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Monday 29 May 2023 | Actualizado a 02:01 AM

El temor a la educación

/ 20 de marzo de 2023 / 00:33

El Ministerio de Educación propuso para esta gestión una modificación en la currícula escolar que a mí me parece por demás interesante. Lo más destacable, a mi entender, es la introducción de la materia de robótica y de la educación sexual desde primaria.

Empezando por lo primero; los avances en digitalización e inteligencia artificial se han trasladado muy rápidamente al mundo de las máquinas: la robótica. Desde hace varios años esta disciplina viene sorprendiendo al mundo con innovaciones que van desde micro robots que apoyan en intervenciones quirúrgicas, para hacerlas cada vez menos invasivas, hasta automóviles no tripulados, pasando por las cada vez más extendidas aspiradoras autónomas domésticas.

Cualquier proceso de agregación de valor significativo se ha basado, desde la primera revolución industrial, en la incorporación de las innovaciones tecnológicas de punta. Hoy en día, las innovaciones vienen de la mano de la informática, la inteligencia artificial y la robótica.

Lamentablemente, la introducción de la robótica está siendo cuestionada por los sectores conservadores del magisterio. A alguno se le ocurrió decir que no pueden enseñar robótica porque “no son robots”.

Las sociedades que han avanzado en los campos más adelantados de las disciplinas que hoy lideran el progreso técnico lo hicieron porque su sistema educativo está diseñado para justamente eso, acompañar y promover la innovación. Claramente, los sectores conservadores del magisterio boliviano tienen su propio diseño en mente, totalmente desconectado de las necesidades de la sociedad.

Pero, de nuevo grupos conservadores del magisterio han encontrado alianzas con grupos aún más conservadores de padres de familia y de la Iglesia católica, para atacar otra innovación de la currícula: la educación sexual.

El problema que yo veo en esta triple alianza es que va esencialmente contra los derechos de las niñas, adolescentes y, en general, de las mujeres. Las mujeres han logrado avances estratosféricos en las últimas pocas décadas, pesando cada vez más en la vida pública, en el mercado laboral y en cualquier representación social que usted vea. Ya no como segundonas, sino como protagonistas de su vida.

Para alcanzar esos logros, las mujeres han desarrollado su capacidad de decisión propia. Y ahí va el asunto: la educación sexual es clave para el desarrollo de la capacidad de las mujeres para decidir sobre su propio cuerpo; para decidir o cuestionar la maternidad y para decidir las condiciones que desean para las relaciones de pareja, por mencionar solo dos de los más importantes temas.

Yendo a lo básico, la educación sexual puede lograr transformaciones importantísimas que nos permitan revertir los alarmantes niveles de embarazo adolescente que tenemos hoy en día. Existen decenas de estudios que demuestran que un embarazo precoz puede destruir las opciones laborales de las jóvenes y representa un enorme lastre en sus posibilidades de ascenso socioeconómico.

Pero además de las mujeres, los chicos también se van a beneficiar enormemente de aprender temas de sexualidad en el colegio, para saber reencaminar sus relaciones afectivas fuera del ámbito de la dominación y de la codependencia.

La propuesta de enclaustrar los temas de educación sexual al interior de familias integradas por gente que tampoco ha recibido educación sexual de manera sistemática nos sume en un pozo de ignorancia y fomenta la doble moral.

Pero como dice el gran Chico Buarque, a pesar de usted, mañana será otro día. A pesar de los temores a la educación, que hoy en día ponen en riesgo los avances que plantea la nueva currícula, chicos y chicas del país aprenden por su cuenta de robótica, en la gran mayoría de los casos apoyados por docentes lúcidos y comprometidos con el cambio.

Chicos y chicas se cuestionan todos los días acerca de los parámetros morales sobre la sexualidad y las relaciones de género que nos dejaron nuestros mayores, y toman partido por el cambio. Los sectores conservadores saben que sus paradigmas van en retirada y se van a defender con uñas y dientes. Pero el futuro ya está aquí, y la sed de conocimiento es más intensa que el temor a la educación.

Pablo Rossell Arce es economista.

