Alasita, preludio del Anata
Para el mundo indígena originario, el Anata es el tiempo hembra, de la fecundidad, la abundancia de alimentos...
Una de las visiones de mundo más ricas que existe en territorio boliviano es la mixtura entre el tiempo sagrado indígena, el tiempo pagano europeo y su disolución en los ritos festivos. Así, en septiembre, en el equinoccio de primavera comienzan los preparativos para recibir el tiempo del jallu pacha, tiempo húmedo, tiempo hembra y de fecundidad. El 21 de diciembre, en el solsticio de verano, se verifica la presentación de las miniaturas simbólicas, illas e ispallas al Sol, en el Qapaj raymi, para que las fecunde y haya abundancia. El Iqiqu es la divinidad que se encarga de protagonizar los ritos el 24 de enero. En muchas comunidades que están alrededor del lago Titicaca, las autoridades realizan una procesión, después de la ch’alla de las illas e ispallas hacia las montañas protectoras, solicitándoles lluvia. Y el 2 de febrero, fiesta de la Virgen de la Candelaria, van al mismo lugar para solicitarles que no se excedan y causen inundaciones. Se busca la armonía y la simetría para celebrar la vida.
Es el momento cuando el mundo de abajo se prepara para subir al mundo donde estamos siendo. Cuando los frutos estallan en la superficie de la Pachamama y se organiza la celebración más importante del mundo indígena originario: el Anata. En las primeras centurias, después de la llegada de los conquistadores a tierras de Aby Ayala y especialmente en los territorios de Charcas, por su condición geográfica, estas visiones sufrieron una amalgama inédita, ya que, para el mundo indígena originario, el Anata es el tiempo hembra, de la fecundidad, la abundancia de alimentos y del goce del cuerpo.
En cambio, en Europa es invierno y el Carnaval era el momento de comer los restos de la última cosecha, porque luego vendría la etapa de penitencia cuaresmal, tiempo litúrgico desde el Miércoles de Ceniza hasta el Jueves Santo. La escasez de productos agrícolas generaba un malestar en la población y era una etapa de potenciales convulsiones políticas campesinas. Además, era la oportunidad de los siervos de la gleba para ridiculizar a sus explotadores: una terapia para desinflar lo problemas sociales que no siempre resultaba.
En Bolivia, para una gran parte de la población, los carnavales son más importantes que la Navidad y el Año Nuevo. Las clases populares del occidente boliviano, sobre todo, han impulsado un despliegue de simbología fusionada entre la adoración a la Manka pacha, o mundo de abajo, donde duermen los muertos como semillas y especies zoológicas de cada lugar y despertar a través de danzas rituales en el Anata y el Carnaval de corte europeo. En este fabuloso escenario se representa el mundo de abajo en las máscaras y trajes de las múltiples danzas. Como una estrategia política, las culturas indígenas ocultaron sus ritos religiosos en vírgenes, ángeles y trajes del siglo XVII que aún se pueden ver en la danza de la morenada, adornada hasta el delirio barroco.
En Oruro tenemos el anata wayna, o joven tiempo de celebración, desde Todos Santos hasta el Domingo de Tentación, época de siembra y lluvia. Y, como en muchas regiones del altiplano y los valles altos, solo se toca la tarka y el mohoceño, instrumentos sacros que promueven el crecimiento de los sembradíos. Luego viene el achachi anata, o tiempo viejo de celebración, época seca de cosecha, cuando se toca el siku y otros aerófonos andinos. El momento culminante del Anata y el Carnaval es el jacha uru, o día grande, el Martes de Carnaval o celebración de las manifestaciones de la Pachamama en todo ser viviente, incluido los objetos, inmuebles y herramientas.
En Bolivia esta celebración tiene diferentes matices, que se van enriqueciendo con la interculturalidad y las influencias mutuas de las zonas culturales. El Carnaval de Oruro es Patrimonio Cultural de la Humanidad y un atractivo turístico muy importante, como la feria de Alasita. Por lo tanto, es necesario que el Gobierno promueva políticas para recuperar el flujo turístico que fue destruido por la represión y la persecución sañuda a exautoridades, generando una paranoia que espanta a los visitantes extranjeros.
* Artista y antropólogo.