instituciones cívicas potosinas que argumentaban la ilegalidad del contrato; en 1991 se llamó a convocatoria internacional, ganó FMCLithium Division, que debía negociar un contrato con el CIRESU (Complejo Industrial de Recursos Evaporíticos del Salar de Uyuni), dependiente del Ministerio de Minería y de la Comibol. El contrato se abortó y fue calificado de leonino (detalles en esta columna, marzo-mayo de 2020). Desde entonces un calvario de idas y venidas dio por resultado el actual proyecto: cansino en su desarrollo, con elevado nivel de inversión estatal, pocos resultados y más de 30 años perdidos. No hay una estrategia para concretarlo y las alternativas de continuar son tan pocas que no cabe ningún retroceso sin arrastrar consecuencias políticas y sociales muy serias.
El tamaño de los recursos del salar que suponemos preponderante no es real, hay reservas de litio en muchas partes del mundo, su calidad sí cuenta y nuestras sales no son las mejores, solo el Salar de Pastos Grandes tiene contenidos de litio mayores a 1.000 ppm (partes por millón). La tecnología define los costos finales de extracción, nuestra planta piloto de carbonato tiene tecnología de los años 70 y una recuperación muy baja (18%) frente a tecnologías actuales con recuperaciones mayores a 90%. Usar las salmueras residuales de esta planta para alimentar la de hidróxido de litio (YLB-ACI Systems), que se supone tendrá recuperaciones mayores y costos más bajos, abre una posibilidad que habría que estudiar en relación con la prohibición constitucional y de la ley sectorial, de asociaciones con empresas de capital privado en etapas de química básica.
Hay dos cuestiones adicionales a resolver: ¿A quién vamos a vender? y ¿qué vamos a vender? El proyecto con ACI Systems preveía vender productos finales en el mercado alemán y el plan de YLB, producir materiales catódicos, baterías y sales de potasio, magnesio, boro y precursores (YLB, presentación del proyecto en el Club de Minería). El mercado de baterías de litio en Europa para 2025 tendrá una capacidad de más de 300 GWh (gigavatio hora) con un hub de 12 megafactorías, de las cuales Alemania tendrá 24 GWh en 2023 y 8 GWh posteriormente con los planes de SVOLT, Terra y BMZ; en ese mercado competiremos si todo sale bien con nuestra planta de 8 GWh. ¿Se podrá?
Los precios actuales del carbonato de litio (LCE) de entre $us 50.000 y 70.000 por tonelada (t) han despertado muchas expectativas, el Comité Cívico Potosinista y sus filiales regionales tienen elaborados proyectos de ley que resumen sus aspiraciones. Sin entrar en los detalles, se debe tener en cuenta que: 1) Estamos en una coyuntura favorable de mercado que la estamos desperdiciando, Chile y Argentina están buscando asociaciones con las grandes productoras: SQM, Albemarle, Ganfeng y Tianqui, que controlan más del 70% del mercado del litio; nosotros al desestimar el JV YLB – ACI Systems, quedamos a merced de las posibilidades de la empresa estatal. 2) BMW, Toyota, General Motors y Tesla miran a Argentina por su apertura al capital privado, con lo que este país de producir 37.500 t pasaría a 200.000 t de LCE/año. 3) La última convocatoria de YLB definirá un pilotaje alternativo de extracción directa del litio (EDL). Esto prolonga la incertidumbre sobre la rentabilidad del proyecto mayor, lo que nos coloca en desventaja.
En ese contexto las modificaciones de leyes y otras reglas de juego deberán considerar los parámetros técnicos que vayan a surgir, lo contrario será reiterar fracasos derivados de excesivas expectativas que no se cumplen, proyectos que fracasan y porcentajes de impuestos y regalías en papel. No olvidemos que cualquier porcentaje aplicado a una producción inexistente es cero.
Dionisio J. Garzón M. es ingeniero geólogo, exministro de Minería y Metalurgia.