Icono del sitio La Razón

Lavarse las manos

CON LA PUNTA DE LA AGUJA1

Es Navidad, no es Cuaresma, lavarse las manos, bíblicamente hablando, nos refiere a Pilatos y su doble moral. Por otro lado, en la reciente memoria de la humanidad, lavarse las manos significó protegernos del coronavirus y ahora tampoco estamos en pandemia. ¿Pero por qué hablo entonces de lavarse las manos? Porque hoy la práctica política cotidiana nos está llevando a tener una legión de angelitos y blancas palomitas.

En política —esa que queremos hacer desde que el proceso de cambios fue posicionado por las organizaciones de nuestro pueblo—, la ética debe mandar nuestras acciones. La práctica de la crítica y la autocrítica es la base de una metodología que permite guardar la memoria y evaluar nuestros aciertos y errores. Yo como parte del Feminismo Comunitario de Abya Yala, estuve aportando con críticas y propuestas a nuestro proceso de cambios con la intención que sean cambios revolucionarios y transformaciones profundas, y no solo maquillajes al sistema.

Algunas propuestas se recogieron y otras se diluyeron en medio de las oficinas y escritorios. En la actualidad, también estuvimos en esas críticas y propuestas, porque entendimos que eran parte de aportes al Gobierno propuesto por el proceso de nuestro pueblo.

Los errores que se cometieron en el gobierno del hermano Evo nos llevaron a que la derecha aproveche esos huecos y se meta al gobierno con un golpe de Estado. Quiero ser clara cuando digo errores del gobierno de Evo, no me refiero a que decidieran que sea de nuevo candidato, ya que en aquel entonces las pugnas en su entorno nos mostraban que corría riesgo el mismo proceso de cambios, por la falta de claridad política y evidentes intereses mezquinos de su entorno.

Este gobierno, de Arce Catacora, fue puesto por el propio MAS y entonces confiamos en la decisión. Hoy cuando pretenden lavarse las manos como si nada tuvieran que ver, me parece una doble moral. Popularmente se dice “a lo hecho pecho”, ciertamente porque se refiere a las mujeres, porque una vez con la wawa se hacen cargo de ella, los hombres difícilmente ponen el pecho para criarla y corregir si fuera necesario.

Es necesario un cambio en las hermanas y los hermanos que hoy se lavan las manos como si este gobierno fuera ajeno a las luchas que hicimos, para recuperar este proceso. Como si no fueran parte de las decisiones que tomaron y las expectativas que tenían. Hay que dejar de lavarse las manos. Por otro lado, lo que vemos en el actual Gobierno es una falta de memoria, pues independientemente de que si tal o cual quería poner los ministros y tener de títere al Presidente, tampoco se trata de hacerse al capo sin saber y sin tener mínima preparación política, ideológica y profesional. No se trata de “chacrearse” aprendiendo con sueldos pagados. Pueden querer preparar a gente que tal vez sean compañeros y compañeras, pero eso se demuestra en la lucha y no sentados en una oficina ganando indebidamente por no ser capaces. Cuando lo que ponen de pretexto es que hay que dar paso a los jóvenes, es cuando me queda clara la mezquindad y la falta de posición política. Somos las organizaciones y los movimientos sociales los que no debemos caer en la tentación de ser blancas palomitas y una legión de angelitos, lavarse las manos de los errores no es de revolucionarias y revolucionarios.

Julieta Paredes Carvajal es feminista comunitaria.