Icono del sitio La Razón

La inalcanzable paz entre Israel y Palestina

tribuna

En su intento de aniquilar a Hamás y a los palestinos, el Ejército israelí desde el pasado 7 de octubre ha matado a más de 4.000 palestinos, una cuarta parte de ellos niños, y ha expulsado de sus hogares a cerca de la mitad de los 2,3 millones de habitantes de Gaza.

Israel bombardea indiscriminadamente el territorio palestino de Gaza desde que combatientes del islamista Hamás irrumpieron en Israel desde el enclave el 7 de octubre, cuando mataron a 1.300 personas, la mayoría civiles.

Expertos en la política de Oriente Medio auguran que la guerra podría ser prolongada y advierten de la complejidad de la guerra urbana en la zona.

En tanto, líderes árabes condenan los bombardeos israelíes en Gaza y exigen que se redoblen los esfuerzos para alcanzar un acuerdo de paz en Medio Oriente que ponga fin a un ciclo de violencia entre israelíes y palestinos.

En los últimos 40 años vanos han sido los intentos de pacificar el conflicto entre israelíes y palestinos, llevándolos más “cerca al infierno que a la tierra prometida”.

Recordemos que, en septiembre de 1978, el presidente de Estados Unidos, Jimmy Carter, negoció un acuerdo de paz entre el presidente egipcio Anwar Sadat y el primer ministro israelí Menachem Begin.

Conocidos como los Acuerdos de Camp David, sentaron bases para un acuerdo de paz, que incluía la retirada de Israel de la península del Sinaí y también establecían un marco para un posible proceso de autogobierno palestino en Cisjordania y Gaza, aunque nunca se llevan a cabo.

Tras nueve años de incertidumbre, se produjo la primera intifada en 1987, es decir, el levantamiento palestino que generó enfrentamientos, protestas y desobediencia civil contra la ocupación israelí en Cisjordania, Gaza e Israel, lo que llevó a que los militares israelíes respondieran con duras medidas represivas militares. Aun así, los disturbios continuaron durante varios años, con heridos y muertos de ambas partes.

En 1993 se llevó a cabo el primero de los dos acuerdos de Oslo, que fueron firmados entre Israel y la Organización de Liberación de Palestina (OLP), que estableció un proceso de paz basado en resoluciones anteriores de la ONU y trazando la expansión de un autogobierno palestino limitado en Cisjordania y la Franja de Gaza.

En esos acuerdos se creó la Autoridad Palestina para supervisar los asuntos administrativos en esas áreas, mientras que la OLP fue reconocida por Israel y Estados Unidos como un “socio negociador”.

Empero, con el propósito de boicotear el proceso de paz con los palestinos, el 4 de noviembre de 1995, Yitzhak Rabin, de 73 años, quinto primer ministro de Israel, recibió un disparo mortal en la espalda de un extremista judío de derecha. El asesino aseguró que se oponía a los acuerdos de Oslo por “motivos religiosos”.

El segundo levantamiento palestino, conocido como la Segunda Intifada, comenzó en 2000 después de la visita de la figura política israelí de derecha Ariel Sharon a un complejo en Jerusalén que es venerado en el judaísmo, cristianismo y el islam. Los disturbios, que continuaron por cinco años, dejaron cientos de muertos en ambos bandos.

En 2005, Israel retiró sus tropas de la Franja de Gaza. Un año después, el grupo militante palestino Hamás ganó las elecciones legislativas, lo que generó tensiones políticas con el partido Fatah, simpatizante de la OLP, que controla la franja de Cisjordania.

A raíz de la toma de Franja de Gaza por Hamás en 2007, Israel impuso un bloqueo de 16 años al territorio, que alberga a 2,3 millones de palestinos, y limita la movilidad de bienes y personas dentro y fuera de la zona.

La Oficina de Coordinación de Ayuda Humanitaria (OCHA) de Naciones Unidas afirma constantemente que “Israel ha profundizado la crisis humanitaria de Gaza” y que la mayoría de los habitantes viven en campos de refugiados y dependen de las raciones que les hace llegar la organización.

En los últimos años, Hamás se ha beneficiado con la muerte de palestinos e israelíes en su afán de acabar con el Estado hebreo. Para ellos, cuantas más muertes haya en ambos bandos será mejor.

El expremier Ehud Barak sugiere una intervención política en Gaza, no de parte de Israel como alientan algunos aliados de Benjamín Netanyahu, sino de un puñado de países árabes que abran el camino para el regreso al poder de la Autoridad Palestina.

En tanto, Estados Unidos, que es el principal aliado de Israel y que durante décadas ha brindado apoyo militar y logístico al Estado hebreo, insiste en evitar cualquier movimiento que perjudique a Tel Aviv.

Para ganar la paz, Israel debe dar señales claras que ese cambio debe darse, y que tendrá mucho que ceder.

 Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional.