Doctrina del Descubrimiento y Día de la Madre Tierra
La colonización mental y la invasión a la tierra en este continente Abya Yala, se están transformando ontológicamente. Es decir, transformación del ser, del existir y de la realidad hacia el re-establecimiento de lo originario a través de una reversión del orden y del poder. En ese sentido, este Pachakuti como cambio de orden se entendería como el retorno del tiempo: desde la conquista y colonización hacia la liberación. Este proceso de reversión en lo mental y en la concepción de la tierra está ocurriendo en determinadas escalas de poder político en el mundo.
La tierra pertenece a los pueblos originarios. Desde el siglo XV, los papas de la Iglesia Católica promovieron la invasión a partir de la conjunción de varios decretos papales que legitimaron la apropiación de tierras y esclavitud de indígenas. Esta legitimación se conoce como Doctrina del Descubrimiento. Esa doctrina jurídicamente otorgaba, a través de la invasión, el derecho exclusivo de extinguir la posesión de la tierra de las poblaciones conquistadas. El 30 de marzo de 2023, el boletín 238 de la prensa oficial del Vaticano comunicó que esa institución religiosa rechaza la Doctrina del Descubrimiento, después de más de 500 años. El punto 3 del comunicado se refiere a hechos como el de 2015, cuando el papa Francisco en Bolivia declaró que “se han cometido muchos y graves pecados contra los pueblos originarios de América en nombre de Dios”. Se disculpó a nombre de toda la Iglesia diciendo: “Pido humildemente perdón, no solo por las ofensas de la propia Iglesia, sino por los crímenes contra los pueblos originarios durante la llamada conquista de América”. Se requiere más que pedir perdón para resarcir las consecuencias y los daños causados por esa doctrina.
La Doctrina del Descubrimiento y su reversión están relacionadas con el 22 de abril. El 22 de abril de 1889 asoló la “Fiebre de la tierra de Oklahoma”, en Estados Unidos, 50.000 invasores usurparon 8.100 kilómetros cuadrados de territorio nativo. El sueño americano en el lejano oeste se seguía consumando al poseer tierras “no asignadas”. Los pueblos nativo americanos habían sido forzados a desplazarse para que los invasores tomen poder y dispongan de sus tierras. La mayor parte de las personas desplazadas murieron en ese genocidio por enfermedades, bajas temperaturas, falta de comida y agua durante el éxodo conocido como el “sendero de lágrimas”. El 22 de abril de 1970, en Estados Unidos, 20 millones de personas protestaron en contra de la contaminación de la tierra. Ese día, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) decretó el Día de la Tierra, que se celebraría desde ese 1970 hasta 2008.
Algunos dicen que se eligió esa fecha para el Día de la Tierra por el nacimiento de Lenin. El 22 de abril de 1870 en el imperio ruso, nació Vladimir Ulich Ulianov, conocido como Lenin, líder bolchevique que en 1917 reformó las políticas de tierras transfiriéndolas a la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas o a los trabajadores soviéticos, tierras que pertenecían a la aristocracia, al antiguo imperio o a terratenientes.
En 2009, el Estado Plurinacional de Bolivia, independiente de la religión católica, propuso al 22 de abril como Día Internacional de la Madre Tierra. La Asamblea General de la ONU, a través de la resolución A/RES/63/278, aceptó la proposición. De esta manera se reconoce, a una escala de poder intergubernamental mundial, esa relación sagrada de respeto y de parentesco con la Madre Tierra, gracias a Bolivia. Este acontecimiento, y sus consecuencias, permite la superación de la visión antropocéntrica de la tierra hacia una vida más armónica en la pacha, Pachamama, Madre Tierra y la naturaleza. Esta visión está incluida en el Acuerdo de París y “aboga por la urgencia de adoptar una Declaración de Naciones Unidas sobre los Derechos de la Madre Tierra” (Vicepresidencia del Estado Plurinacional de Bolivia).
En el Pachakuti todavía falta mucho por tejer, gran parte del thakhi o camino hacia la liberación de la mente y de la tierra, sin embargo, el proceso se ha iniciado y es irreversible. Ontológicamente, somos la tierra y empoderados estamos tomando consciencia de nuestra propia existencia y derechos para transformar la realidad colonizada, una responsabilidad en este 22 de abril y todos los días de la vida.
Moory Romero es ingeniero ambiental y egresado de la maestría de Geografía Ambiental de la Universidad Católica de Rio de Janeiro.