Luchar por salir, luchar por volver
Lucía Sauma, periodista
Si por algún motivo tienen necesidad de pedir una visa a España, sería bueno que tengan en cuenta que la solicitud la deben hacer al menos cuatro meses antes, porque las citas para la entrevista, requisito indispensable, marcan full (lleno) hasta agosto por lo menos. Son demasiadas las solicitudes, muchos los requisitos y la oficina que se encarga de este trámite está terciarizada, se trata de una empresa privada hermética que realiza el trámite de forma electrónica y nunca atiende el teléfono. Es el primer paso fronterizo invisible para desanimar a quien tenía previsto viajar, sea por necesidad de trabajo, turismo, visita a familiares o amigos, por lo que sea, el motivo no interesa.
A pesar de estas barreras, los que están decididos a ir las vencen a costa de cualquier esfuerzo. Hay un albur mágico que los encandila y están resueltos u obligados a hacerlo. Quienes van por trabajo, generalmente un empleo precario aunque con buena paga, esperanzados, van a cuidar ancianos, niños, enfermos y muchos a cultivar el campo con cultivos desconocidos para ellos, como el olivo o la uva.
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Cuando logran llegar y realizar las tareas de tan anhelado empleo se empeñan en cumplir, en trabajar más allá de lo que les piden, “son trabajadores los bolivianos, aunque les gusta mucho la fiesta“, comenta un granadino conocedor de los compatriotas que trabajan en albañilería. Reciben su salario, se quedan con un poco, lo que les sirve para sobrevivir y el resto lo envían, aunque ahora tienen en contra la duda de saber si sus familiares recibirán el dinero en euros o tendrán que aceptar un cambio menor.
Después de un año o dos, quienes se fueron luchan por volver, allí terminó el tiempo de siembra y cosecha, en Bolivia tienen hijos, padres, hermanos que se enfermaron, que los extrañan, que los reclaman porque los necesitan. Llegan, cuentan que aprendieron mucho, que se gana buen dinero, pero no pudieron quedarse porque las condiciones no eran las que habían soñado, porque la soledad les corroía. Es la historia de siempre luchar para ir, luchar para volver. “Allí no somos nadie, aquí está mi familia, aquí no estoy solo”, dicen los testimonios de quienes volvieron.
Por las filas frente a algunas embajadas se percibe una nueva corriente de bolivianos que están buscando salir del país para vender su fuerza de trabajo, su creatividad y sus sueños en otros lugares. Luchan para salir, también lucharán para volver.
(*) Lucía Sauma es periodista