Voces

Wednesday 29 May 2024 | Actualizado a 01:55 AM

Paulo Coelho vs. James Joyce

Unas cuantas páginas del humor narrativo de Joyce son más terapéuticas que 500 libros tipo Paulo Coelho

/ 1 de diciembre de 2012 / 05:58

El Ulises de Joyce le hizo mucho mal a la literatura”, acabo de enterarme que ha dicho el celebérrimo Paulo Coelho. Hasta ahora, sólo sabía lo muy interesado que siempre ha estado en suministrar medicinas verbales a la humanidad a cambio de luengas ganancias. Ahora también sé que le interesa la literatura. Claro que su interés quizá resida más bien en el deseo de desacreditarla de una vez por todas; de otra manera no se explica cómo pudo habernos infligido todos sus libros, incluido casi con seguridad este último,

El manuscrito encontrado en Accra, a propósito de cuya aparición el carioca escritor se ha expedido con esas curiosas palabras (por decir lo menos, viniendo de quien viene). ¿Y por qué Joyce habría hecho tanto mal a la literatura? Porque nadie lo ha leído y todos dicen que lo han leído, aclara el gran best seller.

Romper una lanza en este duelo quizá sea perder una lanza tontamente, pero puede tener su utilidad si nos ponemos a pensar que Coelho es prácticamente el príncipe de los ingenios de los libros más populares de este inicio de siglo, y tiene todos los ingredientes entre memos y jocosos de la literatura de ayuda para una humanidad infantilizada. Pruebas al canto: “No hay arma más poderosa que las palabras”; “La derrota nos hace perder una batalla o una guerra. El fracaso no nos deja luchar”; “No intentes agradar a todo el mundo, o perderás el respeto de todos”, cuenta la nota de prensa que se puede encontrar en el libro de Coelho.

Con eso basta, creo yo: no leo El manuscrito encontrado en Accra ni ante un pelotón de la Policía de Accra que me ofrezca indulto a cambio de pasar el resto de mi vida estudiando la obra de Coelho. Pero si el lector quiere más entretenimiento, vea cómo el autor quiere que se lea su libro: “puede desmenuzarse en tuits y leerse a modo de guía de valores a la que agarrarse en estos tiempos de depresión”. Y así, confiado en que todos estamos deprimidos (por lo cual necesitamos su libro), Coelho se dedica a tuitear a Joyce (dice, escandalosamente, que el Ulises puede ser “reducido a un tuit”), en vez de ustearlo, como debiera ser si el mundo fuera mejor.

Mejor ocupémonos de Ulises. Hay una parte en que uno de sus muchos personajes define de pronto y magníficamente a la historia como una “pesadilla de la que nunca se ha de despertar” (capítulo 4 de la segunda parte, página 151, de la famosa edición de Santiago Rueda, que es la única que conozco). Un muy buen lector de Joyce, Gilmar Gonzales, tuvo a bien llamarme la atención sobre otro lugar donde, esta vez, es Esteban Dédalus quien dice algo muy parecido: “La historia —afirmó Esteban— es una pesadilla de la que estoy tratando de despertar” (página 60). No sé si los abundantes estudiosos de la novela han examinado ya este dato, pero da sin duda para hacerlo, porque entre ambas frases hay una contradicción que marca precisamente la riqueza del enorme dorso narrativo de Joyce, cosa tan lejana de la univocidad previsible de la literatura tipo Coelho. La primera frase es pesimista, claro, porque asegura que estamos condenados a vivir y soportar la historia; mientras la segunda, como que pertenece al artista exadolescente, en buena medida álter ego de Joyce, es más promisoria, intenta liberarse del acontecer humano, tan humano. Vaya como modesto ejemplo este pequeño detalle del monstruo novelístico que son las 702 páginas de Ulises, para poner las cosas en su lugar sobre el atrevimiento de Coelho.

Como se dice en los discursos: para terminar, es cierto, Ulises no es fácil de leer y exige la inversión de grandes cantidades de energía, tiempo y concentración; hay partes excesivas y pesadas (todas las obras maestras parecen tener problemas parecidos). También es cierto que con Finnegans wake se pasó de la raya e hizo algo ilegible e insoportable. Pero unas cuantas páginas del humor narrativo de Joyce, de su loca minuciosidad para construir sus personajes o la acción, son más terapéuticas que 500 libros de Oshos, Coelhos, Deepak Chopras y tutti quanti. Sea dicho desde esta humilde columna para restituir la honra de la literatura.

