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Thursday 25 Apr 2024 | Actualizado a 17:50 PM

Un censo sabor a poco

Poco cambio en las políticas de obtención de datos poblacionales, al menos en lo que toca a las mujeres

Drina Ergueta

/ 28 de marzo de 2024 / 10:16

Por la ventana se cuela un día espléndido en La Paz, luego de mes y medio diarios de amaneceres generalmente grises, constantes lluvias y noticias en los medios sobre inundaciones por todo el país. ¿Será que con la llegada del otoño cambia el clima? El timbre de la puerta nos saca de esa contemplación y genera movimiento en la casa, hasta cierta emoción. Ha llegado la persona que hará las preguntas del censo. Pasa una media hora y luego de llenar un formulario se va dejando sabor a poco.

Este sábado se realizó el Censo Nacional de Población y Vivienda en Bolivia. Toda la población permaneció en su casa a la espera de participar no sólo en el recuento de personas que habita el país (en el último, en 2012, se llegó a 10.059. 856) sino para dar datos sobre cómo y con quién vive, su nivel de estudios y poco más.

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En los medios se ha resaltado, fundamentalmente, la importancia de este hecho en el aspecto político, ya que del número de habitantes depende la asignación de representaciones y de recursos a las regiones y municipios. En las redes han circulado una serie de denuncias conspiranóicas y desmentidos centrados en lo mismo, en los intereses finalmente político- partidarios. Poco sobre la importancia de un censo que va más allá de estas mezquindades y que son fundamentales para la aplicación de políticas estatales serias.

Hay tanto por conocer, por contar y sumar. Asuntos urgentes, importantes y necesarios de atender que, para ser tomados en cuenta, deben existir formalmente, deben nombrarse y apuntarse en un cuestionario. Y esos temas no están y de ello no se ocupan los medios ni mucho menos las redes.

Por ejemplo: si bien según las respuestas sobre el tipo de vivienda se puede llegar a resultados que señalen desigualdades de clase y, luego, actuar en consecuencia, no se registran datos que permitan definir las desigualdades de género, ya que señalar quién es el o la jefa de hogar, su nivel de estudios o si tiene un trabajo remunerado no es suficiente.

Así, si una mujer dice que tiene un trabajo por el que cobra, en el cuestionario del censo quien entrevista salta a otro tipo de preguntas y no se queda para saber si ella realiza el trabajo de cuidados en el hogar no remunerado. Entiende que hace una cosa o la otra, cuando lo habitual es hacer las dos. Si el hombre o la mujer dicen que sí realizan trabajos de cuidados no hay manera de especificar cuáles hacen cada uno.

Las preguntas concretas para las mujeres tienen que ver con la maternidad, si tuvo hijas o hijos. Pregunta que a los hombres no se les hizo, sobre la paternidad, como si tener descendencia no fuera asunto de ellos. Así se ve, nítidamente, cuáles son los roles de género establecidos y afirmados en asuntos institucionales como es el censo.

Se preguntó, a las mujeres, por los hijos nacidos vivos, ¿qué de los que no nacieron?, ¿de los abortos? ¿Qué de las razones para abortar? También se debió preguntar por violencia machista y por violencia intrafamiliar hacia niños y niñas ¿Acaso los índices de feminicidios, infanticidios y agresiones no son muy altos o no son importantes en Bolivia? ¿O es que no se quiere saber sobre ello? 

Es impresionante cómo las personas son capaces de contar a gente extraña asuntos que en general se consideran íntimos, porque de esa manera están pidiendo ayuda, y son asuntos públicos en sentido de que son de interés de política pública. En una encuesta del 100% de la población los datos sobre violencias machistas serían impresionantes. Hay infinidad de asuntos relacionados a roles, desigualdades y violencias por razón de género que podrían salir a luz, es cuestión de pararse a verlos.

