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¿Fassil, el modelo cruceño?

Jesús Luque

/ 30 de mayo de 2023 / 07:55

Todos los días los medios de comunicación nos hacen conocer información sobre la quiebra del Banco Fassil y la última que parece ser de película, la muerte del interventor, quien estaba develando varios detalles del manejo inescrupuloso y a quienes se habría favorecido con los dineros de los ahorristas.

Veamos entonces si esta práctica de quiebra de bancos públicos y privados es reciente. De acuerdo con la investigación del periodista Roberto Cuevas, en una década se habrían cerrado 11 bancos entre 1987 y 1997, y hasta 1999 un total de 13 bancos, demandando esto un costo para el Estado, lo que se tuvo que asumir mediante el Banco Central de Bolivia (BCB), por $us 600 millones, dinero que fue a parar a manos de inescrupulosos dizque empresarios. Como los de los bancos Agrícola y Minero, créditos destinados a fortalecer y reactivar la economía, pero los muy necesitados se declararon en quiebra y con el apoyo político dieron un empujón para que se cierren estas entidades, dejando así de pagar sus compromisos adquiridos, quedando con las manos limpias.    

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Según la Agencia Boliviana de Información (ABI), entre el grupo que manejó el Banco Fassil estarían familiares de Luis Fernando Camacho, y personas que se beneficiaron de grandes créditos como Tatiana Marinkovic, con Bs 35 millones, hermana del exministro Branko Marinkovic; este último, junto a José Luis Parada y la autoridad de la Asfi Gonzalo Romano en 2020, autorizaron el aumento de capital de dudosa procedencia, y lo que correspondería averiguar es de dónde vinieron esos incrementos de capital.

Se debe identificar a cada uno de estos empresarios y hacer el seguimiento del flujo del dinero, y a quiénes fue a parar el dinero de los ahorristas, y no dejar que otra vez se declaren en quiebra para no devolver el dinero de las personas que confiaron en el sistema financiero.

Este pequeño grupo que ha tomado el poder económico, político e institucional de Santa Cruz no representa a la cruceñidad y quiere hacer creer que hay un enfrentamiento entre pueblos o visiones diferentes entre oriente y occidente, lo cual es solo de cúpulas de poder, que usan el poder económico con el objetivo de financiar grupos paramilitares y parapoliciales, para hacer cumplir a la mala sus disposiciones, como el paro de 36 días, del cual se podría pensar que fue financiado con el dinero de los ahorristas, una pérdida económica para el pueblo.  

El modelo cruceño no es un grupo pequeño de empresarios agroindustriales, logias fascistas o consorcios empresariales que están acostumbrados a vivir del Estado y salirse con las suyas a costa de favores políticos, y que en este último tiempo se han atrevido a cuestionar la relación de Santa Cruz con el Estado boliviano. La fuerza y la pujanza de un pueblo no depende de un grupillo de personas que han adquirido su capital del Estado, o sea de todos nosotros.

(*) Jesus J. Luque es licenciado en Economía

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El mar de gas

Transnacionales inflaron las reservas de gas para elevar sus cotizaciones para los mercados internacionales

Jesús Luque

/ 10 de mayo de 2023 / 09:29

Se gastaron el gas de la Bolivia Saudita que tenía que durar cinco generaciones o por lo menos 100 años, mataron a la gallina de huevos de oro, se farrearon la plata en canchitas y en hacer crecer el gasto con funcionarios públicos, hay un tremendo hueco fiscal; el modelo está agotado, un modelo rentista, primario y centralista; tenemos la inflación más baja de la región, pero con el costo más alto. Esas son las frases del analista saudí al que medios le dan gran cobertura y que da explosivas entrevistas por su cuenta de Facebook, queriendo mostrar gran manejo de los datos que predicen un apocalipsis para la gente y la debacle para el Gobierno en cuatro meses.

Veamos qué tan cierto son estas afirmaciones que hace el mencionado y otros opinadores respecto al “mar de gas” que nos dejaron. Para demostrar a nuestro amigo saudí que está tremendamente equivocado, haremos referencia al libro de la Fundación Milenio En defensa de la Racionalidad, publicado en 2004.

Según este documento, después de la capitalización YPFB quedó solo como residual. En el segundo gobierno de Banzer, en 1999, las reservas probable y probadas de gas llegaban a tan solo 8,58 TCF (trillones de pies cúbicos americanos), repentinamente en 2000 subieron a 32,31 TCF, con contratos que solo favorecían a las transnacionales, y se construyó el gasoducto al Brasil y la población ya sentía los duros efectos de la mal llamada capitalización.

En el segundo gobierno de Goni, se mostraba a la población spots televisivos con una gran piscina, que significaba las reservas de gas del país y de la cual se tomaba un cubo de agua, que representaba la exportación de gas a Estados Unidos por puertos chilenos. Después de su renuncia y su huida del país, las reservas de gas increíblemente se dispararon a 54,86 TCF, entre probadas y probables, incremento que no comulgaba con la expresión de Carlos Mesa, quien pedía limosna internacional para pagar sueldos y salarios; cifras que se sostuvieron hasta 2005.

Las transnacionales inflaron las reservas de gas para elevar sus cotizaciones para los mercados internacionales de bolsas de valores. El gas boliviano solo tenía y tiene como mercado a Argentina y Brasil, y posteriormente el consumo interno con gas domiciliario. Además, la mayor producción de gas se dio en 2014 con 22,19 miles de millones de metros cúbicos y posteriormente ésta tuvo una constante reducción, con lo que se demuestra que jamás dejaron trillones de pies cúbicos como reservas.

Para ser más contundentes, la Fundación Jubileo, en 2019, hizo mención al reporte de la página web de Energía, donde se reveló que Bolivia solo tenía 7,1 TCF en reservas probadas de gas natural hasta el 31 de diciembre de 2017, y no los 10,7 TCF que certificó a esa fecha la empresa Sproule.

Como se ha demostrado con sus propios datos de los amigos saudíes, jamás hubo ese “mar de gas”, los datos fueron manipulados por las transnacionales. Pero también hay que ser autocríticos aceptando el cansancio de los campos y retomar la inversión en la exploración, y empezar a ser eficientes en el control del contrabando de los hidrocarburos, que sí desangra el país.

Y sugerirle amigablemente al analista saudí que pise tierra boliviana y que deje de soñar con Arabia Saudita, que para hacer comparaciones es inmensamente desproporcional y desubicado.

(*) Jesus J. Luque es licenciado en Economía

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