Una canciller, ¿una Política Exterior Feminista?
En América Latina son varios países ya que se continúan sumando con entusiasmo a este cambio de paradigma sobre la diplomacia
Verónica Rocha Fuentes
Así sea de manera interina, hoy este alto cargo está en manos de una mujer. En una fecha similar, hace cuatro años atrás se trataba de instalar en la opinión pública la idea de que por vez primera una mujer ocupaba este cargo tan relevante para cualquier gobierno: el de ministra de Relaciones Exteriores. Ese olvidable 2019, una mujer había ocupado ese cargo ingresando por la ventana. Este 2023, lo hace otra en uso de la puerta, pero aun así de manera —por ahora— pasajera.
Es inevitable pensar que solo el dato (quizá circunstancial) nos lleve a pensar en la implicancia de este alto cargo en clave femenina. O, mejor aún: feminista. Más aún en un escenario internacional en el que la Política Exterior Feminista (PEF) viaja como mariposa monarca “del norte al sur, del sur al norte”, buscando constituirse como una opción para construir algún (nuevo) sentido común para este mundo multipolar, distópico y carente de certezas. Este mundo de hoy en el que no existe instancia alguna con la capacidad de frenar el holocausto contemporáneo que estamos presenciando en Oriente Medio, a través de nuestros teléfonos, en este preciso minuto.
Lea también: La esperanza política como un privilegio
A reserva de la tendencia a la derechización que existe en la actualidad en Europa, continente pionero en lo que refiere a PEF, y el riesgo que esto implica para su desarrollo, en América Latina son varios países ya que se continúan sumando con entusiasmo a este cambio de paradigma sobre la diplomacia, con su consecuente relato en la creciente literatura sobre este tema. Los estudios sobre el tema dan cuenta de que la Política Exterior Feminista, en términos operativos, implica concretamente la inclusión y articulación de nuevas actoras en este ámbito, así como de renovadas formas de implementar la diplomacia. ¿Y qué pasa con la agenda de las relaciones exteriores? ¿qué temas ocupan, en inicio, las reflexiones sobre PEF? Si partimos de que estamos hablando de un cambio paradigmático, se puede decir que una política exterior con enfoque feminista conlleva, en un nivel operativo, no solo la inclusión de nuevas agendas sino ante todo una revolución profunda del temario principal que guía el tejido de comunicaciones entre naciones, Estados, países y pueblos. Así las cosas, en este momento podríamos entender a la propuesta de la PEF como una oportunidad bisagra de encarar y gestionar no solo las relaciones exteriores sino, sobre todo, la colectividad mundial; en otras palabras: la humanidad.
Al escribir esta columna, no existe aún una certeza sobre quién será la persona que esté a cargo de este espacio tan relevante para el Gobierno, para el Estado y para el país. Lo cierto es que en un escenario que globaliza asincrónicamente la economía y la igualdad, dejando a la primera tan lejos de la segunda, existen herramientas que permiten al menos (nótese además la crisis de fe) pensar que otra globalización es posible y que otra forma de hacer política exterior es urgente. Para ello ahí está la Política Exterior Feminista, aún como incógnita, aún como construcción, aún como oportunidad académica y política de generar un diálogo de experiencias y saberes que, en uso de los principios del movimiento político más grande de este siglo: el feminismo, pueda constituirse en una trinchera común en la búsqueda de una nueva gobernanza global posible.
(*) Verónica Rocha Fuentes es comunicadora. Twitter: @verokamchatka