También hay sectores concretos que piden que se les tome en cuenta en sus asuntos; sin embargo, las mujeres no son un sector, son al menos la mitad de la población.

Evidentemente, en Bolivia el Instituto Nacional de Estadística suele hacer encuestas específicas para según qué temas y lo hace con un universo poblacional representativo; sin embargo, con las dificultades de recursos que tiene el país para llevar a cabo estas iniciativas, aprovechar el censo para lograr la mayor cantidad de información posible debió ser una prioridad. 

Poco cambio en las políticas de obtención de datos poblacionales, al menos en lo que toca a las mujeres cuya situación de desigualdad seguirá siendo invisibilizada desde el mismo Estado.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Milei, Abascal y… ¡Andrónico!

¿Que acaso Andrónico Rodríguez no sabe que en política hay que tener cuidado cuando se hacen declaraciones públicas (e incluso privadas)?

Drina Ergueta

/ 25 de abril de 2024 / 11:25

Mucho se le ha criticado al presidente del Senado boliviano luego de que dijo que la Ley 348 es una “ley antihombres”. ¿Que acaso Andrónico Rodríguez no sabe que en política hay que tener cuidado cuando se hacen declaraciones públicas (e incluso privadas)? El delfín de Evo Morales abrió la boca y se colocó solito al lado de representantes de la extrema derecha.

Evidentemente, se trata de un malentendido, tal como él mismo lo explicó posteriormente ante las críticas. Es decir, se trata de un “mal-entendido” o un “no entendido” o un “en el fondo no quiero entender porque no me interesa perder mis privilegios masculinos” que comparte con muchos hombres y con un grupo —que no menciono para no darle mayor relevancia— que está buscando suavizar la Ley integral para garantizar a las mujeres una vida libre de violencia (Ley 348) que, con los fallos que pueda tener, es una conquista de las mujeres.

Revise: Relaciones familiares

En España, el partido de extrema derecha (VOX), liderado por Santiago Abascal, tiene una posición muy conservadora que niega que exista la violencia de género o la violencia machista, por lo que busca también que se eliminen las conquistas legales en ese sentido. En Argentina, el presidente Javier Milei ha prohibido que se enseñe algo que esté relacionado con la igualdad de género en las escuelas. Con anterioridad, en Brasil, cuando Jail Bolsonaro era presidente igualmente rechazó cualquier demanda en relación a combatir la desigualdad de género. Así, en todas las regiones del mundo occidental donde está la extrema derecha, una de sus posiciones es oponerse a cualquier conquista de las mujeres y la población LGTBI, y negar la violencia machista. ¿Qué hace en este grupo Andrónico Rodríguez?

Parece que es muy fácil diferenciar posturas políticas de derecha o de izquierda, salvo cuando se cruzan otras discriminaciones como la de género, porque es cuando muchos de los varones hacen espíritu de cuerpo y se unen, pese a sus diferencias políticas. Se sienten atacados, es así que unos hacen de la vista gorda frente al machismo y no se pronuncian al respecto porque no es asunto suyo, y otros se ofenden y tienden a defender a los agresores. Parece que es el caso de Andrónico.

Seguramente, Rodríguez conoce a alguien que dice haber sido acusado falsamente de violencia de género. Entonces eso le llevó a decir que “le consta” que la Ley 348 es injusta con los hombres. Esta mirada, que comparten muchos hombres e incluso mujeres, que asegura ver casos de injusticias, es muy miope e interesada, además. Puede haber algún caso muy raro de cierto nivel de abuso de una mujer frente a un hombre, ven eso mientras cierran los ojos a las estadísticas terribles de feminicidios, violencias físicas, violaciones, acosos y un sinfín de violencias machistas registradas contra las que lucha la ley.

Hay que incidir en las acusaciones falsas. Para una mujer que sufre violencia machista es muy difícil que se le crea y lo demuestre, mucho más para alguien que se inventa y esto no prospera. Es posible acusar de robo a alguien siendo inocente, pero se debe demostrar su culpabilidad. ¿Por esto hay que modificar o eliminar en el Código Penal las leyes contra el robo? Un absurdo.