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Todos los bancos centrales del mundo venden oro

La fase actual de las relaciones económicas ha afectado al comercio internacional del país

Pablo Rossell Arce

/ 15 de mayo de 2023 / 10:05

…y todos los bancos del mundo compran oro. Es parte de su razón de ser. Me he formado en economía y no me sorprende mucho el apego que el común de la gente tiene a las reservas en oro del Banco Central de Bolivia, finalmente el oro es un material súper valioso, revistas infantiles y programas de dibujos animados nos muestran miles de imágenes que asocian el oro con la riqueza desde la más tierna infancia y el símbolo no se queda ahí, googlee usted imágenes para riqueza y le aparecerán lingotes de oro, monedas de oro, billetes y más monedas de oro…

Desde ese punto de vista, es comprensible que cuando el Gobierno promulga una ley que habilita la venta y compra del oro, mucha gente cree que se trata de “las joyas de la abuela” y que son “el último recurso” que debemos usar para “casos de emergencia”.

Lo que no me parece muy comprensible es que reputados economistas con decenas de seguidores en redes sociales se suban a ese tren, pero cada quien rinde cuentas a su conciencia.

Pero vayamos por partes: ¿qué son las reservas internacionales del Banco Central? Según el propio Banco Central, las RIN son un medio de pago cuyo saldo aumenta o disminuye por las diferentes transacciones que el sector público y privado realizan con el resto del mundo: comercio exterior y remesas familiares principalmente en la cuenta corriente de la balanza de pagos; desembolsos y amortizaciones de deuda externa e inversión extranjera en la cuenta financiera. Es decir, que es una cuenta que se mueve en función de las operaciones comerciales y financieras del país con el resto del mundo.

Lea también: Alfabetización financiera 2.0

Bolivia —por un conjunto de elementos que ameritan toda una sección de economía internacional— no tiene una moneda reconocida para pagar nuestras importaciones desde China o India. Así que estamos obligados a mantener un nivel de reservas en monedas aceptadas internacionalmente para pagos y cobros de comercio exterior, además de oro.

Vivimos un momento muy particular de cambios en las relaciones económicas internacionales, que tiene sus raíces en sucesos prepandemia, pero que la guerra de Ucrania ha exacerbado.

La primacía del dólar como principal moneda para el comercio y las finanzas internacionales hoy por hoy no está en duda. Pero los retos que gran parte del mundo enfrenta en este mundo de guerra y pospandemia motivan que varias zonas geoeconómicas se planteen alternativas con otras monedas. Por ejemplo, Rusia exigió que Europa pague por su gas en rublos; Arabia Saudita está abierta a la posibilidad de vender su petróleo en yuanes y Argentina y Brasil están analizando la opción de una moneda común.

La fase actual de las relaciones económicas internacionales ha afectado al comercio internacional del país y de la región de maneras atípicas y, en última instancia, eso se refleja en los movimientos de reservas internacionales —incluyendo el oro. Es decir que la volatilidad de las operaciones de comercio y finanzas internacionales ha ocasionado fluctuaciones significativas en las reservas internacionales de los países de la región y muchos de ellos han modificado sus reservas —incluso en oro—, de acuerdo con sus requerimientos de liquidez.

Por ejemplo, las reservas en oro de México disminuyeron en $us 900 millones entre mayo y octubre de 2022 y luego se incrementaron en algo más de $us 1.000 millones hasta enero de 2023, para bajar otros 400 millones hasta febrero de este año. Perú, por su parte, vendió oro de sus reservas por $us 200 millones entre mayo y octubre de 2022 y luego compró otros 200 millones entre octubre y diciembre de ese año. Sin que nadie eche el grito al cielo por ello. Parte del sostenimiento de la estabilidad macro y externa consiste en que los bancos centrales operen con todos los componentes de sus reservas. Está entre sus funciones. No hay que entrar en pánico por eso y no hay que enojarse tampoco.

Posdata. He iniciado este texto indicando que me formé en economía, en la Universidad Católica, para mayor precisión. En estos momentos en que la Iglesia Católica está obligada a rendir cuentas sobre los casos de pederastia, mi solidaridad está con las víctimas, mi apoyo está con exalumnos y alumnas de colegios católicos que colectan firmas para exigir justicia y desde este espacio va mi pronunciamiento para que todos los responsables, incluyendo los encubridores, enfrenten la Justicia ordinaria.

