El fin del modelo es el deseo y el augurio que realizan numerosos analistas, vaticinan que el modelo llegó a su fin y que ahora sí se viene la crisis económica como algo ineludible, sin tomar en cuenta la crisis internacional que también afecta a todos los países; sus apocalípticas predicciones son respaldadas con datos aislados, como ser la baja de las exportaciones de hidrocarburos, sin tomar en cuenta la diversificación en las exportaciones no tradicionales y otros proyectos para sustituir dicha disminución; la falta de dólares en el mercado interno, sin analizar que los precios de los productos de primera necesidad se mantienen estables; el déficit fiscal, ignorando que dicho déficit se genera por el gasto de capital, vale decir compra de maquinarias, complejos industriales, construcción de caminos y otros activos.

Si damos rienda suelta a la imaginación, supongamos que por fin los bolivianos creyeron las predicciones lúgubres de estos analistas y dan sus votos a los seguidores de sus ideas neoliberales, y que asumen el gobierno por la vía democrática y no por un golpe de Estado con sangrientos resultados, como fue la última experiencia. La aplicación de su teoría económica (modelo liberal) comenzaría por quitar las subvenciones a los hidrocarburos, panaderos y otros, lo cual desembocaría irremediablemente en un incremento de precios, o sea provocarían inflación.

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En esta nueva situación, ¿la población dejará que se anulen las medidas que dan protección y estabilidad? Estos analistas mencionan que hay que disminuir la carga laboral del Estado, ya que paga a más de 500.000 servidores públicos (según ellos todos masistas), no toman en cuenta que cerca de 380.000 servidores son médicos y profesores, en este aspecto se volvería a los años 80, donde el Estado solo garantiza el pago del nivel primario, dejando la secundaria y formación profesional a la disposición y posibilidades de las familias, dejaría de pagarse los bonos sociales.

En su modelo económico ideal, el servicio de salud se reduciría a su mínima expresión, todo con el fin de reducir el gasto del Estado y de esta manera bajar el déficit fiscal que, según su análisis, es la base para el deterioro de la economía. Al mismo tiempo y todo con el fin de “reducir” el gasto estatal, se volvería al sistema de jubilación administrado por las AFP, vale decir, cuentas individuales borrando todo pago solidario.

Estos analistas, profetas del capitalismo, liberarían las exportaciones, poniendo como una prioridad secundaria el mercado interno, ya que una de las bases principales de su fundamento es “exportar o morir”. Los ciudadanos que queramos adquirir productos de exportación tendríamos que pagar los precios internacionales. Ni qué hablar de los recursos naturales, ya que según ellos el Estado no tiene los suficientes para realizar “grandes inversiones”, de seguro promoverán las “inversiones” de las transnacionales.

La propuesta de un modelo económico es un tema científico y no frases aisladas sin sentido como propaganda de ofertas de supermercado. Un modelo no solo tiene que tomar en cuenta el aspecto financiero, sino considerar los beneficios sociales de su aplicación. Ya tuvimos experiencia en los años 80 y 90 con el resultado de miles de obreros relocalizados e informales, dejando pobreza y retraso económico y social. 

(*) Jesus J. Luque es licenciado en Economía