Realidades que se entrecruzan
Esta situación pareciera denotar que el espacio público hoy ya no refleja a la sociedad y menos la expresa
Patricia Vargas
En los últimos años, la ciudad de La Paz está cambiando bajo la influencia del paradigma digital, el cual la transformó hasta el punto en que ciertos espacios públicos tradicionales —antes llenos de vitalidad y fuente de creatividad cultural— están siendo hasta olvidados.
Esta situación pareciera denotar que el espacio público hoy ya no refleja a la sociedad y menos la expresa. Todo debido a la velocidad con la que crece el valor de lo digital, que ha dinamizado la vida del ciudadano a través del contenido de las redes. Un intercambio de conocimientos que no dejan de ser innovadores, pero que también influyen en la vida de la juventud.
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Una realidad que ha llevado a un estallido de laxitud, fruto del entrecruzamiento entre la vida urbana y la era digital. Así, los lazos sociales y culturales basados en el interrelacionamiento son sustituidos por las redes sociales.
En esa medida, si bien la gente joven no está perdiendo el derecho a la ciudad, es evidente que ésta —debido a las condiciones arriba descritas— la llevara a su conversión como ciudad diseminada del mañana. Esto, por la reducción de actividades que se observa en la población joven, la cual pareciera ir olvidando sus necesidades de esparcimiento al aire libre.
Habrá que reconocer, sin embargo, que la práctica en redes logró romper la brecha digital con otros países. Algo necesario para la sociedad boliviana, pues lo digital ahora forma parte de la cotidianidad laboral y educativa de su gente.
Lo preocupante es que gracias a ese apego tecnológico, el aprecio al espacio público de plazas y parques está siendo olvidado, como si se buscase que desaparezcan. Una idea por demás absurda, ya que el espacio recreativo abierto jamás dejará de existir, porque así lo exige la salud física y mental.
Otra perspectiva a tomar en cuenta es que el ingreso a la era digital ha hecho que el trabajo y el disfrute dejen de circunscribirse a lo experimental, ya que hoy el relacionamiento virtual forma parte del diario vivir e impacta en que el contacto social sea menor.
Y es justamente aquello lo que hoy influye para que parte de la juventud sienta que ciertos espacios públicos del pasado deben desaparecer. Una visión lamentable y superficial del valor real que tiene un espacio abierto para la mente y el cuerpo; sin olvidar su fuerza para el relacionamiento entre ciudadanos.
Debido a ese “aislamiento digital” de la gente, el planeta reconoce hoy que ella necesita mayor contacto ciudadano. Al ser esta una necesidad inobjetable, se precisan nuevos y atractivos espacios públicos, como parques y otros, destinados sobre todo a que las personas se sientan seres vivientes y móviles, dispuestos a disfrutar pequeños momentos al aire libre y con ello satisfacer su existencia psíquica y corporal.
Sobra decir que todo ser humano requiere del encuentro entre ciudadanos en el espacio público, el cual, sin embargo, pareciera ir camino a convertirse en un fantasma urbano. Y tristemente hacia esto último apunta que lugares tan ricos para las expresiones sociales como son los grandes parques o espacios experimentales recreativos, hoy sean abandonados y hasta agredidos por ser considerados —especialmente por los jóvenes— lugares obsoletos para los tiempos actuales. Algo sin sentido, pues todo espacio libre y abierto sirve como alimento para el espíritu.
En definitiva, si bien el contacto virtual predomina hoy en día en la vida contemporánea citadina, la pasión por las ciudades perdurará en el tiempo.
(*) Patricia Vargas es arquitecta