Porno y violencia
Urgen mayores y mejores esfuerzos para combatir esta forma inaceptable de violencia contra las personas
La Policía ha lanzado una alerta que no puede menos que provocar la más honda preocupación: desde 2015 las páginas de internet con contenidos pornográficos hechos en Bolivia aumentan sin que se les pueda poner freno. Hasta donde se sabe, hay “cientos” de sitios con videos e imágenes íntimas de mujeres y hombres, la mayoría captadas y publicadas sin su consentimiento.
La primera en manifestar su preocupación al respecto es la Directora Departamental de la División de Trata y Tráfico de Personas, de la Fuerza Especial de Lucha Contra el Crimen (FELCC), cuando señala que “cuando se detectan estas páginas se gestiona sacarlas de circulación, pero es difícil, porque muchas empresas que tienen la propiedad de los dominios desconocen quiénes las activaron”. Y agrega que “se puede hasta eliminar las páginas, pero no controlar ni saber a cuántas personas les llegó, cuántas lo compartieron o lo guardaron en su dispositivo”.
Según la Ley 263, Integral de Lucha Contra la Trata y Tráfico de Personas, quien “obligue, facilite o induzca” a que otra persona realice actos sexuales o de exhibicionismo corporal con fines de registro y publicación “será sancionado con pena privativa de libertad de 10 a 15 años”, además de prever agravantes que multiplican la sanción, lo cual claramente indica que se trata de un crimen mayor.
Según la jefa policial, entre las principales víctimas de estos sitios de internet están, por un lado, mujeres (habitualmente muy jóvenes) cuyas parejas o especialmente exparejas publican las imágenes con ánimo de venganza, hábito muy extendido entre las y los usuarios de redes sociales en todo el mundo; y por el otro, niñas y niños víctimas de pedófilos que les contactan a través de las redes informáticas, se ganan su confianza y luego les piden imágenes comprometedoras para luego extorsionarlos. Un psicólogo explica que niñas y niños con problemas de comunicación en la familia son más proclives a caer en manos de estos pervertidos.
Dice la Directora de la División de Trata y Tráfico que “cuando se trata de intercambio (de las imágenes) por Facebook, es complejo hallar el origen; en WhatsApp es más sencillo. En cuanto a blogs, es difícil identificar a quiénes los administran”, reflejando una impotencia que si bien debe ser común en muchos otros países, independientemente de su grado de desarrollo tecnológico, no debe ser motivo para no hacer más esfuerzos para ponerle freno.
Urgen, pues, mayores y mejores esfuerzos para combatir esta forma inaceptable de violencia contra las personas, en particular mujeres, niñas y niños; pero sobre todo para asegurar que la sociedad toda, y en particular los padres, madres y las posibles víctimas tengan clara conciencia del peligro que se cierne sobre los más vulnerables y se les otorgue recursos, cognitivos y materiales, para evitar que caigan en esta situación.