En las últimas semanas dentro del ámbito político-económico, en medios de comunicación se ha especulado sobre la existencia de una crisis económica por temas centrales como las Reservas Internacionales Netas (RIN), la oferta y demanda de dólares y la subvención a la importación de carburantes, generando incertidumbre en la población.

Para entender la coyuntura económica es imperativo tener en cuenta la guerra de Rusia y Ucrania que ha influenciado en los mercados internacionales con el alza de precios de los commodities y la distorsión en las cadenas de suministro de trigo, que es el tercer producto más importado por el país. Otro efecto de la guerra es el estancamiento de la producción, la caída en la exportación de granos y semillas por parte de Rusia y Ucrania ocasionó la paralización y la disminución en el nivel de producción de bienes que son parte de la canasta básica familiar. Por otra parte, otro de los efectos externos son las acciones tomadas por la OPEP de disminuir el nivel de oferta del petróleo para incrementar el precio, lo cual genera procesos inflacionarios en diferentes países.

Sin embargo, pese a los efectos externos, la economía boliviana presenta algunos indicadores macroeconómicos que son necesarios destacar, así por ejemplo el IGAE, ya que durante el gobierno de facto de Jeanine Áñez las tasas de crecimiento fueron negativas, alcanzando un máximo de 12,9% en julio de 2020; al contrario, ya en el mandato de Luis Arce Catacora existe un mayor dinamismo en la economía, obteniendo así a septiembre de 2022 una tasa de crecimiento del IGAE de 4,28%.

Por otra parte, se debe considerar que durante el gobierno de facto el crecimiento del PIB para 2020 fue de -8,7%, una tasa negativa alarmante, la más baja de la historia, sin embargo, después de la asunción del presidente Arce al gobierno existe un repunte en la economía, alcanzando el crecimiento del PIB un 4,29% al tercer trimestre de 2022.

En cuanto al nivel de inflación, somos el país de la región con el nivel de inflación más bajo, registrando 2,53% hasta marzo de 2023, además el Estado, como es habitual para cada 1 de mayo, ya determinó el incremento salarial al salario mínimo de 5% y al básico, de 3%.

Estos hechos reflejan que la distorsión en el mercado de dólares se atribuye a circunstancias especulativas y con la finalidad de generar incertidumbre en la población y desestabilizar el mandato del Presidente, además de no existir compatibilidad entre la caída de la producción a nivel internacional y el aumento de los precios a causa la guerra, con los indicadores macroeconómicos de la economía nacional presentados.

En ese sentido, los criterios de que la economía se encuentra en crisis por parte del sector real, carecen de veracidad, siendo así la especulación de determinados grupos opositores al Gobierno, que pretenden acortar su mandato afectando la democracia.

Finalmente es importante considerar que a pesar de muchas crisis económicas que se suscitaron a nivel mundial y que tuvieron repercusiones de paralización de la producción y procesos inflacionarios, la economía boliviana ha demostrado el crecimiento del PIB y una baja tasa de inflación, lo que denota que no existe crisis económica y que es una mera especulación de los opositores del Gobierno actual.

(*) Brandy Sánchez Huaycho es estudiante de Economía