(*) Pablo Rossell Arce es economista

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Alfabetización financiera 2.0

/ 1 de mayo de 2023 / 00:56

Vivimos una tendencia notable hacia la intensificación del tiempo de pantalla que humanas y humanos de todas las latitudes, prendidas a nuestros celulares y encendiendo la pantalla ante cualquier atisbo de aburrimiento. ¿Tu amigo recibe una llamada en medio de un café? ¿Se presenta una pausa imprevista en tu reunión de trabajo? ¿Tu novia fue al baño en medio de la cita? ¿La fila para llegar a recibir tu pedido tiene más de una persona? Todos éstos son disparadores de esa familiar acción de llevar la mano al lugar donde está nuestro móvil y encender la pantalla, abrir nuestra red social favorita y “escapar” de la sensación de aburrimiento.

Nuestros celulares nos ofrecen una enorme gama de servicios, muchos de los cuales nos facilitan el trabajo (calculadora, editor de texto y toda una gama de apps para hacer seguimiento a los asuntos de las empresas y actividades económicas), leemos noticias, nos enteramos de chismes, tenemos entretenimiento instantáneo y, gracias al chat GPT y sus sucedáneos, respuestas para las más sensatas y las más disparatadas preguntas que tengamos.

Pero además de los cientos de millones de horas de entretenimiento para todos los gustos, que internet tiene al alcance de los megas de nuestro celular, también tenemos a nuestra disposición contenido instructivo y educativo.

¿Necesita conectar su nueva lavarropa? ¿Instalar la bujía de su auto? ¿Tiene una olla nueva y quiere saber los cuidados para el primer uso? Y mi favorito: ¿requiere hacer un depósito en ATM? ¿Y su versión avanzada: sin tarjeta?

Gracias a la disposición y a la vocación didáctica de millones de seres generosos, tenemos una enorme biblioteca de videos que muestran el paso a paso de las más básicas y las más avanzadas habilidades cotidianas — y no tan cotidianas. Así, paradójicamente, las redes sociales revalorizan de alguna manera la interacción humana y la vieja y confiable transmisión de conocimiento mediante el ejemplo vivo y en movimiento.

Ciertamente, hace un par de décadas, la opción común para aprender a instalar un televisor, cambiar el agua de la batería del auto o preparar un pato a la naranja era la lectura de las instrucciones/recetas escritas. Incluso internet estaba lleno de manuales escritos.

Pero hay algo en la inmediatez del aprender viendo-aprender copiando que hace que se adquieran las habilidades de una manera más rápida. Seguramente es porque el conocimiento no pasa —o pasa muy rápido— a través de la mente analítica y es el cuerpo que aprende moviéndose. ¿Alguna vez se olvidó del pin de su tarjeta en el ATM? Es muy probable que los dedos de la mano recuerden la secuencia espacial y de inmediato, su dinero está disponible.

Un ejemplo extremo de lo que digo es el manejo de la bicicleta. Nadie aprendió a montar bici luego de leer un manual.

Evidentemente, esta forma de aprender implica de alguna manera poner en segundo lugar el razonamiento consciente. Pero con el magisterio que nos ha tocado (que al momento de escribir esta columna sigue en pie de guerra para impedir que la materia de robótica y la más básica educación sexual entren a las aulas), es casi nula la esperanza de que chicas y chicos de escuelas fiscales desarrollen competencias de razonamiento básico con sus profesores, así que sin duda adquirirán esa habilidad en otros espacios.

Como sea, el mantra de que “YouTube es una universidad” probablemente no sea tan cierto, pero es evidente que internet está lleno de conocimiento para quien tenga la paciencia y el tiempo suficientes como para aprender a buscar.

La digitalización de las relaciones en la vida cotidiana y en casi todos los negocios que nos podamos imaginar, trae una serie de ventajas y beneficios. Pero, para hacer negocios vía web, se requiere contar con acceso a los pagos digitales, en cualquiera de sus variantes. Y para ello, se requiere un mínimo de alfabetización financiera.

¿Qué hacer para mejorar la alfabetización financiera de quienes tienen menos paciencia, menos tiempo o menos acceso a internet? Lo pertinente en esos casos es comprimir, alcanzar y ofrecer valor.

Comprimir, porque si alguien tiene pocos megas para gastar en su celular, y quiere ir al grano, no va a darse tiempo de ver un video de 30 minutos sobre los pasos para abrir una cuenta bancaria.

Alcanzar implica llegar efectivamente al segmento objetivo y hay un sinfín de trucos y técnicas para que ese video le llegue a Sonia, de 35 años y que vive en el área urbana de Montero.

Dar valor implica ir al grano, indicar que ese video te da el paso a paso de manera sencilla, va directo al grano y te indica en los 5 primeros segundos que su contenido es exactamente lo que buscas.

Este es solo un botón de muestra del salto que debemos dar para lograr mejorar sustancialmente la calidad del servicio a la población y aprovechar significativamente las ventajas de la digitalización en los negocios y en las finanzas.

Pablo Rossell Arce es economista.

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Tecnología al servicio de la gente

/ 17 de abril de 2023 / 02:30

La escena es tan familiar y común que cualquiera puede identificarse: estiramos la mano en la calle o llamamos por teléfono para que nos atienda un taxi. Como la más reciente opción, tenemos la solicitud vía app, el fin es conseguir un taxi que nos lleve a nuestro circunstancial destino.

Como en todo, tenemos buenas y malas experiencias al subir a un taxi, en relación con el trato, condición del vehículo, la selección de la ruta del taxista y otros. Las malas experiencias, lamentablemente, llegan hasta los actos delictivos.

En La Paz, particularmente, se suma un factor de una barrera mental/geográfica. En más de una ocasión, si la “base” del taxista no está en la zona Sur y usted tiene la impertinencia de pedirle el servicio desde el centro, directamente le niegan la carrera.

Y no estamos hablando de un servicio subvencionado ni con precios regulados. Las tarifas son libres.

Hace más de 30 años que se instaló el primer servicio de radiotaxi en La Paz. Así, era posible llamar a un taxi a cualquier hora del día. Cosa imposible hasta ese entonces, cuando las calles paceñas eran un desierto a las once de la noche de un día laboral.

Así, la combinación de tres elementos presentes desde inicios del siglo XX: el teléfono, la comunicación por onda corta y el automóvil, más la imprescindible sensatez de pensar cómo resolverle la vida a la gente, dio lugar a un negocio —en ese entonces— revolucionario.

Es así donde surgen los negocios nuevos: no se necesita inventar la llanta (de nuevo), solo atender dónde están los vacíos de atención. En este caso, y en el de los servicios de móvil por app, se trata de resolver las incertidumbres cotidianas: recoger a las niñas del colegio, regresar en un transporte seguro de una fiesta en la que nos permitimos un trago demás, llegar a tiempo al trabajo. Es decir, resolver las pequeñas incertidumbres cotidianas, que son las que nos dejan un balance positivo al final del día y que están alejadas de las grandes incertidumbres de los cotidianos ataques políticos.

La última innovación en el servicio de taxis es la solicitud vía app. Las ventajas son inobjetables: conocemos de antemano la tarifa, sabemos a qué distancia está el taxi, en cuánto tiempo nos recoge y en cuánto tiempo llegamos a destino, conocemos un mínimo de datos personales del conductor y varias apps han incorporado un conjunto de elementos de seguridad para que incluso nuestras allegadas sepan en tiempo real la ruta y tengan la alerta de posibles desviaciones. Además, podemos calificar a la conductora, para dar una idea de qué tan competente es.

Pero, como toda innovación, las apps para servicio de taxi ya están enfrentando resistencias. Y como dijimos en un artículo anterior, la gente no resiste al cambio per se, la gente se resiste a ser cambiada. Y no hay ejemplo más claro que las quejas de los taxistas “tradicionales” contra las apps; básicamente, se trata de que el personal que sirve en las apps, sea igual que ellos… o no opere.

Ni una vaga promesa de mejora, ni una palabra de reconocimiento de que lo tradicional está perdiendo espacio por no tener una mejor atención que lo digital. De alguna manera, los taxistas tradicionales están defendiendo la libertad del statu quo: que no les califiquen, que no cumplan estándares mínimos en el mantenimiento de sus vehículos, que nadie controle su ruta, ni sus tarifas.

¿No será que es una libertad muy acotada? ¿No será que esas libertades enclaustran la posibilidad de que los clientes opten por algo mejor?

Lo bueno de todo es que las nuevas generaciones no esperan el permiso de nadie para innovar y materializar el potencial de experimentar una mejora significativa en cosas tan simples y cotidianas como una carrera de taxi, poniendo así la tecnología al servicio de la gente.

Pablo Rossell Arce es economista.

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Pescadores en río revuelto

/ 3 de abril de 2023 / 00:40

La Reserva Federal de EEUU (FED) ha subido su tasa de interés hasta el 5% en pasados días, con la intención de combatir la inflación en ese país, que se sitúa en 6% a 12 meses, según el último dato disponible.

Durante años —desde 2020 hasta abril de 2022—, la tasa de la FED ha estado cercana a cero. El dinero barato se tradujo primero en una inflación significativa de los activos financieros, incluyendo las criptomonedas. A eso se sumaron los trillones de dólares que el Gobierno estadounidense gastó en cheques directos a las familias trabajadoras, con el propósito de reactivar la economía luego de la pandemia.

La inflación de precios sucedió a la inflación de activos y hoy la subida de tasas de interés apunta a reducir la inflación al proyectado 2% anual para esta gestión. El incremento de tasas encarece el crédito y, básicamente, es un problema para los deudores a la hora de devolver sus cuotas.

Pero cabe la pregunta: ¿todo el dinero que se puso en circulación desde 2020 hasta abril de 2022… dónde se fue? Entre muchos otros sitios, quiero destacar como destino del dinero barato de la FED a emprendimientos y proyectos tecnológicos. Las acciones de las empresas tecnológicas que ya cotizaban en bolsa se multiplicaron en valor y otra parte del dinero barato llegó a raudales a muchas start-ups tecnológicas, con el fin de hacerlas crecer, mejorar su capitalización y cotizarlas en bolsa, pese a que muchas de ellas no lograban despegar en ingresos.

Este dinero fue gastado en infraestructura, sueldos, servicios y otros insumos necesarios para la industria tecnológica, que buscó sucesivamente en los NFT, las empresas de criptomonedas y en el metaverso la próxima piedra filosofal. En apariencia, los recientes avances en la masificación del uso de la inteligencia artificial, mediante ChatGPT, que logró el hito de los 100 millones de usuarios en cinco días, han provocado un vuelco en la búsqueda de la próxima mina de oro de la economía digital. Por ejemplo, Facebook y Disney han decidido frenar en seco sus proyectos para el metaverso.

Como dije, es un problema devolver dinero con tasas de interés más altas… especialmente como en el caso del Silicon Valley Bank (SVB), que invirtió sus depósitos de corto plazo (los depósitos de muchas empresas tecnológicas) en bonos del tesoro —que por esencia son de largo plazo—, cuando estos pagaban menos del 2%. Esta fue una jugada que no fue supervisada por las autoridades. Con el incremento paulatino de las tasas de interés, el SVB tuvo que liquidar a pérdida sus bonos a largo plazo para ir devolviendo los préstamos a corto plazo, hasta que finalmente colapsó. La pérdida fue suficiente como para bajarle su cotización a menos del 10% de su valor en cuestión de días, con intervención de las autoridades, ampliación de los límites de seguro de ahorros y todo lo que viene con ese desbarajuste.

El SVB estaba en el top 20 de los bancos estadounidenses. O sea, con capacidad suficiente para hacer temblar al sistema y bajar el valor relativo del dólar —cosa que sucedió durante el primer momento del pánico. Las autoridades reaccionaron rápidamente y —de momento— una crisis bancaria está conjurada.

¿Quiénes ganan en este contexto? Durante los primeros momentos del caos, ganaron los tenedores de oro y criptoactivos, que subieron un 4,8% y 17%, respectivamente, en cuestión de días. Los ahorristas están ganando porque otros bancos más grandes —que también quieren ganar— están compitiendo por los depósitos a tasas más atractivas.

De momento, las señales de estabilidad del sistema bancario estadounidense y de su moneda están ahí. Pero noticias menos difundidas dieron cuenta de la reunión entre Xi Jinping y Putin, que ya empezaron a acordar transacciones de comercio exterior en yuanes. Esto, en medio del caos de la guerra de Ucrania. ¿Estamos asistiendo al nacimiento de un sistema monetario multipolar?

