Voces

Wednesday 6 Dec 2023 | Actualizado a 19:56 PM

La Nuestra

/ 18 de noviembre de 2023 / 07:40

Los argentinos tienen en sus retinas memoriosas abundantes ejemplos de una construcción histórica llamada La Nuestra, pero pareciera que no terminan de asumir conciencia de lo que han hecho hasta hoy desde que se inventara el fútbol moderno.

Dice la historia que “los hermanos Brown, figuras del Alumni que dominó a comienzos del siglo pasado, ya hablaban de eso y el periodista Borocotó trazó un perfil de nuestro estilo en una edición de la revista El Gráfico, en 1928, buscando que el fútbol fuera algo más que un deporte de ingleses jugado por argentinos. Pluma influyente, buscaba redefinir una manera —nacional— de jugarlo, de agregarle al deporte el ingenio de la picardía criolla. La nuestra en definitiva. Un modo propio. La argentinización del fútbol.”

Se trata de una identidad nacional sustentada en una manera de vivir y jugar al fútbol relacionada con la genética y la apuesta por la manera en que se debe concebir el juego que pasa por el buen trato de balón (posesión de la pelota) basado en unas aptitudes que se han ido transmitiendo de una generación a otra, de las que emergen tres de los cinco futbolistas más grandes de la historia: Alfredo DiStefano, Diego Armando Maradona y Lionel Messi. Los otros dos, ya se sabe, son un brasileño, Edson Arantes Do Nascimento (Pelé) y un neerlandés, Johan Cruyff.

Argentina es la privilegiada patria del potrero, del juego de la pelota en la cancha del barrio, allá donde se jugaba y se construían amistades inquebrantables y trascendentes durante casi todo el siglo XX. Dicen muchos de los que han paseado el mundo que no hay tribunas más agradecidas, leales y creativas que las colmadas por los militantes de la celeste y  blanca, y de los cuadros bonaerenses, rosarinos, cordobeses o tucumanos, y de ahí tenemos que la más grande manifestación de masas con cinco millones de personas lanzadas a las calles, no la generó Juan Domingo Perón, sino Lionel Messi y sus compañeros de equipo y la frase más trascendente de la historia política rioplatense la pronunció no un candidato a la presidencia, sino el seleccionador Lionel Scaloni, luego de que sus dirigidos consiguieran para sus vitrinas la tercera Copa del Mundo en Qatar: “No hay cosa más linda que ver feliz a tu gente, a tu país… ver a esa gente emocionada en las calles no tiene precio”.

Este jueves 17 de noviembre, cuando Uruguay se impuso nada menos que en La Bombonera, cancha de Boca Juniors, a la Argentina, retornaron a mi memoria todas las imágenes con las que tengo presente que en la historia de la albiceleste sobresalen la coherencia, la constancia y la fidelidad a una forma de ser: Juan Román Riquelme abraza a Messi, Marcelo Bielsa abraza al mismo Scaloni y a Pablo Aymar, Messi se reencuentra con su amigo uruguayo Luis Suárez con el que compartieron cancha y asados en Barcelona. El pasado constructor de los “Pekerman boys”, de los que formó parte el actual cuerpo técnico argentino (Scaloni, Aymar, Samuel, Ayala) se mezcla con la obsesividad ilusionada por la presión alta en la que cree contra viento y marea, a capa y espada, quien ahora es seleccionador de la celeste uruguaya. Juegan un partido memorable con triunfo de la sabiduría táctica de Bielsa. Terminado el juego, sigue la vida, nadie quiere matar a nadie, y lo más grave que puede suceder fuera del juego es una puteada por la derrota y punto. El fútbol seguirá porque a continuación Argentina visitará a Brasil en el Maracaná y Uruguay recibirá a Bolivia en el Centenario de Montevideo.

Si los políticos argentinos tuvieran profunda conciencia de cómo su fútbol ha construido Sentido Común para su país, si repararan que cuando salieron el 19 de diciembre de 2022 a recibir a sus campeones, la grieta desapareció gracias al arte de encantamiento que implica este juego incomparable, podrían caer en cuenta, de una buena vez, que hay otras maneras de edificar maneras de vivir que para variar hoy se encuentran divididas entre neoliberales rabiosos que creen tener derechos exclusivos sobre la libertad y nacionalistas de Boca y River convencidos que el Estado debe seguir haciéndose cargo de la educación, la salud y los jubilados. Massa no es Menotti y Milei no es Bilardo, Macri no es Bielsa y Cristina no es Pekerman. Todos ellos, a su turno, han pensado que el país debía discurrir por caminos de izquierda y derecha, pero todos coincidirán que sus héroes nacionales no son, en primer lugar, San Martín o Perón, que sus héroes de llanto profundo y risa interminable son el Diego  y Messi.

