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Una sociedad egoísta, contemplativa al dolor

DE FRENTE EN EL PACHAKUTI

Escribir sobre algún acontecimiento difícil que uno ha vivido, no siempre es grato porque es rememorar esos momentos de dolor pasados. Hoy la sociedad boliviana, y particularmente la ciudad de La Paz, atraviesa por momentos muy difíciles. Oímos maltratos atroces a las mujeres, niños/as ancianos/as, que suceden todos los días y en varios casos con muertes espantosas. También escuchamos del maltrato a los animales, en pasados días se produjo la muerte cruel de un can en la ciudad de Santa Cruz. Ni qué decir de los atropellos. Hace pocos días un niño estudiante en la ciudad de El Alto sufrió un accidente, sin recibir auxilio, menos del infractor, en fin. ¿Es normal que sucedan estas prácticas perversas día tras día? A los que les gusta las estadísticas, les encanta decir que las ciudades no duermen, que siempre están en movimiento, incluidos los datos de los accidentes, que pasan a ser simples números de los dolores de los seres vivos.

Hace algunos días el dolor de un perrito, que fue atropellado por un conductor necio, me llevó a sentir ese sufrimiento y buscar auxilio de algún veterinario/a. Ver al can maltratado en una de sus patitas y tendido en el pavimento de una avenida, me dejó muy triste e impotente. No escatimé para ir en su auxilio. Lo vi muy asustado y apenas podía caminar, le dimos agua, intentando que pruebe un sorbo; pero estaba tan asustado que solo nos mostraba sus dientes, suponiendo que podíamos seguir maltratándolo.

Decidimos buscar a algún veterinario/a para que le ayudara inmediatamente. No fue muy sencilla esta decisión, pues la veterinaria más cercana estaba cerrada. Hasta que ubicamos otra, pero con mucho estupor. Después de contarle del hecho y pedirle si podía asistirlo, el veterinario me dijo “no puedo, estoy esperando una visita”. Pero, al ser preguntado sobre cómo debería procederse inmediatamente ante un can atropellado, no hubo respuesta.

¿El médico veterinario aludido no aprendió los primeros auxilios en el tratamiento a los animales? Si no sabe lo más elemental en los primeros auxilios, ¿será un médico veterinario? Es posible que me haya topado con un gran embaucador y no un veterinario. ¿El Ministerio de Salud realiza algún control para saber si en los centros de atención para animales trabajan médicos especializados? ¿El gobierno municipal de la ciudad de La Paz tiene otras formas de control sobre estos locales? ¿Existe alguna institución de denuncia sobre estos hechos?

Ante esta negativa del posible estafador, proseguí con mi búsqueda de otro samaritano de los animales y visité un local conocido que atiende a canes y gatos. Luego de reiterar lo que sucedió y preguntarle si podía auxiliarle. La respuesta fue “no puedo, estoy sola en la atención”. Al final, me dio la referencia de Animales SOS, expresando que es una entidad que atiende este tipo de necesidades. Apenas me facilitó un par de números de teléfonos de la institución nombrada, al llamar nadie contestó. Por si acaso, las “clínicas veterinarias” aludidas están ubicadas en el sector norte de la ciudad, más exactamente sobre la avenida Quintanilla Zuazo.

¿Qué deduzco de este intento de buscar asistencia médica para un perrito atropellado? No existe ningún cariño hacia los animales por parte de los “médicos/as veterinarios”. A lo mejor haya alguien con quien no me topé. Solo vi reacciones frías y de profunda insensibilidad. Al ver que el animalito maltratado fue llevado a su local, ¿pensaron que no se les iba a pagar? Claro que iba a reconocerles la atención. Pero creo que ni pagándoles se sensibilizarían.

Si no existe cariño ni voluntad de atención, ¿por qué estudiaron para ser veterinarios? Con las respuestas recibidas es posible pensar que la atención en estas clínicas para animales esté plagada de “negligencias médicas”. Como no hablan los animales, no sabemos si la curación o el tratamiento son adecuados y efectivos.

Hay que pensar que la ciudad de La Paz cada vez necesitará compartir la vida con los animales, sobre todo con los perros y gatos. Además de las wak’as y otras espiritualidades andinas. ¿Podremos convivir con todos ellos? Creo que es preciso que los centros de salud pública incorporen a algún buen veterinario/ a para que pueda brindar alguna asistencia y control efectivo a los animales.

Nuestra sociedad no puede imitar a otras insensibles. Los animales, las aves… también tienen el derecho de vivir en la ciudad y ser atendidos como seres vivos. ¿Cómo educamos a los irresponsables que abandonan a sus mascotas o a los conductores imprudentes que no piensan que conducen una máquina y se pueden convertir en asesinos? Uka q’iyir jaqinakaxa janiw suma apnaqapkiti. Aniturunakaruxa taqqhatañak munapxi, ¿ janicha ukhamaxa?

Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.