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Aprendiendo Política desde México

Alfredo Serrano Mancilla

/ 29 de mayo de 2024 / 01:24

Pasan los días, las semanas, los años, y el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador (AMLO), continúa con un apoyo mayoritario. Cuenta con una imagen positiva alta y estable a lo largo de todo su mandato. Y no importa qué encuesta consultes. Todas coinciden en el mismo veredicto: dos tercios de la población están con AMLO.

La esencia es básica, pero no por ello sencilla: hacer Política. Sí, Política. Esta palabra, maldita para muchos, que AMLO pone en valor a contracorriente de quienes la consideran una reminiscencia del pasado.

Para el presidente mexicano, la Política es un arte noble. Esto es algo que dice constantemente y, lo que es aún mejor, se esmera en ponerlo en práctica de múltiples maneras. 

En primer lugar, parte de convicciones; sin ellas, no se puede hacer política. Esto no significa ser dogmático, pero tampoco moderado ni fanático del centro. Todo lo contrario, defiende ideas, valores y principios. Y esta matriz ideológica le sirve como ancla sólida cada vez que tiene que lidiar con una coyuntura compleja. Así se mueve tácticamente. Lo necesario, pero sin dejar de avanzar en lo definido previamente como estratégico.

Esto, además, tiene un correlato inmediato: le permite fijar el adversario político sin ambigüedades. Esta es una cuestión fundamental para evitar confusiones entre la ciudadanía cada vez que hay que tomar partido, sea a la hora de votar o, sencillamente, en la cotidianeidad de una discusión familiar.

En segundo lugar, no subestimó la importancia que tiene la gestión para que su Palabra tenga credibilidad. El actual Gobierno de la Cuarta Transformación (4T) -como así se autodefine- ha tenido logros muy notorios en lo social y lo económico. La mejora en el bienestar social vino acompañada de la bonanza macroeconómica. Por ejemplo, hoy en día, su moneda, el Peso mexicano es la moneda que más se apreció en estos años en toda América Latina.

Otro buen ejemplo es el de la llamada ‘austeridad republicana’, que consiguió implementar gracias a la siguiente ecuación: aumentar la recaudación sin modificar la matriz tributaria. ¿Cómo lo hizo? Eliminando la mayoría de gasto tributario innecesario, por injusto e ineficaz. También redujo mucho el grado de evasión y eliminó gastos superfluos de la casta política (AMLO sigue viajando en avión comercial después de cinco años y medio de gobierno -y no cambió de parecer a los cuatro meses-).

En tercer lugar, comunica sin frivolidad. No le hizo caso a ninguno de esos manuales modernos de comunicación política que siempre abusan de infinitos lugares comunes y que provocan que la Política se vacíe de Política. AMLO habla a diario (a través de las Mañaneras) y responde a todo; en cada explicación combina lecciones históricas con datos actuales, no le huye a ninguna controversia, hace pedagogía en cada asunto e instala agenda. Y, además, si considera que necesita más de una hora para contestar en detalle una pregunta difícil, lo hace. Y, así y todo, es indudablemente uno de los principales youtubers de América Latina por cantidad de reproducciones.

En cuarto lugar, entiende que lo electoral se resuelve en la arena de la Política. Es decir, llega el periodo de campaña y lo primero que hace es acudir al Congreso para plantear una reforma constitucional para recuperar el espíritu de 1917, planteando cambios estructurales muy notables para el futuro del país (salarios, soberanía, salud, educación, pensiones, etc.).

En quinto lugar, sabe que sin batalla cultural es imposible sostener un proceso de transformación hacia adelante. Su base está en el humanismo mexicano. Desde ahí resignifica viejos símbolos y crea otros nuevos. El orgullo de ser mexicano es, seguramente, uno de sus principales estandartes.

En sexto lugar, ejerció un pragmatismo inteligente. Ello no implica renunciar a soñar; tampoco vivir haciendo genuflexiones. En otras palabras: no se puede hacer Política desconociendo la realidad. Por ejemplo, no se puede desconocer que México tiene una frontera enorme con Estados Unidos. AMLO jamás se hizo el miope frente a esa obviedad y, por eso, tuvo que hacer política exterior teniendo en cuenta esa dificultad. Seguramente, en algunos asuntos tuvo que ceder, pero jamás cedió la soberanía. Y, gracias a eso, logró ser aún más autónomo en su política exterior para con América Latina (véanse ejemplos como los de el rescate a Evo, el desconocimiento de Dina Boluarte como presidenta del Perú o el asilo a los perseguidos políticos de Ecuador).

