Quemas, humareda y la gran contaminación
Estos últimos días vivimos en Bolivia con gran contaminación ambiental y extrema. Se calcula que existen alrededor de 350 puntos de incendios en varios departamentos del país, sobre todo en Santa Cruz, el Norte de La Paz, Cochabamba, en Beni y Pando. Además, se comenta que nuestro país sería el segundo del mundo con más quemas de bosques.
Olvidamos la gran experiencia de combatir al fuego de hace algunos años. Recuerdo que había acciones políticas muy concretas para sofocar inmediatamente los lugares afectados, incluso con bomberos voluntarios de otros países y aviones alquilados para el combate contra el fuego. Hoy, casi todas las autoridades, es decir, del Gobierno central, las gobernaciones y los municipios se manifiestan tenuemente al respecto. Incluso en la sociedad estamos tan apáticos. ¿Acaso hemos normalizado los incendios? Parece que sí, al menos no se conocen protestas reclamando acciones inmediatas para las regiones afectadas. Las marchas contra la guerra y la solidaridad con el pueblo de Palestina tienen más adherentes que las conciencias sobre nuestros incendios provocados.
La contaminación comienza a hacer estragos, sobre todo en la ciudad de Santa Cruz y también en La Paz, por ejemplo, con la suspensión de las actividades escolares. En Chuqiyapu marka ya no se puede distinguir si es humo o nubes, con consecuencias de problemas respiratorios y picazones en los ojos.
Lamentablemente, los diferentes medios de comunicación, incluidas las redes sociales, han quedado atrapados en banalidades y en puro shows, solo se dice que “hay focos de calor”, pero no se indaga más, por ejemplo, ¿quiénes son los causantes? Y menos sobre la afectación que se ha causado a la flora y la fauna, y la Madre Tierra.
¿Quiénes son los autores de los incendios? Se dice que son los “chaqueadores”, es decir, personas que queman para limpiar el suelo y para luego sembrar. No es posible permitir este tipo de prácticas tan peligrosas que lo único que están haciendo es causar la deforestación, la muerte de animales, aves y la contaminación ambiental. Pero también se dice que serían los avasalladores de tierras agrícolas, que pasado el incendio proceden a apropiarse y venderlas.
Los medios informativos transmiten verdaderas simulaciones de bomberos que supuestamente irán a sofocar el fuego a las regiones afectadas; pero en situación de gran emergencia y de urgencia, cómo es posible tolerar shows mediáticos que lo único que hacen es banalizar la tragedia y normalizarla. No se puede permitir que en medio de tanta tragedia se siga tratando la información como un hecho sin trascendencia. Es hora de atacar la razón de la sociedad mezquina y que ama cada vez más la muerte como algo normal. Los gobiernos municipales de los lugares afectados no se han pronunciado y menos son parte de políticas claras para enfrentar el problema a futuro.
Estos días oímos a asambleístas nacionales que quieren hacer una ley en la que se pueda penalizar con 30 años de cárcel a los causantes de los incendios. Pero ¿para qué otra ley inocua? Tenemos en la CPE el capítulo V sobre el derecho al medio ambiente. Con esa ley suprema basta. Sería que los senadores y diputados vayan a los lugares de los incendios para ver in situ la magnitud de la tragedia y sus efectos catastróficos, y así tener alguna idea de cómo los seres humanos y todas las especies vivas estamos afectados.
Necesitamos emprender una gran campaña de educación societal, a lo mejor resulte algo para el futuro. Pero ¿quién la organiza? Hoy el Gobierno central está enfrascado en líos internos, las gobernaciones y los municipios no saben (o no quieren) cómo enfrentar el problema. El Consejo de Autonomías, en su asamblea del miércoles, no discutió sobre los incendios. Los políticos (llámese “pititas”, plataformas, comités cívicos, etc.), que salían a las calles para disimular que les interesaba el problema, hoy están en la absoluta ignorancia y apatía. Muchos ciudadanos opinan que son estos sectores conservadores y sus seguidores los que están incendiando. Todo es posible.
El capitalismo salvaje y la sociedad del espectáculo nos están llevando a generar muertes más sutiles, por ejemplo, la afectación a la salud de todos los ciudadanos, pero ni qué decir de los animales y otros seres vivos que habitan los lugares incendiados. Uka ñanqha jiq’iwa wali usuntaychistani, arsusiñasawa uka nina jiwayañataki.
Esteban Ticona Alejo es aymara boliviano, sociólogo y antropólogo.