Argentina es un país inolvidable y tan expresivo en todas sus facetas que mañana, día de segunda vuelta eleccionaria presidencial, se merece un festejo de los nietos de los descamisados, de los más pobres, de esos que son capaces de abrazarse hasta con sus patrones cuando Montiel concreta el último penal contra Francia para decir “somos campeones del mundo.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

Comparte y opina:

Una mesa de tres patas

/ 2 de diciembre de 2023 / 01:22

Es necesaria una mesa que no necesita cuatro patas. Solo tres. Una mesa triangular con la primera pata conformada por todes, todos y todas: la sociedad entera, con su fortaleza organizativa comunitaria y con su perfil individualista mal llamado libertario. La segunda pata es la del Estado, con el tamaño proporcional a las necesidades de la sociedad para proteger la soberanía y la autodeterminación, para no dejar de combatir el saqueo, el despojo, los asesinatos políticos, las violaciones a los derechos humanos en todas sus formas y para generar políticas públicas en un contexto en el que la “igualdad de oportunidades” es una falacia del emprendedurismo que niega la historia, que mira para otro lado cuando se debe hablar de masacres y genocidios, que se niega a aceptar que hay cunas de paja y hay cunas de oro. La tercera pata, la más compleja en la determinación de su tamaño exacto, es la del mercado ordenando los precios, las ventas, las compras, las facilidades y los controles para la marcha de la llamada iniciativa privada en todas sus expresiones, desde empresarios clásicos hasta cooperativistas mineros asociados a inversionistas chinos.

Hay que luchar por una mesa de tres patas en que sociedad, Estado y mercado funcionen a partir de vasos comunicantes y no más de compartimientos estancos. A partir de 2006, en Bolivia empezamos a saber que el Estado podía servir para desembargar al país del voraz capital transnacional, ese que no tiene patria, solo bancos, organismos crediticios y financieras del microcrédito que les hacen creer a los pobres que algún día podrán ser ricos. Esa es la histórica contribución de Evo Morales- Álvaro García Linera a la construcción de la identidad nacional del siglo XXI, rompiendo las barreras erigidas para perpetuar el complejo de inferioridad sobre la base de un juego manipulatorio y la inducción al autoconvencimiento de que los indios no pueden, pero que los hechos lo demuestran, seguirán constituyendo la cara y el alma de nuestra variopinta forma plurinacional, aunque el racismo se empeñe en lo contrario, sea a través de golpes de Estado (blandos y duros), referendos revocatorios, sabotajes a las políticas económicas, o torpedeos a los objetivos industrializadores del país.

El día en que nos quede absolutamente claro a todes, todas y todos que el Estado existe para generar condiciones de vida que propendan a la justicia social sustentada en la búsqueda de equidad, que el mercado es el lugar en que los negocios ayudan a crecer a un país, y no solo a unos cuantos herederos o talentosos-codiciosos hacedores de dinero y que la sociedad necesita por lo menos de tres comidas diarias para expresarse con lucidez, ese día habremos comenzado a construir una Bolivia en la que si bien podrán prevalecer las contradicciones a partir de los intereses de clase, estaremos en condiciones de cerrarle el paso a la tentación autoritaria del exterminio del otro a partir de la negación de su existencia, de su Sentido Común, de su derecho a existir con dignidad y con aspiraciones a una vida en que la felicidad deje de ser una frívola aspiración de telenovela.

Como nos enseña la química, la vida en sociedad está hecha de mezclas y combinaciones. Preguntemos a esos artistas con experiencia en fusionar sonidos de orígenes y procedencias diversas cómo se hace. Preguntemos a los DJ cómo se hace para mezclar la electrónica, el rock, el tango, la bossa nova, la murga, el huayño, los kantus de Charazani, la cueca, el jazz, el soul o la cumbia villera. Seguro que nos enseñarán muchísimo. Preguntemos a diseñadoras y diseñadores cómo se hace para generar las tendencias “etno chic”, cómo en una chaqueta puede converger el diseño clásico occidental con los textiles calchas, tarabuqueños, mayas o aztecas.

