Entre el aterrizaje suave y el no aterrizaje
Las perspectivas de los países avanzados no son claras, con una mezcla de ajustes hacia arriba y hacia abajo en las proyecciones de crecimiento
Gabriel Loza
Hablar sobre la situación y perspectivas de la economía mundial es muy difícil en un contexto complicado donde hay señales positivas, pero también preocupantes con la incertidumbre de por medio, variable que se ha posicionado desde 2019 con la crisis del COVID-19, que a principios de 2022 se amplificó con la Guerra entre Rusia y Ucrania y con la continuación de la guerra tecnológica entre China y EEUU.
Si bien el Informe de Perspectivas de la Economía Mundial del FMI de julio estimaba un 3% de crecimiento del PIB mundial en 2023 y 2024, para EEUU proyectaba un 1,8% y 1 % respectivamente, mientras que para el Área del Euro de 0,9% y 1,5%. Y es muy posible que en el informe de octubre estas tasas se revisen, pero en distintas direcciones. Así lo adelanta el informe de perspectivas de la OECD de septiembre, que si bien reafirma la tasa del 3% para el mundo en 2023, ajusta a la baja la tasa para 2024 a 2,7%.
Lea también: Los BRICS 3.0 y la multipolaridad
El informe de la OECD estima para EEUU un 2,2% de crecimiento en 2023 y de 1,3% en 2024. Adicionalmente, las probabilidades de recesión están más bajas para 2024, un 54% en los próximos 12 meses por debajo del 60% estimada anteriormente, y que dos tercios de los economistas consultados confían de algún modo en que la Fed alcanzará un aterrizaje suave.
En sus proyecciones de la Fed sobre su tasa de interés de fondos federales, mantiene el 5,6% a fin de año y un 5,1% para 2024, por lo que, equivaldría a decir, se esperaría un alza hasta fin de año y un posible recorte recién en 2024.
El problema es que la inflación general (IPC), que había llegado a 3% en junio, empezó a subir al 3,2% en julio y al 3,7% en agosto de este año. En cambio, la variación de precios del Gasto del Consumo Personal (PCE, por sus siglas en inglés) sin combustibles y alimentos, que había bajado a 4,3% en junio, se mantuvo en 4,3% en julio para bajar al 3,9% en agosto de este año. En sus proyecciones, la Fed espera una tasa de inflación del PCE subyacente de 3,7%, por lo que si sigue bajando no pondrá en duda que se alcanzaría un aterrizaje blando donde se baje la inflación sin provocar una recesión.
Todavía la Fed continuará haciendo el seguimiento de los datos, como señaló en su reunión de septiembre: “el Comité seguirá monitoreando las consecuencias de la información recibida para las perspectivas económicas”, pero a veces el problema es que los datos no siguen a los formuladores y hacedores de política como ellos quieren.
Se critica al Fed de que la “dependencia de los datos” significa que no tiene la clave, sin embargo en tiempos de incertidumbre es mejor depender de los datos que de teorías y fórmulas rígidas.
Por el contrario, la OECD (2023) proyecta para el Área del Euro una tasa de crecimiento menor para 2023 del 0,6% y una recuperación leve al 1,1% en su tasa de 2024. La cuestión no está clara sobre el abatimiento de la inflación, puesto que el Banco Central Europeo (BCE) estima una tasa de inflación del 5,6% para 2023, de manera de llegar a la meta ansiada de su política monetaria del 2,1% recién en 2025.
Por tanto, hasta tanto no llegue a su ansiada tasa, el BCE dejó abierto el sendero poco luminoso de subir más las tasas de interés, después de su reciente alza al 4,5% en su reunión de septiembre, cuando solo hace dos años tenía una tasa negativa del -0,25%. Esta tasa es una de las más elevadas desde 2001, similar en la crisis financiera de 2008 y eso que el BCE tardó más en subir su tasa de interés al dejarla un tiempo bajo cero, ahora es el más tardío en suspender las subidas y amenaza seguir con su alza.
La corrección de la tasa de crecimiento proyectada del PIB del Área del Euro en 2023 fue hacia abajo, a diferencia de los Estados Unidos hacia arriba, y aunque ambos bancos centrales esperaran lograr la meta del 2% como objetivo de política, el Fed estaría más cerca de esa meta, más probable en 2024 con un aterrizaje suave, mientras con el BCE no se vislumbra todavía un aterrizaje y tal vez logre alcanzar su meta del 2% en 2025.
En síntesis, las perspectivas de los países avanzados no son claras, con una mezcla de ajustes hacia arriba y hacia abajo en las proyecciones de crecimiento tanto en el presente año como en el próximo.
(*) Gabriel Loza Tellería es economista, cuentapropista y bolivarista