En séptimo lugar, le dio máxima prioridad a crear un ‘movimiento’ capaz de generar tensiones creativas (como diría Álvaro García Linera). Actualmente, Morena (Movimiento de Regeneración Nacional) está en la centralidad de la Política en México. Tiene a una militancia altamente formada, organizada y muy activa. Esto es crucial para una cita electoral, pero fundamentalmente para hacer Política en el territorio, en el mundo académico, en las redes, etc.

Por estas y otras razones, el tan cacareado ‘avance de la derecha global’ no tiene cabida en México. A pesar del enorme Poder Mediático opositor; a pesar del Poder Judicial jugando en contra; a pesar del Poder Económico apostando por otro modelo; a pesar de estos típicos argumentos que en otras latitudes se utilizan para explicar la llegada de lo inevitable, en el país azteca esto no sucede.

Disculpen el spoiler: las alternativas conservadoras y neoliberales (se llame Xóchitl Gálvez o Álvarez Máynez) no lograrán vencer a la candidata de Morena en las elecciones presidenciales del 2 de junio. Claudia Sheinbaum será la próxima presidenta de México por todo lo descrito anteriormente; y también porque es una mujer altamente formada y capacitada, técnica y políticamente, con mucha trayectoria y experiencia verificada (gobernó la Ciudad de México) y con lealtad de sobra demostrada, tanto a AMLO como al marco ideológico del espacio político al que pertenece.

Alfredo Serrano Mancilla es doctor en Economía y director del Celag.

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Una sola China

Pero la paciencia es una cualidad inherente a la cultura china y su economía es mucho más importante que la del mismo EEUU

Franz Lazarte

/ 28 de mayo de 2024 / 06:53

El sábado 13 de enero, venció las elecciones de Taiwán Lai Ching-te, del Partido Progresista Democrático (PPD), del ala más radical del frente que promueve la separación de China. La cuestión de Taiwán no se trata de democracia, sino de la soberanía y la integridad territorial de China, y la cuestión de Taiwán es puramente un asunto interno de China. El intento de internacionalizarla es un cálculo astuto y repugnante de EEUU, que busca ganancias egoístas, venta de armas en Taiwán.

Vea: Empleo y derechos laborales en Xinjiang

El estatus de Taiwán como parte de China ha sido afirmado durante mucho tiempo por el derecho internacional y no está sujeto a debate. La Declaración de El Cairo, un documento histórico emitido en noviembre de 1943 por el presidente estadounidense Franklin Roosevelt, el primer ministro británico Winston Churchill y Chiang Kai-shek, del Kuomintang chino (KMT), establece claramente que todos los territorios que Japón le había robado a China, como Taiwán y las Islas Penghu, deberían ser restituidas a China. Estos términos fueron reafirmados posteriormente en la Proclamación de Potsdam de 1945. El estatus de Taiwán como parte integral de China también se refleja en la Resolución 2758 de la Asamblea General de la ONU, en la que reconoce explícitamente a los representantes del Gobierno de la República Popular China como únicos representantes legítimos de China en las Naciones Unidas, solventando así de una vez por todas, en términos políticos, jurídicos y procedimentales, la cuestión de representación de toda China, incluyendo Taiwán, en los documentos bilaterales que China firmó con 183 países, que marcaron el establecimiento de sus relaciones diplomáticas.

De hecho, incluso después de la derrota del KMT en la Guerra Civil China y la retirada a la isla de Taiwán a fines de la década de 1940, su Generalísimo Chiang Kai-shek nunca apoyó la idea de «dos Chinas».

Hoy, el Estrecho de Taiwán es una de las rutas marítimas más transitadas del mundo. Una gran cantidad de tráfico comercial pasa por el estrecho todos los días, como señaló una vez el secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken. Pero lo que no mencionó, ya sea intencionalmente o no, es que no ha habido queja de ningún capitán de ningún barco comercial por no poder navegar por el Estrecho de Taiwán. La verdad es que no ha habido ningún problema para que naves y aviones pasen por el lugar, siempre y cuando observen el derecho internacional y respeten la soberanía de China.

Estados Unidos no tiene derecho a interferir en el método que se utilizará para resolverla. Blinken afirmó que la cuestión de Taiwán no es solo un asunto «interno» de China. Poco después, políticos de Gran Bretaña, Corea del Sur y algunos otros aliados de EEUU hicieron lo mismo, vendiendo la idea de que la cuestión de Taiwán concierne a todo el mundo.