El neoliberalismo a ultranza que pretende tirar para la mierda al Estado, como un trasto inservible con destino a la cloaca de la memoria histórica, el nacionalismo represivo y persecutorio como el de Daniel Ortega en Nicaragua, que soslaya el incontenible avance del comercio internacional en que gana la comunista-capitalista salvaje China, los insensibles que miran a la sociedad como un mero objeto de estudio estadístico, todos esos están condenados a seguir ofreciéndonos polarizaciones sin sentido, violencias con olor a muerte como las desatadas por Trump, Bolsonaro o Netanyahu.

Sociedad. Estado. Mercado. Con esa mesa de tres patas es posible sostener la superficie planetaria cada vez más devastada por el calentamiento global, el cambio climático, la deforestación, las quemas que buscan regenerar los suelos para la nueva siembra, pero que al final terminan ensuciando el aire que respiramos.

Los fundamentalismos y las visiones dogmáticas y ortodoxas invocan a la desesperanza y la desolación. El Estado y el mercado, en lugar de seguir forcejeando, tendrían que empeñarse en buscar el Justo Medio que nos enseñaron los griegos para hacer de este Un mundo agradable, como canta desde 1992 esa rockera banda eterna llamada Serú Girán.

Julio Peñaloza Bretel es periodista

Comparte y opina:

Cacería de periodistas

Archondo, el Murillo del periodismo golpista de 2019 es pues un aventurero fracasado en sus oscuras intenciones.

/ 4 de noviembre de 2023 / 00:46

El odiador principal de Evo Morales, Andrés Gomez, ha desempolvado un texto de la H Parlante (Facebook) publicado el 24 de diciembre de 2019, a un mes y 12 días de la inconstitucional asunción de Jeanine Áñez a la presidencia del Estado, momento en el que me encontraba en Buenos Aires, Argentina. Dominado por su condición obsesivo compulsiva, Gomez usa el texto de Rafael Archondo para encarar su propia arremetida contra Evo y Abya Yala Televisión.

En plan pontifical, el propietario de la H Parlante dice entre otras cosas lo siguiente: “En Abya Yala Televisión conseguía espacio quien, siendo simpatizante del proceso de cambio, llegaba con algún auspiciador. De ese modo hicieron su canasta de ingresos, varios aventureros de la pantalla chica. La galería de fotos los muestra con cierta exhaustividad (…) al esposo de la diputada Susana Rivero (Julio Peñaloza), quién llegó a dirigir el área informativa”. En dicho texto, figura una docena de nombres (entre ellos el mío, como se puede leer), lo que certifica el rol persecutorio ejercido por este sujeto muy sintonizado con el régimen imperante —el de Áñez, Murillo, Ortiz— del que fue colaboracionista y al que defiende como constitucional, desnudando, cada vez que se refiere al tema, su estruendosa deshonestidad intelectual.

Destripo y desmiento las sindicaciones de Archondo contra este periodista: No es cierto que haya llegado a trabajar en Abya Yala Televisión (2015 – 2017) “con algún auspiciador” y por lo tanto es menos cierto, en consecuencia, que hiciera de esta, “mi canasta de ingresos como un aventurero de la pantalla chica”. No satisfecho con esta ejemplar sarta de mentiras, el individuo invade mi supuesto estado civil, como si a partir de éste se me hubiera abierto la puerta para trabajar en dicha estación televisiva para “dirigir el área informativa”. Hagamos un ejercicio aplicando el mismo manejo de la muda parlante: “El esposo de Pilar Contreras (Rafael Archondo) sueña con ser director de un diario y para intentar conseguir el objetivo, penetró a control remoto en filas del sindicato de este medio para incidir en la crisis producida en su seno, con fiscales asediando al medio de comunicación en cuestión para arrebatárselo a su principal accionista”.

La diferencia entre lo que dice uno y otro texto pasa por la verificación de la verdad: Primero, Archondo trata de descalificarme utilizando mi supuesto estado civil y segundo, jamás podrá demostrar que dirigí el área informativa de Abya Yala Televisión porque simplemente esa no era mi tarea. Tercero, si nos referimos a los “simpatizantes del proceso de cambio”, Archondo era uno de estos y con cargo diplomático en la misión boliviana en Naciones Unidas hasta que se peleó con otros persecutores que la emprendieron contra él. Sobre el tema, un tal Martín Villa demolió a este exembajador de Evo, en un ida y vuelta producido en las mismísimas entrañas de la H Parlante.

