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¿Desequilibrio externo transitorio?

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Gabriel Loza

Un indicador clave para el análisis del desequilibrio externo de uso tradicional es la balanza de pagos de un país y, en especial, el saldo de la balanza de pagos en cuenta corriente. Este indicador salió en julio mediante el documento Avance de Cifras I Trimestre 2023, del Banco Central, que muestra como principales resultados: balanza comercial casi equilibrada ($us -2 millones), récord histórico de las remesas ($us 377 millones), Inversión Extranjera Directa Neta de $us 60 millones, por tercera gestión positiva.

Es necesario aclarar que la “balanza comercial” a la que se refiere el “Avance” es el balance de bienes (FOB) y no incluye fletes y seguros, a diferencia de la información del INE que registra un déficit comercial de $us 214 millones en el primer trimestre de 2023.

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Por mi parte, de las cifras de balanza de pagos resaltaría, en primer lugar, el saldo de la balanza de pagos en cuenta corriente, que incluye bienes, servicios y transferencias, que pese a un contexto externo desfavorable muestra una balanza “casi equilibrada” equivalente a un déficit de 0,7% del PIB. Este indicador es el más utilizado para determinar si hay un equilibrio externo, si este es persistente y es el que deberían seguir las calificadoras de crédito internacionales. Con los datos del Avance de Cifras, se observa que desde 2019 hasta 2022, la balanza en cuenta corriente tuvo un superávit promedio del 0,2% del PIB, con dos años en superávit (2021 y 2022) y dos de déficit (2019 y 2020).   

En segundo lugar, destacaría el resultado final de la balanza de pagos que incluye tanto a la cuenta corriente como a la cuenta financiera, la cual comprende a la inversión directa extranjera y a la inversión en cartera y a la “otra inversión”. En forma textual, el Avance de Cifras concluye que: “Por su parte, la Cuenta Financiera sin considerar el flujo de Activos de Reserva presentó de igual forma una salida neta de recursos. El resultado de ambas cuentas conllevó al uso de Activos de Reserva ($us 857 millones)”. Este resultado es equivalente al 1,9% del PIB, según el BCB.

En este contexto, cabe enfatizar que el uso o disminución de las reservas internacionales en un trimestre fue el más alto desde 2020 y mayor al promedio anual desde 2019-2022, que da una variación negativa de $us 561 millones.

La explicación del resultado, ahora en julio de 2023, según el Avance de Cifras fue “debido a las repercusiones del contexto internacional desfavorable marcado por incrementos en el nivel de precios de los combustibles y aumentos en las tasas de interés a nivel global, desencadenando mayores presiones sobre el uso de divisas para la importación de carburantes y pago del servicio de la deuda externa”.

Sin embargo, hace un año aproximadamente, en julio de 2022, en mi artículo publicado en La Razón ¿La recesión mundial a la vuelta de la esquina?, pronosticaba que: “El impacto en nuestra economía se sentirá más en el segundo semestre de 2022 por lo que deberíamos estar preparados con todo el instrumental de la política económica y los mecanismos disponibles de financiamiento externo o, toquemos madera”.

Pareciera que la recomendación en julio de 2022 no sirvió de mucho, ni siquiera tocar madera, puesto que se seguía resaltando el récord histórico de las exportaciones y el superávit comercial, el cual no obstante a partir de agosto empezó a registrar déficits mensuales consecutivos hasta marzo de 2023, con un acumulado de $us 1.408 millones equivalentes a 3% del PIB.

En noviembre de 2022, en mi artículo de La Razón Contra todo pronóstico, alertaba advirtiendo que “Los países emergentes y en desarrollo han estado capeando los efectos de las crisis pero sus impactos ya se han manifestado con la salida de capitales atraída por las altas tasas de interés de los países adelantados, fuertes depreciaciones de sus monedas, pérdidas de reservas internacionales, aumento de sus deudas externas y del spread o diferencial de sus bonos soberanos en 48% en lo que va del año”. Y no nos dimos por aludidos y las autoridades no vieron venir la “crisis de liquidez” en el primer trimestre de 2023 y los problemas con las RIN, que ahora está mostrando el informe del Banco Central sobre Balanza de Pagos y Posición de Inversión Internacional.

(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista