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Suma Qamaña y Willka Kuti, una nueva civilización

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Moory Romero

La identidad cultural (artículo 21 de la Constitución Política del Estado) es fundamental para la futura civilización. Las personas en los territorios originarios, en comunidades ancestrales y en ciudades contemporáneas (Abya Yala), vivimos realizando nuestras actividades de herencia cultural, respondiendo a la antiquísima historia de la humanidad (Willka Kuti). Se vive un proceso de transición civilizacional, de lo unipolar a lo multipolar, convergente, entre la energia de las naciones indígena originario campesinas, la fuerza del bloque popular y el poder sociopolítico-intercultural. Esa herencia cultural y convergencia tripartita generan una cohesión colectiva multipolar, desde muchas culturas. Esta cohesión se concentra en una combinación trascendental fortaleciendo el reconocimiento de la emergencia plurinacional en el continente Abya Yala. Sin embargo, estamos inmersos temporalmente en un ambiente sociopolítico confuso. Es un espacio y tiempo que requieren lo fundamental en el proceso, lo ético moral, determinante para superar la neblina circunstancial hacia la unidad del instrumento en el “vivir bien” como horizonte civilizatorio (artículo 8 de la CPE).

 El origen cultural del continente Abya Yala está en la civilización aymara. Las civilizaciones son culturas que comparten ideas, conocimientos y costumbres específicas en momentos determinados, como en el Wilka Kuti o “retorno del sol”. La historia de la civilización occidental, que invadió el Qollasuyo desde 1535, data de apenas aproximadamente 6.000 años atrás. Mientras que la historia de los humanos es de 200.000 años, aproximadamente. Memoria histórica que estamos recuperando epigenéticamente en el Abya Yala, Tawantinsuyo, Qollasuyo. Arthur Posnansky, basado en el método de arqueología cósmica, determinó que Tiwanaku tiene una historia de por lo menos 15.000 años de antigüedad y además propuso que es la cuna del ser humano en el continente, o en el planeta. El origen del ser humano en el continente y de su cultura permanece en la cultura aymara descendiente de la tiwanakota en Abya Yala.

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Abya Yala es el nombre de este continente. Con autoridad aymara, Constantino Lima declara que “…en 1968 cuando ya la wiphala aparece, reaparece… del continente Abya Yala lo mismo… vamos a dar el nombre a nuestro continente” (Lima, 2014). Lima manifiesta que “colocar nombres foráneos a nuestras villas, ciudades y continentes es equivalente a someter nuestra identidad a la voluntad de nuestros invasores y sus herederos”. Abya Yala tiene connotaciones ideológicas y sostiene su fundamento en los derechos de las naciones originarias. “Los pueblos y los individuos indígenas son libres e iguales a todos los demás pueblos y personas y tienen derecho a no ser objeto de ningún tipo de discriminación en el ejercicio de sus derechos, en particular la fundada en su origen o identidad indígena” (artículo 2 de la Declaración de las Naciones Unidas sobre los derechos de los pueblos indígenas A/RES/61/295).

Nuestra cultura histórica y astronómica incluye nuestra propia religión. En ese sentido, la categoría suma qamaña se origina cerca de Tiwanaku y Wiñay Marka, pueblo eterno, y el “vivir bien” es producido por la civilización aymara. “Vivir bien” es saber vivir en armonía con los “ciclos de la Madre Tierra, del cosmos, de la vida y de la historia” (Ministerio de Relaciones Exteriores del Estado Plurinacional de Bolivia). Los valores del “vivir bien” incluyen al saber crecer y compartir con espiritualidad en el marco del respeto a la libertad de religión (Ley 300, artículo 6). Nuestra religión primigenia y originaria es cósmico telúrica. “La religión cósmico telúrica son los principios esenciales de nuestra filosofía y de nuestra civilización Aymara, de un pueblo ancestral y de una nación milenaria” (Felipe Quispe, 1984).

La identidad cultural civilizatoria aymara es el origen cultural del continente Abya Yala y está fundamentada en la história astronómica cósmico telúrica, entonces el Willka Kuti, como el inicio de un ciclo cósmico-histórico, es determinante y materialmente espiritual para la unidad en la coyuntura sociopolítica para “vivir bien” hacia el futuro, suma qamaña.

(*) Moory Romero es coordinador en Pacha Saraya Yatiña