Queda claro entonces que Archondo armó una galería fotográfica y un texto ponzoñoso con intenciones de cacería contra periodistas, comunicadores y ejecutivos de Abya Yala Televisión haciendo uso de la cobarde ventaja de tener de su lado a los golpistas de entonces, pasando por Raúl Garafulic Lehm, dueño de Página Siete, diario en el que era columnista, para perseguirnos y criminalizarnos, de la misma manera en que quiso dañar a la dirección de este diario, La Razón, al que por supuesto ya no le quedarán ganas de volver a merodear después de ser descubierto en su fabricación de mentiras acerca de la forma en que fue adquirido y sobre los recursos que facilitaron la transacción.

Sería coherente que con el mismo entusiasmo militante por el gobierno de facto, este francotirador de Facebook se pronunciara en defensa de los periodistas de Página Siete a los que Garafulic dejó en la estacada, mandándose a mudar lejos de Bolivia, adeudándoles salarios y beneficios sociales. Todo se puede esperar de personajes como éste, al haber aludido supuestas relaciones personales de este periodista y de otros colegas para intentar descalificarlos y de esa manera incitar a una cacería del gobierno represivo entonces imperante.

Archondo adoptó el estilo Murillo y fue a la caza de periodistas “simpatizantes del proceso de cambio”. Amigos suyos hicieron lo mismo, ya lo conté en distintas oportunidades, publicando fotografías para informar hacia donde “escapábamos”. Hoy 4 de noviembre, recordamos 59 años del golpe de Estado asestado por el general René Barrientos Ortuño, y el 15 y 19 de noviembre recordaremos las masacres de Sacaba-Huayllani y Senkata en las que murieron 38 personas a manos de militares, hace cuatro años. Por supuesto que sobre esos temas, el hombrecillo en cuestión no dijo y no dirá una sola palabra, porque como ya sabemos, cuando se trata de asuntos que no encajan en el libreto sujeto a sus intereses, se caracteriza por callar.

Archondo, el Murillo del periodismo golpista de 2019 es pues, como se acaba de demostrar, un aventurero fracasado en sus oscuras intenciones.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

Comparte y opina:

La bestia en medio de la avenida

/ 21 de octubre de 2023 / 02:16

La motosierra de Javier Milei es la misma que Cristhian Bale utiliza para trocear a sus víctimas femeninas en la cama (Psicópata americano, Mary Harron, 2000) como extensión fálica y sanguinaria de una elegante vida como broker de Wall Street. Con esa motosierra, el candidato autoidentificado como anarco liberal ha hecho campaña para intentar ganar mañana las elecciones en Argentina, con la que se supone hará trizas a la que denomina la casta, esto es, la clase política peronista y no peronista que ha hecho del país, como diría Sabina, un bulevar de los sueños rotos con los amores destrozados porque con semejante inflación es casi imposible llegar a fin de mes. Aunque sus emborrachantes puestas en escena quieren marear la perdiz, Milei es el individuo más sistémico del mundo capitalista con el ego más grande que los de todos los bonaerenses juntos.

Milei es una criatura de una televisión de cultura panelista atiborrada de talks shows desde la que ha sabido abrirse paso en plan gritón y pretendidamente conceptual neoliberal con el caballo y el cabello de batalla de que la Argentina fue, a principios del siglo XX, primera potencia mundial. Sobre el candidato de La Libertad Avanza ha afirmado hace pocas horas el economista Guy Sorman: “Fue mi alumno en Buenos Aires, en primer lugar es un loco y en segundo un liberal”. Y a continuación remata afirmando que si es elegido “todo saldrá mal”.

Hasta aquí, queda claro que Milei no es ni por asomo Rantes, el loco lindo de Hombre mirando al sudeste (Eliseo Subiela, 1986) que en el psiquiátrico que habita se pone a dirigir una gran orquesta sinfónica imaginaria con todos sus loquísimos compañeros delirando de felicidad. No es eso Milei y menos lo que él mismo se imagina ser en tanto su visión de país pasa por el negacionismo histórico que justifica las desapariciones y asesinatos políticos de la dictadura militar, que quiere traficar con órganos humanos porque el mercado manda, que quiere que la educación se la paguen todos y si no pueden que se jodan, y que en nombre de una delirante transformación hay que dolarizar la economía por shock y cerrar el Banco Central. Milei es en consecuencia un proyecto Frankenstein de corazón fascista.

Milei ha sido arquero de las inferiores de Chacarita Juniors, o sea que algún día quiso ser futbolista. Hay la sensación de que este personaje del teatro de la vida quiso ser muchas cosas que no pudo y ahora apuesta a ser el gran amante de la política argentina arreglándose con la actriz e imitadora Fátima Flórez que se ha ganado la vida a través de su notable habilidad para copiar a la perfección voces, ademanes y gestualidad de los grandes personajes de la vida pública, y en primer lugar de la fauna política. Javier y Fátima son ahora pareja, pero en realidad parece tratarse, antes que de una relación sentimental, de un contrato de coyuntura electoral. Falso como billete de tres dólares dirían en Corrientes, la avenida de los teatros y las marquesinas.

Entre algunos de los estrambóticos gestos de Milei cuenta en primer lugar el agradecimiento a sus perros por haber obtenido el triunfo en las Primarias Abiertas Simultáneas Obligatorias (PASO), que lo situaron en el primer lugar de las expectativas electorales que lo llevarían a disputar la presidencia incluso en segunda vuelta porque es casi una fija que este domingo 22 será primero y en la peor de las suposiciones, segundo. Seguro que sus enemigos políticos ya estarán imaginando como acusarlo de zoofilia. Cómo es posible que en lugar de rendir tributo “al gran pueblo argentino salud” como dice el himno nacional, haya decidido postrarse ante sus cinco mastines ingleses que llevan los nombres de sus economistas más admirados.

Milei se la cree. “Soy la bestia en medio de la avenida” (La Renga, banda de hard rock), dice en uno de sus discursos de campaña, juega a hombre rudo con ese pelucón natural como amuleto de la suerte. No es guapo como el psicópata encarnado por Cristhian Bale, pero debe suponer que sus ojos azules lo salvan. No es un político. No le interesa la carne y hueso del pueblo, nada más quiere satisfacer su sideral ego para demostrar que sus convicciones sobre la economía lo harán incuestionable e imbatible. Lo importante en la misión de vida de este personaje es demostrar que tenía razón sin importar que las argentinas y los argentinos superen la crisis y vuelvan a ser felices como cuando ganaron la Copa del Mundo en Qatar.

Milei se perfila como el psicópata del Río de la Plata sin necesidad de hacer picadillo a Fátima porque como se trata de un personaje antes que de un ciudadano de a pie, todo vale en el terreno especulativo de la ficción, y con ese talante podría ser la versión argenta de otras criaturas fabricadas por los mass media y penetradas en la vida diaria de todos los internautas apantallados con el señuelo de que en Argentina todos los políticos son unos choros y tienen que irse. Imaginemos entonces a este fundamentalista del mercado caminando sobre los escombros después de haber desoído a Charly García que cantó alguna vez No bombardeen Buenos Aires.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

Comparte y opina:

El cajero

/ 7 de octubre de 2023 / 07:37

Desdecirse en política es cuando menos una vulgaridad. Calificar de maestro a un personaje y pocos años después reducirlo a cajero con el objetivo de desprestigiarlo resulta desleal e incongruente. De esta manera, Luis Arce Catacora, quien fuera calificado en su momento como profesor de economía, ha sido minimizado a insignificante y mediocre funcionario de la burocracia estatal. El que fuera conductor del Ministerio de Economía y Finanzas Públicas durante 14 años es hoy para Evo y los suyos un discreto contador, encargado nada más que del debe y el haber, del flujo de dinero que se cobra y se paga, más o menos un oficinista que debe hacer horas extra sin cobrar para el arqueo del cierre de jornada.

“Parece que el Evo no quiere que ganemos”, me comentó alguien muy comprometido con la campaña electoral de 2020 y el tiempo le va dando la razón porque hoy el principal enemigo político del Presidente del Estado no es la oposición vendepatria, sino el jefe del partido con el que llegó a triunfar con un aplastante 55,1% de los votos: para Evo hoy, su “maestro” Luis Arce es un traidor aliado a la derecha y al imperio, lo que nos ofrece como resultado un patético guión con un protagonista que en su obsesión por ser candidato, está llevando adelante tareas autodestructivas de consecuencias probablemente funestas para la continuidad del llamado “proceso de cambio”.

La subestimación en política suele convertirse en arma favorable a la víctima. “El indiecito no va a poder” dijeron de Evo, y este no solo que pudo, sino que se convirtió en el primer mandatario con más años consecutivos en el ejercicio del cargo y con números abrumadores en la administración de la economía a cargo de su “cajero”. Ahora quien era subestimado, subestima, y en ese sentido el Presidente del Estado ha sabido retrucar el pretendido agravio con liviandad candorosa diciendo que le pueden llamar como quieran, pero que para él los resultados son los que cuentan y en ese sentido, los resultados de las encuestas, las propias, las ajenas y las neutras, lo posicionan en el primer lugar de las eventuales preferencias electorales y aquí cabe marcar la diferencia entre el adjetivador y el adjetivado: dentro del MAS todavía es posible el reinado de Evo, pero fuera de él, la aceptación a Arce es notoriamente superior a la del jefe del partido proclamado en Lauca Ñ, en un congreso impugnado, como candidato único.

En los pasillos de la envidia política se ha escuchado decir “Lucho es solamente un contador”. En 2016 lo entrevisté por última vez para la televisión y por como explicaba los conceptos sobre el modelo económico (social, comunitario, productivo), daba la impresión de alguien que había hecho maestría en universidad europea (Warwick, Reino Unido) y ahora que presentó en la última feria del libro de La Paz Un modelo económico justo y exitoso (La economía boliviana 2006-2019) en 400 páginas, pone en evidencia que para comenzar fue un funcionario del Banco Central de Bolivia (BCB) que acumuló una apreciable experiencia de dos décadas y que por algo mantenía diálogo continuo con Carlos Villegas (+), su compañero en el primer gabinete de Evo Morales. En este contexto, algunos de sus excolegas lo tachan de neoliberal, otros dicen en su favor que en sus años universitarios fue militante del Partido Socialista Uno (PS-1).

Subestimado y maltratado, Arce Catacora recibe invitaciones de las organizaciones del Pacto de Unidad para acudir a sus encuentros, pero fundamentalmente vive sin distraerse, enfrascado en una gestión que si no estuviera azotada por el fuego cruzado masista, podría sacarle mayores réditos al objetivo de industrialización del país con la explotación del litio como punta de lanza, elemento central de su programa de gobierno. Al final del camino gubernamental sabremos cuánto de lo que se proponía pudo hacer y cuánto quedará pendiente de realización, si en la continuidad del programa a cargo del MAS-IPSP o con un probable giro a la derecha que podría darse si la ruptura del partido azul se consuma y no queda vuelta atrás posible.

Está claro que el cajero había sido magister. Es el único ministro de Economía de Bolivia, por lo menos en los últimos 50 años, que ha escrito y publicado un par de libros explicando y defendiendo un modelo económico con resultados objetivos, con determinante participación estatal, y considerando el lugar que le corresponde a las iniciativas privadas de apertura de mercados y a las experiencias rurales comunitarias. Dicen que le falta mirada de economía política. Lo que sí no está en duda es que los conceptos y los resultados del potenciamiento del mercado interno y las políticas de redistribución le han otorgado a Arce un capital de credibilidad que se resiste a dilapidar, y con más razón en escenarios donde impera la diatriba, la acusación sin pruebas y la mera pelea callejera por la obsesión de la candidatura presidencial.

Julio Peñaloza Bretel es periodista

Comparte y opina:

La sentenciada

/ 23 de septiembre de 2023 / 00:38

Las imágenes de la mujer de la pintura roja son las que mejor resumen la brutalidad y la violencia política que se practicó en el golpe-gobierno de facto que mantuvo en la presidencia del Estado a Jeanine Áñez entre el 12 de noviembre de 2019 y el 7 de noviembre de 2020. La mujer de la pintura roja se llama Patricia Arce, hoy senadora del MAS por el departamento de Cochabamba, y en aquel tiempo, hace ya casi cuatro años, alcaldesa de Vinto a la que los paramilitares de la Resistencia Juvenil Cochala expusieron ante las impasibles cámaras y micrófonos de los medios de comunicación de la derecha que parecían experimentar una indescriptible y morbosa satisfacción: Había que sentarles la mano a los masistas de mierda que querían eternizarse en el poder.

La imagen de Patricia Arce, bañada en pintura de la cabeza a los pies, arrodillada y conminada a pedir perdón, la presionaron al extremo de decir que si su pueblo se lo pedía renunciaría a su cargo de alcaldesa. El registro rojo sangre de Arce grafica y simboliza el odio acumulado contra quienes osaron irrumpir (2006) en los dominios del hasta entonces inexpugnable poder k´ara de la excluyente democracia boliviana. Milena Soto, la mujer más visible de esta Resistencia cochabambina —a la que la propietaria de la Asamblea Permanente de Derechos Humanos, Amparo Carvajal, calificó como “una resistencia necesaria”— agredió a patadas a Patricia, mientras esta lloraba desesperada y clamaba vanamente para que cesara tan abominable humillación.

Patricia Arce la agredida, Milena Soto la agresora y Amparo Carvajal, la monja que bendecía la persecución sañuda contra masistas que osaban ondear wiphalas en los últimos momentos en que el derrocamiento de Evo Morales era irreversible, configuran episodios de estas mujeres de diferentes talantes, y a ellas hay que sumar a Jeanine Áñez, la presidenta de facto; a Karen Longaric, la canciller, una loba con piel de cordero y a Roxana Lizárraga, la ministra de Comunicación que decidió hacer una visita guiada para periodistas en el afán de mostrar los aposentos y las sábanas del apartamento presidencial situado en el último piso de la Casa Grande del Pueblo que ha sustituido al viejo Palacio Quemado de la plaza Murillo.

A Jeanine la guiaba su ministro de Gobierno, Arturo Murillo, un delincuente disfrazado de político hoy sentenciado en los Estados Unidos por un negociado de compra de artefactos para reprimir a los revoltosos que no admitían la manera en que se había sacado a Evo del gobierno. A Longaric no hubo necesidad de guiarla para atropellar a médicos cubanos que prestaban servicios sociales de salud en Bolivia, expulsándolos del país, o para reconocer al impresentable Juan Guaidó, autoproclamado presidente encargado de Venezuela, o para violar la Convención de Viena negando salvoconductos a los asilados en la Embajada de México, altos personeros del gobierno defenestrado. A Lizárraga tampoco hubo necesidad de darle instrucciones para amedrentar a periodistas argentinos que llegaron a La Paz para cubrir informativamente la convulsión que experimentaba nuestro país, a quienes tachó de sediciosos (¿?).

Patricia Arce es el símbolo femenino de las mujeres bolivianas perseguidas, discriminadas y agredidas. Amparo Carvajal, Milena Soto, Jeanine Áñez, Karen Longaric y Roxana Lizárraga han inscrito sus nombres como partícipes y responsables de la interrupción de la democracia, consumada el 12 de noviembre de 2019. Arce y las humildes y luchadoras mujeres del MAS-IPSP son las víctimas mientras que las otras, fieles representantes de la Bolivia racista y violenta son, cada una en grados distintos de responsabilidades, las victimadoras, las que en su incontenible odio terminaron desnudándose como una potente expresión de la miseria humana.

Con todo este contexto, con las argumentaciones jurídico legales esgrimidas durante 15 meses (marzo 2021-junio 2022), Jeanine Áñez es hoy la principal sentenciada en el caso Golpe de Estado II y las tropelías cometidas bajo su mando como las masacres de Senkata, Sacaba-Huayllani y El Pedregal son parte de otro proceso en curso denominado Golpe de Estado I. Áñez está pagando sus delitos al haber sido condenada por resoluciones contrarias a la Constitución y a las leyes y por incumplimiento de deberes, mientras que Longaric y Lizárraga residen en Alemania y Estados Unidos, huidas luego de su infausto paso por un gobierno nefasto y al que la corporación de opinadores se niega a evaluar, consciente de que defender esa “transición” es imposible por la carencia de argumentos: Son odiadores, pero no tienen con qué.

Áñez fue presentadora de televisión, esposa de un alcalde de Trinidad y de un colombiano al que se sindicó de vinculaciones con el narcotráfico, y sus comienzos políticos hay que examinarlos en su militancia en Podemos de Tuto Quiroga, el delfín del dictador Banzer. No es casual, por lo tanto, que la inspiración ideológica del golpe de 2019 haya sido el banzerismo.

Julio Peñaloza Bretel es periodista.

Comparte y opina: