La urgencia de despatriarcalizar
A estas alturas del proceso de cambio, las estructuras del Estado han empezado a desmasculinizarse.
DIBUJO LIBRE
En distintos confines del planeta, gobiernos y organismos internacionales han celebrado el Día Internacional de la Mujer y han esgrimido diversidad de discursos. Muy pocos hicieron referencia a las causas estructurales de la dominación femenina e ir al fondo para identificar y denunciar el origen de la opresión femenina, porque ni gobiernos ni organismos internacionales están dispuestos a cuestionar sus sistemas, sus estructuras, sus modelos de economía y sociedad.
El hacerlo supondría visibilizar al sistema capitalista y al colonialismo que sostienen al patriarcado y que ha estructurado un sistema de opresiones que opera a través de religiones, leyes, educación, medios de comunicación, etc.; por ello, les es cómodo y posible hacer sendos discursos feministas, pero sus propuestas son insuficientes en tanto no cuestionen las bases estructurales de los sistemas de dominación.
Las luchas y resistencias al colonialismo en África y América Latina abrieron la posibilidad y pusieron de manifiesto la necesidad de deconstruir y reescribir la historia desde sus orígenes, desde el lado de los pueblos oprimidos y no bajo el molde de la influencia occidental. Por ello, en la última década, las corrientes feministas decoloniales enfrentaron al discurso oficial de género institucionalizado y enraizado en organismos internacionales, gobiernos, ONG y medios que difunden el discurso light del feminismo liberal o de género.
El proceso de cambio en Bolivia no solo generó una gran transformación política, económica y social, sino que también inició una nueva época en la reflexión epistemológica y el debate teórico e ideológico sobre las luchas del pueblo boliviano, comprendiendo que existe un sistema de opresión articulado entre sí y que opera de manera conjunta entre capitalismo, colonialismo y patriarcado; de ahí que es imprescindible articular la lucha anticapitalista con la anticolonial y la antipatriarcal; es decir, se plantea atacar las causas estructurales de los sistemas de dominación.
Por ello, nuestro modelo económico, social, comunitario y productivo busca la transformación del modelo capitalista y necesariamente debe cumplir estrategias y tareas decoloniales y depatriarcales. El proceso de cambio no estará completo si no se articula a la transformación de la vieja herencia del Estado y la sociedad colonial y patriarcal que aún perviven y reproducen los sistemas de dominación y explotación.
En Bolivia, los cambios estructurales iniciados en 2006 lograron unir el proceso de descolonización y de transformación del modelo económico con la despatriarcalización y los resultados empezaron a verse poco a poco. Nunca como en estos años se ha visto a las mujeres de todas las culturas y regiones participando en gestión comunal, regional, departamental y nacional, interpelando al Estado con sus propias demandas y agendas, con propuestas que nacen de sus necesidades específicas y no solo son réplica de las agendas internacionales. Los cambios políticos en favor de las mujeres se demuestran con su presencia protagónica en la toma de decisiones del Estado, la incorporación de la paridad permitió 50% de mujeres en las estructuras políticas en las asambleas legislativas Plurinacional y departamentales y municipales, una presencia importante de mujeres en los órganos Ejecutivo y Judicial.
En el ámbito normativo, empezando por la Constitución, se ha constitucionalizando un conjunto de derechos para las mujeres; asimismo, existe una legislación avanzadísima en su favor, con leyes que fueron ejemplo y modelo en países vecinos.
Para fortalecer la despatriarcalización, el presidente Luis Arce declaró el 2022 Año de la Revolución Cultural para la Despatriarcalización “Por una vida libre de violencia contra las mujeres”. En un reciente informe, la ministra María Nela Prada resalta logros sobre derechos económicos y sociales, como que 45% de los títulos de tierras están a nombre de mujeres. En políticas para la autonomía económica, se informó de una importante inversión a través del Banco de Desarrollo Productivo (BDP) con dos líneas de crédito: Mujer BDP, que benefició a casi 4.000 mujeres, y Banca Mujer, con 95 millones en créditos para más de 700 mujeres. Asimismo, hay el programa “Empoderar” que se implementará hasta 2027, con una inversión de $us 300 millones y que beneficiará a 130.000 familias con proyectos productivos, agropecuarios, de construcción e infraestructura.
En cuanto a la lucha contra los feminicidios, la Comisión conformada por todos los poderes del Estado logró que 100% de los juzgados de materia fueran intervenidos, 15 jueces procesados, 10 destituidos y 21 sentenciados. También está el programa de vivienda social “Viviana Mallque”, el Sello para “Empresas seguras y libres de violencia”, la aprobación de la Ley 1443 de Protección a las víctimas de feminicidio, infanticidio y violación de infante, niña, niño o adolescente, que busca proteger a hijos de víctimas de feminicidio, violencia sexual. Son logros por resaltar.
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En educación, es muy importante el proceso de una currícula despatriarcalizadora, escuelas sindicales, cursos de formación de profesores, investigaciones temáticas, etc. para incidir en cambios de la cultura machista.
Las estructuras del Estado han empezado a desmasculinizarse, si bien el Viceministerio de Igualdad de Oportunidades ya existía, el presidente Morales creó del Servicio Plurinacional de la Mujer y la Despatriarcalización, el Gabinete de la Mujer y las Niñas, la creación de Unidades de Interculturalidad e Igualdad de Oportunidades, Unidades de género, la creación de la FELCV, Defensorías de la Mujer y niños, Casas de Refugio para Mujeres víctimas de violencia, etc. Este nivel de institucionalidad se ha fortalecido con el presidente Luis Arce, con la creación del Viceministerio de Despatriarcalización y el Viceministerio de Descolonización; además del Observatorio de Justicia y Género en el Órgano Judicial, el Observatorio de Seguridad Ciudadana etc.
Si bien contamos con importantes avances, logros y conquistas, recién se ha iniciado un largo y pedregoso camino hacia la despatriarcalización del Estado. De lo que se trata es que debe haber una revolución dentro la revolución democrática y cultural, que continúe con la labor de desmontar el viejo Estado, para dar paso a un nuevo Estado descolonizado y despatriarcalizado.
(*)Sonia Brito es socióloga, embajadora de Bolivia en Italia