El patriarcado y su violencia es es-truc-tu-ral. Esto es que todo el sistema social está construido para los hombres, hombres como líderes de esta sociedad, como personas que deciden y como representantes de su familia: las mujeres, niñas y niños, y también personas mayores que no pueden valerse por sí mismas. Este sistema, históricamente se ha mantenido mediante leyes (que priorizan a los varones en la educación, en el trabajo y posiciones públicas) e instituciones (como el matrimonio, la iglesia, entre otros), por lo que romper con ello es muy difícil; sin embargo, las mujeres lo han ido haciendo y ganando espacios y normativas.

La derecha y la extrema derecha, incluso los libertarios que propugnan la libre elección siempre que no sea cambiar de sexo o hablar de derechos de las mujeres, son muy conservadoras en lo que a patriarcado se refiere. Así, la defensa de la familia es una de sus ideas básicas que, como estandarte, llega a la gente de esa manera básica. Parecería que la familia hombre-mujer-hijos/as es lo ideal, pero ese ideal se desdibuja cuando se habla de violencia machista, violencia que se ejerce principalmente en ese ámbito y desde el varón, fundamentalmente. Se trata pues de un discurso falso y útil. Tan útil que hasta alguien que supuestamente es de izquierda cae.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Relaciones familiares

Es pues una familia común y corriente, aunque con una trayectoria paceña de varias generaciones

Drina Ergueta

/ 11 de abril de 2024 / 06:46

Este fin de semana se produjo en la ciudad de La Paz un hecho de carácter privado pero que tiene cierto interés público por ser inusual: 60 personas pertenecientes a una familia, correspondientes a cinco generaciones vivas, se reunieron bajo el paraguas de una pareja antecesora que vivió en la segunda parte del siglo XIX y generó siete prolíficas ramas familiares, con más de 300 integrantes, extendidas en diversas partes del planeta.

Que forme parte de esa familia es muy secundario; sin embargo, vale la pena analizar —aunque con la superficialidad que permite una columna de opinión— y compartir las características de una familia paceña que, como muchas otras, generación tras generación refleja los rasgos y los cambios histórico sociales que se observan desde los estudios de parentesco y, también, desde la mirada feminista.

También consulte: Un censo sabor a poco

La antropología en un inicio observaba y valoraba las relaciones familiares desde una mirada del mundo occidental colonizador y masculina, hasta que en los años 70 todo cambió y se hizo evidente que lo familiar es diverso, según el tipo de cultura y pueblos, y también con el transcurrir de los tiempos. Hoy, en gran parte del mundo, las familias tienen características variadas, son ampliadas, mono-paren-marentales, con padres o madres del mismo sexo, con inclusiones no consanguíneas puntuales o grupales.  

Datos del INE de 2017, a la espera de los resultados del Censo de 2024 y otras encuestas, señalan que en Bolivia hay tres millones de familias, de las cuales el 45% son “hogar nuclear completo” (padre-madre-hijos/as), remarcando así, con “completo”, esa triple relación como imprescindibles en una familia, cuando actualmente para la percepción de quienes integran un núcleo familiar no siempre es necesario ese tipo de pareja o que haya descendencia. Las estadísticas también mencionan un 11% de familias “monoparentales”, invisibilizando a las madres que en gran parte de los casos son las jefas de hogar, por lo que debería llamarse “monomarentales”. Las estadísticas siguen siendo patriarcales.

Dado el momento del inicio o raíz del árbol familiar de la pareja paceña (Manuel Ergueta y Salomé Tamayo) en cuyo nombre se convocó a la reunión, es evidente la presencia del patriarca y de la descendencia patrilineal, donde el apellido masculino es el que cuenta. Es así que las ramas familiares generadas por las hijas adoptaron el apellido del marido (Antezana, Peñaranda, Nardín…). Hoy, de la prolífica descendencia, son pocos los varones que llevan el apellido original y eso “es de lamentar”. Por este tipo de sentimientos que tienen que ver con la identidad, hace un año y sin que se sepa más al respecto, se propuso en el Legislativo una normativa legal que permitiría elegir qué apellido irá primero, considerándosela como una “justicia de género”.

Además, está el hecho muy actual de la disminución, en algunos casos a cero, del número de descendientes. De ese árbol frondoso de las primeras generaciones se pasa a unas despobladas ramas. Es que de las esposas-amas de casa-madres prolíficas originales se ha pasado cada vez más a las mujeres, liberadas, que priorizaron su profesión y tienen pocos hijos o ninguno.

También, en el origen de la familia que da pie a este artículo está el hecho de que es una familia urbana con relevancia cultural del mundo occidental europeo, vale decir con rasgos coloniales marcados —además del énfasis en señalar que el apellido proviene de una región vasca ibérica— y poco relacionado consanguínea y culturalmente con el mundo indígena del país, revelando esa separación por razones de clase y raza que se producía en las ciudades, en especial, en las generaciones más antiguas, ya que en las nuevas sí se da una mayor diversidad en ambos aspectos, aunque la mezcla no siempre es puesta en valor. Parte de la diversidad incluye la orientación sexual, donde lo gay o lo lesbiano o bisexual queda oculto y se resguarda en los espacios más íntimos familiares.

Es pues una familia común y corriente, aunque con una trayectoria paceña de varias generaciones y con ciertos aportes a la ciudad y al país en momentos y personajes concretos. Para terminar, algo paradójico: se temió porque el comunismo destruyera a la familia y hoy se observa que es el liberalismo, con su marcado individualismo y la pérdida de ciertos valores lo que está haciendo que las familias tradicionales sean cada vez más escasas.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Uso de mujeres en la democracia a puñetes

La democracia a puñetes es fundamentalmente masculina, delegada y elitista, ya que los golpes los dan y reciben los de la tercera fila o más abajo

Drina Ergueta

/ 14 de marzo de 2024 / 10:40

Se realizó una interesante charla académica sobre democracia, organizada en la Universidad Pública de El Alto (UPEA), donde se criticó mucho a la democracia liberal elitista y se habló de otras existentes y posibles, además preguntarse ¿cómo hacer para entrelazar dos formas sociales de elección de mandos vigentes en Bolivia? Por un lado, la de pueblos originarios rurales que llega y se expresa de alguna manera en sectores de ciudades como El Alto, y la citadina plena, urbana, colonial, clasista, formal y hegemónica que tiene como referente al mundo occidental.

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Además de la liberal, se habló sobre la democracia representativa, deliberativa, participativa y, también, la directa y la rotativa que ejercen los ayllus. Hoy, de estas democracias, la liberal es la predominante y en ellas en general los varones son omnipresentes en los liderazgos más altos. Incluso en la tarima de la charla en la UPEA solo había hombres. Sé que se buscó que una mujer estuviera, pero no fue posible, seguramente porque en un mundo de hombres las mujeres se sienten inseguras o son más reacias a participar.

En todo caso, mientras desde esa seria palestra académica se cuestionaba la democracia liberal y se planteaban otras posibles, en Bolivia impera la democracia a puñetes, donde las mujeres ejercen una representación delegada del ejercicio de la misma. No se trata de una apreciación ligera, ya que en los hechos este tipo de democra-pugilato logra efectos concretos en espacios institucionales, como en la Asamblea Legislativa Plurinacional o parlamento, evitando la aprobación de leyes, retrasando su tratamiento, poniendo en riesgo según qué política depende de ello. Por otro lado, en los sectores de las organizaciones sociales, este tipo de “ejercicio democrático” se produce en congresos y reuniones decisorias, en los que vuelan patadas, sillas y carajazos, ocasionan divisiones irreconciliables, creación de instituciones paralelas, disgregación de fuerzas y por ello de influencia, además de poner en riesgo la reelección de un gobierno. No es poca cosa.

