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Currículo y revoluciones industriales

TRIBUNA

Mientras en la ciudad de La Paz, Bolivia, la población y educación sufren los embates del conflicto Ministerio- magisterio cuyo origen, entre otros temas, se concentra en el cuestionamiento al Currículo Actualizado 2023 del Sistema Educativo que principalmente se expresa en la incorporación de determinados contenidos; en el último tiempo y en el mundo están ocurriendo grandes transformaciones que no se las quiere percibir o se consideran una narrativa de ciencia ficción

Amós Comenio, pedagogo del siglo XVII, en su libro Didáctica Magna, propone un sistema educativo basado en criterios cuya base es lo escalar y secuencial, organizado conforme a la edad y el aprovechamiento, plantea una estructura escolar constituida por la escuela maternal (similar a la actual educación preescolar), la escuela elemental (primaria), la escuela latina o gimnasio (secundaria) y la academia (universidad). “El capitalismo industrial de las dos primeras revoluciones industriales asume como propio el modelo de sistema escolar de Comenio y construye una noción de sentido común de lo educativo que ha permanecido a través del tiempo, llegando a tal punto de hegemonía que hoy se tiene dificultad para concebir otro modo del mundo escolar” (Luis Bonilla-Molina, 2021). Bajo esos criterios, de manera similar a la estructura de las máquinas de la primera y segunda revolución industrial, el currículo, la didáctica, evaluación, planeación y gestión educativa pasan a ser componentes, mejor dicho: “piezas”, de la pedagogía. En el transcurso del tiempo, los cambios en la educación se concentraron en las transformaciones, por separado y con autonomía, de estos componentes con desmedro del valor de lo pedagógico. Al final, casi de manera obsesiva, el debate educativo se concentra en las piezas de la “maquinaria educativa” y se olvida el sentido y la finalidad de la educación. De manera inconsciente y hasta inocente (¿será así?), muchos se suben al carro del capitalismo industrial, muy a pesar de que dicen asumir una posición ideológica diferente. Es más, en la primera y segunda revolución industrial, estas piezas de la maquinaria educativa precisan estructurarse en disciplinas constituidas por contenidos que hacen juego a disciplinas, “los objetivos secuenciales y escalares, las correlaciones de objetivos” (Bonilla, 2021).

Mientras la escuela trata de responder de la mejor forma a las dos primeras revoluciones; en el mundo de la producción, las relaciones sociales y fundamentalmente la tecnología (aceleradas por la sindemia del COVID-19 que, a título de educación a distancia en línea, permitieron la irrupción de lo digital y virtual propios de la cuarta revolución industrial impulsada por las empresas transnacionales de telecomunicaciones y tecnología) aparecen nuevas formas de “vivir y convivir, de trabajar y consumir, de aprender y estudiar, de amar y juntarnos, de reproducirnos e integrarnos, de participar y ser gobernados” (Bonilla, 2021). Nótese que ya no es suficiente referirse a la tercera revolución industrial, es decir, al desarrollo de la informática, programación y robótica, sino también a la cuarta revolución industrial que supone la integración, casi sin sentir, de la inteligencia artificial, big data y metaverso en la vida cotidiana, procesos productivos y, por supuesto, educación. Como producto de la cuarta revolución industrial estamos pasando con una rapidez mayor a la que se piensa de una educación escalar, secuencial y por disciplinas a la del pensamiento complejo y la transversalidad, impactado por la aceleración de la innovación y el mundo digital-virtual. De esa manera, el capitalismo cognitivo del siglo XXI aprovecha para poner en debate la validez y permanencia de la educación presencial.

Estamos en tiempos que requieren debates a fondo sobre la situación y proyecciones de la educación, leyendo lo que pasa en el mundo, más allá de la cúpula de vidrio que encierra la educación al margen de la realidad social. Es tiempo de responder a la interrogante de siempre, ¿queremos una educación para transformar o adaptar? Es tiempo de seguir construyendo revolución desde la educación; de recuperar el valor social, científico y ético de la pedagogía, más allá de la importancia otorgada únicamente a las piezas. Es tiempo de que los educadores demuestren su profesionalidad y su lucha propositiva por una educación liberadora y transformadora. Es tiempo de que la comunidad y la sociedad asuman su rol educador. ¿Entenderemos?

Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia.