El cabildo, un patrimonio
La celebración del cabildo abierto convocado por organizaciones sociales con motivo de generar una respuesta al congreso del Movimiento Al Socialismo (MAS), permite ver el desarrollo de un ejercicio democrático que además pone un contraste para el análisis de la convocatoria de Lauca Ñ y sacar importantes razonamientos en torno a estos dos eventos.
Es un punto interesante que la dirección de un partido político provoque un movimiento cuando menos inusitado a su alrededor, y esto deja de manifiesto que el MAS, como partido político, no tiene un solo dueño y, como en pocos casos en la historia nacional, se encuentra enfrentando una serie de contradicciones que dejan entrever la lucha de este frente por superar un estigma de movimiento caudillista, para tomar un lugar más estable en la historia de nuestro país.
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Sobre esto, debe remarcarse que se esté utilizando un instrumento de alto contenido democrático como es el cabildo, que fue reconocido dentro del ordenamiento legal boliviano recién a partir de la última parte de este siglo XXI, pese a tener una trayectoria mucho más amplía; y esto conlleva la manifestación de los estamentos más básicos de la política boliviana para dejar en claro un reclamo de atención de la dirigencia para conservar una unidad que ha pasado rigurosos exámenes en 2020, y que reclama a su vez la inclusión de todas la organizaciones que se sienten parte de este partido que se encuentra ligado íntimamente a los últimos cinco lustros de la historia contemporánea.
Ahora bien, no debe perderse de vista que esta convocatoria es un interesante contraste con el último congreso del MAS celebrado en Lauca Ñ, donde se han observado prácticas reñidas con el ejercicio democrático, segregando la participación de sus propios militantes y donde además se han verificado exclusiones poco justificables de las organizaciones que justamente convocaron al cabildo abierto para evitar un atrincheramiento que no hace ningún bien a la política boliviana y que ha llevado a una falta de estabilidad en el estamento político, repercutiendo en la ciudadanía con una falta de seguridad en la conducción del órgano deliberante del Estado.
Entonces, corresponde una seria reflexión con relación a la conducción de este partido que concita a una parte importante de la población, y exige a su dirigencia que se mantenga en su interior a todas esas organizaciones que se convocaron alrededor de un instrumento que ha sido reconocido durante el ejercicio del poder del propio MAS, para recordar que este partido no tiene un propietario y que lucha por superar un liderazgo único rompiendo con el común denominador de las organizaciones políticas bolivianas.
En conclusión, este cabildo resultó ser un muy interesante ejercicio democrático, que más allá de cualquier cuestionamiento que se pueda tener al respecto de su auspicio ha aglutinado a una gran cantidad de personas y organizaciones que ponen en público su parecer y reclaman su participación en el partido político más importante en lo que va del siglo XXI. A la vuelta también permite un serio cuestionamiento a la última reunión dirigencial de esta organización política, que trata de encerrarse para arrancar una legitimidad que, con este último cabildo, debe ser repensada y llevar adelante una apertura necesaria.
(*) Rafael Villarroel es economista