Taiwán es el último rezago de la guerra civil que nunca terminó. Es una herida abierta de un periodo muy doloroso para los chinos. Cuando en Beijing hablan de «reunificación pacífica» es porque lo último que quieren es que chinos se vuelvan a matar entre ellos.

La venta de armamento estadounidense a la región china de Taiwán viola gravemente el principio de una sola China y las estipulaciones de los tres comunicados conjuntos China-EEUU, en especial el del 17 de agosto de 1982, instando a EEUU a acatar el principio de una sola China y los tres comunicados entre ambos países, detener la venta de armas y los contactos militares con la isla, y dejar de crear factores que pueden aumentar las tensiones en el Estrecho de Taiwán.

Pero la paciencia es una cualidad inherente a la cultura china y su economía es mucho más importante que la del mismo Estados Unidos.

(*) Franz Lazarte Escobar es presidente de la Asociación de Exdiplomáticos y Exbecarios del Estado Plurinacional de Bolivia y la República Popular de China

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¿El pico del populismo?

David Brooks

/ 28 de mayo de 2024 / 06:49

Solíamos tener largos debates sobre el excepcionalismo estadounidense, sobre si este país era un caso atípico entre las naciones, y siempre pensé que la mayor parte de la evidencia sugería que así era. Pero hoy en día nuestras actitudes políticas son bastante comunes. Estados Unidos, lejos de sobresalir como el campeón de la democracia, como una nación que da la bienvenida a los inmigrantes, como una nación perpetuamente joven energizada por su fe en el sueño americano, está ahora atrapado en el mismo ambiente amargo y populista que prácticamente en todas partes.

A principios de este año, por ejemplo, la firma de investigación Ipsos publicó un informe basado en entrevistas con 20.630 adultos en 28 países, incluidos Sudáfrica, Indonesia, Brasil y Alemania, en noviembre y diciembre pasados. Pregunta tras pregunta, las respuestas estadounidenses fueron, bueno, promedio.

Consulte: La cura para nuestra democracia

Nuestro pesimismo es mediocre. Aproximadamente el 59% de los estadounidenses dijeron que creían que su país estaba en declive, en comparación con el 58% de las personas en los 28 países que dijeron eso. El 60% de los estadounidenses estuvo de acuerdo con la afirmación “el sistema está roto”, en comparación con el 61% en la muestra mundial que estuvo de acuerdo con eso.

Nuestra hostilidad hacia las élites es normal: 69% de los estadounidenses estuvieron de acuerdo en que “la élite política y económica no se preocupa por la gente trabajadora”, en comparación con el 67% de los encuestados entre los 28 países. El 63% de los estadounidenses estuvo de acuerdo en que «los expertos de este país no comprenden la vida de personas como yo», en comparación con el 62% de los encuestados en todo el mundo.

Las tendencias autoritarias de los estadounidenses son bastante normales: 66% de los estadounidenses dijeron que el país “necesita un líder fuerte para recuperar el país de los ricos y poderosos”, en comparación con el 63% de los encuestados entre las 28 naciones en general. El 40% de los estadounidenses dijo que creía que necesitábamos un líder fuerte que “rompiera las reglas”, cifra que estaba solo un poco por debajo del 49% a nivel mundial que creía eso.

Esos resultados revelan un clima político —en Estados Unidos y en todo el mundo— que es extremadamente favorable para los populistas de derecha. Eso importa porque este es un año de decisiones, un año en el que al menos 64 países celebrarán elecciones nacionales. El populismo ha surgido como el movimiento global dominante.

Una conclusión obvia es que es un error analizar nuestra elección presidencial en términos exclusivamente estadounidenses. El presidente Joe Biden y Donald Trump están siendo sacudidos por condiciones globales que escapan mucho a su control.

¿Existe alguna manera de luchar contra la marea populista? Por supuesto que sí, pero comienza con el humilde reconocimiento de que las actitudes que sustentaron el populismo surgieron durante décadas y ahora se extienden por todo el mundo. Si se quiere reconstruir la confianza social, probablemente haya que reconstruirla sobre el terreno, desde abajo hacia arriba.

Parece que las elecciones de este año las ganará el bando que esté a favor del cambio. Los populistas prometen derribar los sistemas. Los liberales deben defender su cambio de manera integral y constructiva.