Pero volvamos a las mujeres como representantes delegadas del ejercicio de la democracia a puñetes (llámese también, a arañazos, jaladas de cabellos, empujones y escupitajos) que se da en el parlamento. Como la Asamblea es un espacio público donde los hombres evitan enfrentarse a golpes para resguardar de alguna manera su imagen, como mucho menos éstos pueden golpear (públicamente) a una mujer del bando contrario porque se les acusaría de violencia machista, son las mujeres diputadas las que salen a jalonear o golpear a quien esté en el otro frente político y, a su vez, son las mujeres de éste que también se les enfrentan, trenzándose entre ellas, dando un espectáculo jugoso que hace salivar a los canales de televisión mientras comentan: “¡Qué bochorno!”

La Ley 26 del Régimen Electoral establece la paridad y alternancia de género en las listas electorales para garantizar una participación del 50% de mujeres en el parlamento y concejalías municipales. Si bien esto se cumple, la presión sobre las electas desde los hombres para quitarles el lugar o silenciarlas es muy alta, siendo que, pese a que Bolivia es el único país en Latinoamérica que cuenta con una ley contra el acoso político hacia las mujeres, la Ley 243, los casos denunciados solo de parte de concejalas municipales suman 151 en 2023. 

En este panorama, positivo solo por la paridad legal, las mujeres o permanecen en sus cargos electos invisibles o invisibilizadas; son desplazadas mediante desprecios, amenazas o golpizas; pocas resaltan por actividad política propia o, como en el caso del pugilato, asumen roles masculinos violentos siendo así utilizadas de fuerza de choque por los bandos enfrentados; aunque, parece que ellas piensan que así están empoderadas.

La democracia a puñetes es fundamentalmente masculina, delegada y elitista, ya que los golpes los dan y reciben los de tercera fila o más abajo, si son mujeres mejor. Jamás se verá golpeándose entre ellos a Carlos Mesa y Evo Morales, ni a éste con Luis Arce, menos a Luis Fernando Camacho que parece que es “macho” si hay guardaespaldas. Todos delegan ese rol que lastima y, en general, desprecian esta práctica y a quienes se dejan usar. Pero la imponen constantemente, a falta de argumentos o discurso.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Los huevos de Lavallén

Lavallén habló primero de ‘gallardía’, como ‘atributo varonil’. Se equivoca

Drina Ergueta

/ 29 de febrero de 2024 / 10:37

Pablo Lavallén es el director técnico de uno de los equipos de fútbol más importantes de Bolivia, The Strongest, y hace unos días, cuando explicaba la hazaña de su equipo en una remontada frente a su gran rival, el club Bolívar, se llenó la boca de masculinidad caduca y hasta grosera representada, cómo no, en los huevos que hay que tener.

“Se habla de gallardía”, comenzó diciendo con cierta elegancia y luego agregó que “en Argentina, se dice otro tipo de atributos varoniles: el equipo empató con huevos», y entonces tocó fondo. Fondo no en un sentido de ¡qué tipo más ordinario!, que también; ni mucho menos en un sentido puritano por hacer mención a esa parte del cuerpo de los hombres, no; fondo porque hizo públicamente una expresión profundamente machista que atribuye ciertas características conductuales que serían únicas de los verdaderos hombres, en desmedro de quienes “no tienen huevos” porque no son suficientemente hombres o porque, peor aún, son mujeres.

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Lavallén habló primero de “gallardía”, como “atributo varonil”. Se equivoca. El diccionario de la Real Academia de la Lengua señala que “gallardía” significa, por una parte, “bizarría y buen aire, especialmente en el movimiento de cuerpo”, tiene como sinónimos palabras como “gentileza, donaire, galanura, garbo, gracia, prestancia, salero”, y como antónimo a “desgarbo”; por otra parte, tiene que ver con “esfuerzo y arrojo en ejecutar las acciones y acometer las empresas”, por lo que sus sinónimos son “arresto, bravura, brío, valor, atrevimiento”, mientras que los antónimos serían “cobardía, pusilanimidad”.  Todas esas palabras con significados y adjetivaciones tan agradables y bonitas que —que se entere la afición— sirven tanto para hombres como para mujeres.

¿Qué tiene que ver gallardía con lo masculino en exclusividad? Nada, si se usa así es una apropiación de género. Es más, muchos de sus sinónimos podrían ser relacionados más con lo femenino: “buen aire especialmente en el movimiento del cuerpo, garbo, gracia…” Pensándolo bien, lo gallardo tiene mucho de femenino, incluso cuando se refiere a “bravura, brío, valor o atrevimiento”. Mucho de femenino y también mucho de homosexual: ¿Qué más gallardo hay que una lesbiana o un gay en una actividad cotidiana o saliendo del closet? Perdón, en el mundo del fútbol no hay homosexuales… pero ese es otro tema.

Estamos hablando de “tener huevos”, que en el mundo machista significa valentía masculina, que cuando hace una concesión dice que “hay mujeres con huevos”. En fin, la valentía es un atributo exigido hasta la saciedad a los hombres, su cruz, porque no hay nada tan despreciable como un hombre cobarde y los hay a montones, porque la gente no siempre es valiente ya que depende del momento y sus circunstancias. ¿Qué pasa con las jugadoras de fútbol? ¿Acaso ellas no tienen atributos de valentía siendo mujeres cuando remontan un partido? A las mujeres no se les exige valentía, pero suelen ser muy valientes. Es un atributo muy femenino, señores.

Lavallén podrá decir, seguramente lo hará, que es una expresión coloquial muy utilizada y que no hay que tomárselo a la tremenda. De hecho, lo de tener huevos es tan usado que incluso tiene significados distintos según su tamaño, porque hay que tenerlos, pero en la medida justa. Muy grandes ya significa otra cosa, pasa de ser un halago a ser un insulto: es propio de alguien un poco lerdo o imbécil. En España se hace referencia a ellos, “tan grandes que se los pisa”, cuando se trata de una persona caradura o muy atrevida en sentido negativo.

Se hace tanta referencia a los testículos porque, en esta sociedad patriarcal, son junto al falo el centro de su universo, la muestra biológica de pertenencia al sexo dominante. Por ello, es naturalizada la expresión de “tener huevos” cuando se trata de atributos positivos, es una naturalización de esa diferencia, ventajas y privilegios de ser hombre a costa de las mujeres. Por eso mismo, es necesario rechazarlo cuando se usa y mostrarlo tal como es, una expresión socialmente negativa y profundamente discriminadora.  

Lavallén tiene una responsabilidad que va más allá de su posición como director técnico de un equipo de fútbol importante. Como su representante, es capaz de llegar con su discurso a un público enorme, ya que es un referente para multitudes, y ese discurso no puede poner en valor características machistas ni discriminadoras hacia gran parte de la población.

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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Los criterios del fiscal Omar Quisbert

En la violencia vicaria los hijos e hijas son tratados como objetos para provocar dolor

Drina Ergueta

/ 15 de febrero de 2024 / 07:16

¿Cuáles son los criterios del fiscal de Viacha Omar Quisbert para detener a una mujer que para muchas personas es víctima de, al menos, violencia vicaria? En las breves explicaciones que dio a los medios, cuando decidió detenerla por el delito de homicidio culposo e infanticidio, no queda claro. Hay, en todo caso, mucho de indicios de violencia judicial machista.