Pablo Rossell Arce es economista.

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El temor (a lo) digital

/ 6 de marzo de 2023 / 03:06

El mundo es un mundo lleno de riesgos. La gente arriesga cuando migra, cuando compra, cuando vende, cuando viaja y —paradójicamente— cuando escoge “la vía más segura”. No hay tal cosa como una actividad con cero riesgo.

La digitalización de los servicios facilita la vida, pero también implica compartir datos personales. Hay mucha gente reacia a entregar sus datos. Pero en el país de la doble fotocopia de CI en fólder amarillo, firmada al medio, protegerse de entregar datos digitales parece como querer cerrar el corral luego de que el burro se ha escapado. Pero esto la gente no lo percibe, es “solo” un par de fotocopias. Fácilmente, en el último año, yo he tenido que entregar al menos 40 pares de copias de mi CI.

Es justo reconocer qué entidades como el OEP se han deshecho de tal requisito y también es importante el avance del servicio de migraciones, que está instalando escáneres digitales para el registro de bolivianos y bolivianas que regresan del exterior y que —gracias a los pasaportes digitalizados— ya no tienen que entregar su documento para que sea escaneado por millonésima vez.

Bolivia —según un artículo de Iván Briceño— tiene más de siete millones de usuarios de Facebook. Ya es de sobra conocido el método de extracción de información de esta red social. Pero la mayoría de la población —algunos incluso conociendo la filtración de datos— prefiere mantenerse conectada a tal red.

¿Por qué en la entrega de información personal es cuestionada selectivamente? En el primer caso, en el de la entrega de fotocopias de CI, la respuesta es bastante obvia: es imposible hacer un trámite sin tal requisito. Inscribir a tu hijo/a al Registro Civil para que —a su vez— acceda a su carnet de identidad, vender o comprar un auto, una casa, inscribir a las hijas al colegio, acceder a la próxima dosis de la vacuna contra el COVID y cientos de otras actividades cotidianas requieren de la doble fotocopia del carnet.

En el caso de las redes sociales, el scrolling da la sensación de entretenimiento infinito —aunque en realidad los contenidos comienzan a hacerse bastante repetitivos luego de cierto tiempo— y esa búsqueda de algo nuevo genera cierto tipo de adicción. Para el caso, el acceso fácil y “gratuito” al entretenimiento es valorado por la gente.

En el caso de los servicios digitales —y en particular de los servicios financieros digitales— , las ventajas de usar una app para el cobro del sueldo, para el pago de la compra menuda en la tienda, para pagar la factura de servicios básicos, para transferir dinero… es decir, para evitar hacer la cola o evitar tener que ir físicamente a un lugar para hacer o recibir un pago, esas ventajas, todavía son infravaloradas por la población, frente al “riesgo” de entregar sus datos personales a un ente desconocido. Sí, la misma población que le dedica tandas de 30 minutos y más a ver su Facebook diariamente.

Por otro lado, existe el temor de “entregar” el control del dinero arduamente ganado a una pantalla que “dice” que ha realizado un pago o que “dice” que hemos recibido un abono en cuenta. Creo que este temor merece ser mejor estudiado —especialmente por las entidades financieras, urgidas todas por trasladar una creciente demanda de servicios que actualmente satura sus ventanillas— hacia el espacio digital.

Un poco de estudio de mercado y un mucho de estudio antropológico nos van a dar luces acerca de los fundamentos de los temores sobre el uso de instrumentos digitales financieros, especialmente en la población que —de momento— tiene mayores reparos para el uso de estas tecnologías.

Desde luego, ha habido avances interesantes en materia de seguridad digital, avances que van cerrando las puertas a los intentos de fraude cibernético. Pero reconozcamos que todavía queda un tramo por recorrer en esa materia.

En resumen, un diagnóstico más certero de los temores, mayores niveles de alfabetización digital y educación financiera, junto con esfuerzos más contundentes para controlar el fraude cibernético, nos pueden encaminar hacia una sociedad con niveles mayores de inclusión financiera digital y —correspondientemente— menos horas perdidas en las colas de las agencias bancarias.

Pablo Rossell Arce es economista.

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