(*) David Brooks es columnista de The New York Times

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De buena fe

La función del Gobierno es hacer realidad el Estado Plurinacional con leyes y normas de cumplimiento obligatorio

José Pimentel Castillo

/ 28 de mayo de 2024 / 06:45

Recientemente, en conferencia, refiriéndose al acuerdo con los empresarios privados nacionales, el presidente Luis Arce declaró: “Si exportan y no traen los dólares al país eso no sirve al país, tienen que traerlos y comprometerse; si no, vamos a tener que sacar alguna medida para que traigan el 100% de las divisas a nuestro país”. Casi inmediatamente, el ministro de Economía anunció la sanción a 22 entidades financieras y lamentó que los empresarios no cumplan su palabra, empeñada en el acuerdo de 10 puntos del 19 de febrero. La fe puesta en el convenio se cayó por los suelos, anteriormente había declarado que “si una de las partes no cumple, no va a funcionar”.

Luego vinieron las aclaraciones. La Cámara Nacional de Exportadores (Caneb) y la Cámara de Exportadores (Cadex) aclararon que el 95% de sus miembros cumple su palabra; el ministro aclaró que “son 25 a 30 grandes exportadores que no han cumplido los términos acordados”, para luego tranquilizar con la afirmación de que el Gobierno “no pretende aplicar una medida de obligatoriedad para el ingreso de divisas al país”. 

Revise: La vida no vale nada (otra vez)

¿Cuáles son esos 30 grandes exportadores? Del análisis de la estructura del sector exportador, la minería es el principal sector de exportación. Sus agentes principales son las transnacionales y las comercializadoras de oro —no forman parte de la Caneb y la Cadex—, ellos hacen sus exportaciones para beneficio de su casa matriz. Pedirles comprensión es caer en la ingenuidad, ellos han venido a ganar y no a hacer beneficencia, y si no hay reglas claras es dar piedra libre para que hagan lo que quieran. La entrega obligatoria de divisas es una vieja consigna del nacionalismo, por eso murieron Busch y Villarroel, y fue la piedra angular del capitalismo de Estado que integró el país, desarrolló la industria liviana y la agroindustria gracias a los dólares baratos, provistos entonces por la Comibol. Otra característica del sector exportador es su carácter primario, lo que se exporta proviene de la naturaleza con que ha sido dotada la nación, como los hidrocarburos, minerales, metales y productos agropecuarios. No se trata de una medida revolucionaria, sino simplemente de la racionalidad. Países como Argentina y Colombia la aplican y la empresa privada acepta porque a cambio el Estado le proporciona infraestructura y le abre mercados.

El sector agroexportador radicado en Bolivia también juega con la oportunidad del mercado: para éste la devolución de los certificados de impuestos (Cedeim) no es un atractivo, por cuanto las facturas por combustible (subvencionado) y bienes de capital (liberados de impuestos) no ingresan en la acreditación para su devolución, por lo que ellos prefieren mantener las divisas en el exterior o introducirlos al mercado negro, donde la ganancia es del 30%, mejor que el 13% que les ofrece el Gobierno por la devolución de impuestos. La misma lógica mueve a los exportadores de concentrados de minerales (zinc, plata, plomo) cuando su declaración del costo de fundición en el exterior supera el 50% de su costo de operación, asegurando que quede afuera lo ganado.

A pesar del alto valor de las exportaciones, $us 13.653 millones, la crisis económica es una realidad, fruto de la concentración de la riqueza por unos cuantos, la incapacidad de transformar las empresas estatales (YPFB y Comibol) en eficientes que dan valor agregado a las materias primas, el ahogamiento a los proyectos en marcha del litio, el avasallamiento de la minería ilegal del oro, la marginalidad del pequeño productor agrícola y el carácter expansivo de la agroindustria. Como se han desatendido los del sector privado de sus responsabilidades frente al Estado, son las empresas públicas —venidas a menos— las que deben responder por las necesidades del país, buscando satisfacer los requerimientos de insumos y bienes de capital que vienen del exterior: combustibles, medicamentos, maquinarias, alimentos… que requieren todos los sectores de la economía, mientras un grupo privilegiado guarda sus divisas en el exterior o especula con éstas en el mercado negro.

La función del Gobierno es hacer realidad el Estado Plurinacional con leyes y normas de cumplimiento obligatorio, y no esperar la buena voluntad de actores que solo siguen a sus propios intereses de lucro y acumulación.