El pasado 5 de febrero se descubrieron los cuerpos de tres infantes envenenados al parecer por su padre, que a su vez se habría suicidado de la misma manera. En el lugar él habría escrito: “Mi esposa y su amante me mataron”. Un caso trágico que llevó al fiscal a nada menos que a detener preventivamente a la esposa.

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Mientras el fiscal no demuestre lo contrario con pruebas que lo sustenten, según se entiende por las acciones de su autoridad, ella sería la culpable o instigadora de lo ocurrido por sus acciones de mujer infiel y, por ello, mala madre. Si el fiscal no tiene más que ello, resulta absurdo su criterio que estaría sustentado solo en una lógica machista y patriarcal en la que ella merece un castigo por haberse portado mal. Algo que, por otra parte, no se ha probado y que si fuera cierto tampoco importaría a fines legales. La infidelidad no es delito, de serlo pocas personas podrían tirar alguna piedra. Hipocresía pura.

Todo indica que el padre mató a los hijos y se suicidó, seguramente estaría en un estado de crisis emocional cuyos resultados conmocionan. Es un caso muy triste, pero hay tres criaturas asesinadas que debiera generar una búsqueda de claridad. Esto impele a que se vea con distancia y seriedad lo ocurrido y que se tomen en cuenta ciertos criterios necesarios, como los de conocer conceptos como: celos, amor romántico y, fundamentalmente, violencia vicaria.

La mujer, según reflejan los medios, habría declarado que su marido la celaba constantemente. Sentir celos tiene solo un mínimo muy pequeño de normalidad en una relación. Los celos muestran inseguridades de quien es celoso y también señalan ese sentido nocivo de propiedad sobre la otra persona. Los celos solo generan un estado de miseria y sufrimiento para quien los siente y también para su pareja. Los celos no deben ser permitidos y si hay problemas de pareja hay que ver la forma razonable de resolver la situación.

Los celos también forman parte de una manera de amar dañina que ha sido aprendida socialmente mediante lo que se conoce como el amor romántico, un amor sublimado e irreal, un amor extremo sufridor que es capaz de morir por amor y también de matar, un tipo de amor que es fomentado por novelas y por canciones populares que crean un imaginario con respuestas negativas, trágicas, a la hora de resolver situaciones. Por otra parte, en una sociedad machista, como la nuestra, la infidelidad femenina es peor vista que la masculina (que incluso es aceptada) y un hombre traicionado siente además atacada su hombría.

Una reacción de violencia machista ya muy estudiada es la llamada violencia vicaria, que consiste en “castigar” a la mujer provocándole dolor a través de dañar a personas a las que ella ama, principalmente mediante hijos e hijas (en algunos casos también mascotas). Es así que se han dado muchos casos en los que el marido o expareja daña o mata a los hijos de ambos o de la mujer para vengarse de ella y provocarle un sufrimiento enorme y permanente.

En la violencia vicaria los hijos e hijas son tratados como objetos para provocar dolor, no existe un criterio de cuidarles o protegerles, todo lo contrario, no importan y su sentido es su capacidad de provocar daño a la madre. Y es generalmente a la madre porque suele ser ella la que tiene mayor relación y conexión con los hijos. En Bolivia, donde hace pocos años se hacen estadísticas de violencia machista, se tiene poca información y registro sobre este tipo de violencia.

Finalmente, en este caso todo indica que también hay una violencia de clase porque se trata de una familia de escasos recursos cuya sobreviviente, la madre hoy detenida, no es alguien relevante en la sociedad y su vida y destino no transcienden en los medios, ni en las organizaciones de defensa de derechos de las mujeres. ¿Se le ha permitido asistir al entierro de sus hijos? ¿Recibe algún tipo de ayuda emocional y legal? El fiscal y sus criterios poco claros la han encerrado por cuatro meses de manera preventiva y, en tanto, ha llegado el Carnaval y sus festejos, todo lo demás qué importa. 

(*) Drina Ergueta es periodista y antropóloga

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