Movimiento pedagógico, ¡ya!
Es tiempo de organizar movimientos pedagógicos, es tiempo de generar esperanza crítica
Noel Aguirre
Paulo Freire, uno de los más destacados educadores populares de América Latina, destacando el valor social de la educación solía decir: «La educación liberadora no produce, por sí misma, el cambio social… pero no habrá cambio sin educación liberadora». A su turno, Carlos Núñez, otro educador popular latinoamericano de gran relevancia en la región, planteando con claridad el sentido principal de la educación, tituló uno de sus libros de mayor importancia con la frase: Educar es transformar, transformar es educar.
Freire y Núñez, resaltando el valor social de la educación, nos invitan a comprender que la educación es mucho más que escuela. Así, debería quedar claro que la educación es determinante para la formación integral, que la educación es derecho humano fundamental capaz de influir en los otros sectores de la vida (salud, producción, cultura, política, etc.), constituyéndose en un factor de alta relevancia para contribuir al desarrollo del país y a la calidad de vida personal y de sus comunidades, así como también para coadyuvar en el establecimiento de armonía con la Madre Tierra. Entonces, por su potencialidad e importancia, la construcción y deconstrucción de la educación tiene que ser un proceso de amplia participación social y comunitaria.
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Este proceso, entre otros aspectos, se tendría que desarrollar mediante la constitución de un «movimiento social-cultural desde lo pedagógico», para simplificar su denominación en un «movimiento pedagógico» o en varios «movimientos pedagógicos».
Un movimiento pedagógico, constituido por las y los principales actores educativos y representantes de organizaciones sociales vinculadas a la educación, es una estrategia educativa-política-organizativa que, en tiempos contemporáneos (siglo XXI) tiene que partir de un posicionamiento crítico e indignado sobre la realidad social que hace que la educación aún tenga un carácter colonial, patriarcal, capitalista y racionalista, expresión de la crisis del patrón civilizatorio occidental. Un movimiento pedagógico tiene que ir más allá de la resistencia para generar propuestas y experiencias sobre: ¿qué Estado?, ¿qué concepción de vida?, ¿qué educación? En realidad, estos son tiempos de disputa de concepciones como: ¿Estado-nación o Estado Plurinacional? ¿»Desarrollos» en cualquiera de sus expresiones o «vivir bien», «buen vivir», «vivir sabroso»?, ¿Educación constructivista o Educación sociocomunitaria productiva, Educación en, de y para la vida, Educación a lo largo y ancho de la vida? Es tiempo de subvertir el conocimiento establecido en los grandes centros académicos y contribuir a generar un diálogo entre el saber y conocimiento llamado «universal y científico» con el «local, comunitario, popular y permanente». Como parte de los movimientos pedagógicos, es tiempo de organizar la construcción de la educación en todos los niveles. A nivel local, mediante la construcción de proyectos de centros educativos y trabajados con la participación activa y propositiva de comunidades de producción y transformación educativa; a nivel de departamentos y países, mediante proyectos de educación definidos con la participación de consejos departamentales y nacionales de educación; y a nivel de las regiones y el mundo, a través de proyectos históricos que interpelan los desarrollos que ponen en peligro la extinción del planeta y la humanidad.
En este contexto, el rol del maestro y la maestra es fundamental, puesto que puede promover, orientar y coordinar la aplicación de una metodología adecuada y pertinente para la construcción participativa de análisis, propuestas y experiencias educativas de transformación con y en la comunidad.
Es tiempo de organizar movimientos pedagógicos, es tiempo de generar esperanza crítica, como plantea Paulo Freire: «Ella sola no gana la lucha, pero sin ella la lucha flaquea y titubea. Necesitamos la esperanza crítica… (la esperanza a su vez) necesita la práctica para volverse historia concreta», y construir el inédito viable de tal manera que lo que no fue hecho y parece imposible se realice apuntalando una política, ética y pedagogía con capacidad para lograr cambios para el mundo de hoy.
(*) Noel Aguirre Ledezma es educador popular, maestro y pedagogo. Director de la oficina de la Organización de Estados Iberoamericanos en Bolivia