(*) José Pimentel Castillo fue dirigente sindical minero

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Milei camina sin norte en política exterior

Milei tiene un mes para recapacitar y cambiar su discurso agresivo e incendiario que no le hace nada bien al país vecino

Alfredo Jiménez Pereyra

/ 28 de mayo de 2024 / 06:41

La conducta agresiva y provocadora del presidente de Argentina, Javier Milei, con presidentes de la región y de España, se resume en que el mandatario tiene total desconocimiento sobre política exterior, su discurso está intoxicado por la violencia verbal y tiene desprecio visceral contra quienes piensan diferente a él.

Los exabruptos que lanzó Milei en los cinco meses y medio de gobierno contra otros mandatarios demuestran su accionar “cavernícola” en temas sobre relaciones internacionales.

Lea: América y Europa, con maratónicas elecciones

Recordemos que antes del reciente impasse con el jefe del gobierno español, Pedro Sánchez, los presidentes de México, Colombia y Brasil fueron blanco de los ataques furibundos del “libertario”.

Antes de asumir la presidencia de Argentina, los insultos más sonados se las dedicó a su compatriota, el papa Francisco. Sin embargo, el ultraconservador no exorcizó sus demonios socialistas en los casos de los presidentes de México, Chile y Brasil, a quienes descalificó durante su campaña presidencial.

Ataques que llegaron a provocar la ruptura de lazos diplomáticos con México y Colombia, parecido al que surgió con España.

Milei insistió en la campaña electoral en que no se relacionaría con países “socialistas y comunistas”. Más allá de lo inviable de esa promesa, nadie esperaba que la “diplomacia presidencial” incluyera semejantes niveles de riesgo para relaciones vitales en el vecino país.

La oposición al gobierno del ultraliberal populista, así como los principales medios y analistas de Argentina, coinciden en que el camino tomado por Milei es muy desaconsejable.

En los cinco meses y medio que lleva en la Casa Rosada, Milei no tiene ni idea de lo que fue su retórica incendiaria durante su campaña electoral y lo que implica hablar como representante de un país del G-20, tercera economía de América Latina y de históricos lazos con Europa.

Milei desconoce de las grandes inversiones españolas en territorio argentino y que sus exabruptos hacen peligrar cualquier relación comercial entre ambos Estados.

El mandatario argentino necesita con urgencia dólares y el choque con Madrid no hace más que poner a las empresas españolas en un nivel inédito de cautela y preocupación por la estabilidad política argentina que afecta a sus negocios.

Según el Ministerio de Relaciones Exteriores de España, las empresas españolas tuvieron el año pasado inversiones en Argentina por casi $us 21.500 millones, un 15% del total global.

Como la presencia de Milei en España no fue en el marco de una visita oficial, el embajador argentino en Madrid, Roberto Bosch, mantuvo reuniones con segundas líneas y directivos latinoamericanos, pero no asistieron los principales empresarios españoles.

Los pesos pesados del empresariado español que evitaron la reunión fueron Ana Botín, la histórica titular del Banco Santander; Florentino Pérez, el dueño del Real Madrid y accionista mayoritario de Abertis, la empresa que opera las autopistas de Ausol en Argentina en sociedad con la familia Benetton; y el jefe de Telefónica, José María Álvarez Pallette.

Naturgy, la energética que en Argentina distribuye gas en la zona oeste y norte del Conurbano, llevó a Pedro Larrea Paguaga, el director general de Redes. El supermercado Día mandó al CEO argentino, lo mismo que ocurrió con el BBVA, que llevó a Jorge Azcánaga, el jefe de Latam.

Lo que más llamó la atención de los expertos en estas gestiones internacionales fue la no presencia de Botín, que se reunió con todos los presidentes, desde Cristina Fernández y Mauricio Macri hasta Alberto Fernández.

Mientras el círculo diplomático argentino se convulsiona ante una política exterior que va bastante más allá de la heterodoxia, la oposición más dura a Milei lo denunció penalmente por viajar a costa del Estado sin reuniones oficiales.

Mientras no sea declarado “persona no grata” por el gobierno español, el Boeing 757-256 del mandatario será visto nuevamente en el aeropuerto de Barajas, cuando Milei regrese al país ibérico para recibir el 21 de junio el premio del Instituto Juan de Mariana por la “defensa ejemplar de las ideas de la libertad”.

Milei tiene un mes para recapacitar y cambiar su discurso agresivo e incendiario que no le hace nada bien al país vecino.

(*) Alfredo Jiménez Pereyra es periodista y analista internacional

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