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Una reflexión para la ‘clase’ política

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Guido Romay

De la coyuntura política que vive el país, se puede colegir como una percepción generalizada en la población, el rechazo, el cansancio y, en otros casos, el hastío en contra de los políticos, tanto del oficialismo como de la oposición. Lo mismo ocurrió hace varios años, cuando hubo un desgaste generalizado y descrédito de los partidos y los líderes políticos de entonces, hecho que derivó después en la elección del primer presidente indígena, Evo Morales.

La población boliviana se había cansado de los partidos políticos tradicionales como el MNR, el MIR, ADN, entre otros, que se dividieron o fragmentaron y dieron lugar a la aparición de las agrupaciones ciudadanas, las que en el transcurrir del tiempo también se desprestigiaron y perdieron credibilidad y confianza ciudadana.

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Apareció entonces el Movimiento Al Socialismo (MAS) como una fuerza política emergente y fue de esa manera que las agrupaciones ciudadanas fueron desplazadas por los movimientos sociales, que son la esencia y la razón de ser del partido político en función de gobierno desde hace 17 años, primero con Evo Morales y ahora con Luis Arce Catacora.

Ahora bien, en la actualidad otra vez existe un marcado desencanto de la población con la denominada “clase política”: con los evistas y los arcistas, y desde luego con los opositores en general: Comunidad Ciudadana, Creemos y otras “siglas” que comienzan a aparecer pero solo con consignas, y que se muestran únicamente como antimasistas, pero nada más.

Ante este panorama político desalentador, tendrían que emerger nuevos liderazgos con un  nuevo discurso político que sea capaz de seducir al electorado, mostrando una nueva visión de país; pero no con simples consignas o declaraciones de prensa como lo están haciendo los “opositores”, sino con propuestas claras y concretas de políticas públicas, políticas sociales, económicas que sean creíbles y confiables. Están muy equivocados los opositores al Gobierno al mostrarse solamente como “antimasistas” y limitarse solo a cuestionar o criticar la gestión del presidente Arce.

Por su parte, los masistas alguna vez tienen que asumir una posición autocrítica, tanto evistas como arcistas, porque en política el peor error que se puede cometer es pensar que todo lo que se hace como gestión gubernamental está bien, y en el caso de los evistas están jugando con fuego al asumir posiciones radicales que terminarán por destruir a su propio gobierno y desde luego a su instrumento político.

Si acaso el MAS pretende volver a ganar las próximas elecciones generales, no solo tiene que superar sus pugnas internas y mutuas acusaciones, sino que también debe reconducir sus acciones programáticas y promover algo así como un relanzamiento de su “proceso de cambio”.     

(*) Guido Romay es periodista, profesor y escritor