El mar de gas
Transnacionales inflaron las reservas de gas para elevar sus cotizaciones para los mercados internacionales
Jesús Luque
Se gastaron el gas de la Bolivia Saudita que tenía que durar cinco generaciones o por lo menos 100 años, mataron a la gallina de huevos de oro, se farrearon la plata en canchitas y en hacer crecer el gasto con funcionarios públicos, hay un tremendo hueco fiscal; el modelo está agotado, un modelo rentista, primario y centralista; tenemos la inflación más baja de la región, pero con el costo más alto. Esas son las frases del analista saudí al que medios le dan gran cobertura y que da explosivas entrevistas por su cuenta de Facebook, queriendo mostrar gran manejo de los datos que predicen un apocalipsis para la gente y la debacle para el Gobierno en cuatro meses.
Veamos qué tan cierto son estas afirmaciones que hace el mencionado y otros opinadores respecto al “mar de gas” que nos dejaron. Para demostrar a nuestro amigo saudí que está tremendamente equivocado, haremos referencia al libro de la Fundación Milenio En defensa de la Racionalidad, publicado en 2004.
Según este documento, después de la capitalización YPFB quedó solo como residual. En el segundo gobierno de Banzer, en 1999, las reservas probable y probadas de gas llegaban a tan solo 8,58 TCF (trillones de pies cúbicos americanos), repentinamente en 2000 subieron a 32,31 TCF, con contratos que solo favorecían a las transnacionales, y se construyó el gasoducto al Brasil y la población ya sentía los duros efectos de la mal llamada capitalización.
En el segundo gobierno de Goni, se mostraba a la población spots televisivos con una gran piscina, que significaba las reservas de gas del país y de la cual se tomaba un cubo de agua, que representaba la exportación de gas a Estados Unidos por puertos chilenos. Después de su renuncia y su huida del país, las reservas de gas increíblemente se dispararon a 54,86 TCF, entre probadas y probables, incremento que no comulgaba con la expresión de Carlos Mesa, quien pedía limosna internacional para pagar sueldos y salarios; cifras que se sostuvieron hasta 2005.
Las transnacionales inflaron las reservas de gas para elevar sus cotizaciones para los mercados internacionales de bolsas de valores. El gas boliviano solo tenía y tiene como mercado a Argentina y Brasil, y posteriormente el consumo interno con gas domiciliario. Además, la mayor producción de gas se dio en 2014 con 22,19 miles de millones de metros cúbicos y posteriormente ésta tuvo una constante reducción, con lo que se demuestra que jamás dejaron trillones de pies cúbicos como reservas.
Para ser más contundentes, la Fundación Jubileo, en 2019, hizo mención al reporte de la página web de Energía, donde se reveló que Bolivia solo tenía 7,1 TCF en reservas probadas de gas natural hasta el 31 de diciembre de 2017, y no los 10,7 TCF que certificó a esa fecha la empresa Sproule.
Como se ha demostrado con sus propios datos de los amigos saudíes, jamás hubo ese “mar de gas”, los datos fueron manipulados por las transnacionales. Pero también hay que ser autocríticos aceptando el cansancio de los campos y retomar la inversión en la exploración, y empezar a ser eficientes en el control del contrabando de los hidrocarburos, que sí desangra el país.
Y sugerirle amigablemente al analista saudí que pise tierra boliviana y que deje de soñar con Arabia Saudita, que para hacer comparaciones es inmensamente desproporcional y desubicado.
(*) Jesus J. Luque es licenciado en Economía