Azapa florece y Coipasa se seca
Filiberto Montecinos Avendaño
El río Lauca que nace en bofedales y pequeñas lagunas naturales en territorio chileno desde tiempos inmemoriales, ingresaba a Bolivia y desembocaba en la laguna Coipasa, en territorio orureño. Sus aguas fueron desviadas artificialmente por lugareños dirigidos por funcionarios de la Dirección de Riego de Chile, que según dicen descendientes de quienes aportaron la mano de obra en el lugar, les ofrecieron un trabajo con buena paga y mejores condiciones de vida que no tenían en la región, que solo ellos habitaban sin ninguna protección ni influencia del gobierno de Bolivia, lo cual cambió su suerte, al igual que de la laguna Coipasa, que se secó sin que esa situación importase a las autoridades.
En mi reciente viaje a la ciudad de Arica, me entrevisté casualmente con dos de los descendientes de quienes fueron los soportes para el desarrollo del valle de Azapa, que en la actualidad aporta gran parte de los productos agrícolas, como choclo, tomates y olivos que Chile exporta a países de Europa y Estados Unidos, entre otros, Los agricultores de Azapa, en su mayoría de origen boliviano y muchos de ellos empresarios que ya utilizan nueva tecnología para producir y trasladar su producción a Santiago de Chile, desde donde la envían al exterior como productos de alta calidad. Por lo expuesto, muchos de nuestros excompatriotas tienen una buena economía gracias a su trabajo.
El río Lauca fue desviado durante el gobierno de Víctor Paz Estenssoro y se acudió ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para que intervenga en la solución del problema, toda vez que fue una acción unilateral de Chile; pero la OEA dilató la solución, por lo que Bolivia, como protesta, se retiró de la misma.
Desde comienzos de la década de 1950, Chile tenía planificado el desvió de las aguas del Lauca, mientras que Bolivia no solo ignoró ese hecho, menos se interesó en aumentar la población en la región ni dotar de algunas condiciones apropiadas de vida a sus únicos habitantes, quienes en cierto modo cuidaban esa frontera casi totalmente desértica, como ocurre con el resto del territorio fronterizo, exceptuando Charaña, Tambo Quemado y Pisiga, donde existen funcionarios bolivianos y habitantes que tienen pequeños negocios.
Nuestros gobernantes no tuvieron casi interés en precautelar la soberanía territorial, menos aplicar una política de asentamientos humanos, ni dar valor a proyectos como la construcción de lagunas artificiales mediante el sistema comunitario. Los últimos años hubo discursos de cuidar a la Madre Tierra que solo son lirismos, una prueba de ello son los incendios de bosques, matorrales y pajonales.
Ancestralmente, el poblador andino estaba ligado a una determinada región sin importar que fuera planicie o quebrada; construía tacanas en las quebradas, para evitar que el agua drenara y en las alturas, acumulaba el agua de la lluvia en pequeñas lagunas, lo que facilitaba el laboreo del suelo del que obtenía sus alimentos. Por ello, era considerada una sociedad de agricultores, extremos no conocidos ni valorados por los tecnócratas, ya sean becarios o formados en universidades locales que no fomentan el análisis in situ.