Monday 13 May 2024 | Actualizado a 13:56 PM

Parabens, es campeón el mejor

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 5 de noviembre de 2023 / 16:58

La renovada (pero desfigurada) Copa Libertadores está en las mejores manos. Fluminense es un magnífico campeón, y más que eso, inobjetable por el lado que se mire: siempre intentó jugar al fútbol, siempre propuso, es el que más ganó, el de más goles, el de mejores espectáculos… No hay costados oscuros, no tuvo arbitrajes benévolos (mucho menos en la final).

Es de aquellos que los resultadistas, los ultratácticos y defensivistas consideran “un equipo zonzo” porque busca el partido y lo busca a partir del buen trato de pelota. Por fin un campeón que no gana por “copero” ni por “inteligente” sino por buenos modos.

Justamente el único momento en que puso en peligro su coronación fue en la última parte del duelo final, cuando se refugió atrás cuidando el 2-1 a favor y Boca se le echó encima con centros que pudieron determinar un hipotético -e injusto- empate. Pero también en ese campo supo defender su ventaja.

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Hubiese sido completamente inmerecido que Boca alcanzase la igualdad y así llegar a los penales, donde históricamente es favorito, en el caso actual por su arquero Sergio Romero, fantástico en el arte de tapar remates desde los doce pasos.

De haberse impuesto por esta vía, Boca hubiese sido el campeón de los récords negativos: el de menos triunfos en la historia para torneos de 12 o más partidos (apenas 4) y el único que no logró ninguna victoria en los 7 choques de la fase eliminatoria. Un caso insólito.

El hecho de avanzar de fases sin jugar bien, sin otros méritos que aguantar los partidos y mostrar temple en las tandas de penales agigantó la leyenda de la mística boquense, de su garra, del peso de la camiseta, de que puede ganar aún sin tener nada. Eso llevó a Río alrededor de 100.000 fieles que hicieron cualquier esfuerzo por acompañar los colores, aún sabiendo, tres cuartas partes de ellos, que no conseguirían entrada, sólo para apoyar desde fuera del estadio. Es seguramente la mayor movilización de una hinchada para un partido de fútbol. El legendario “Boca es Boca”, aforismo que alude a una fuerza sobrenatural para los propios y a admiración para los ajenos, funcionó como nunca. Siendo superior futbolísticamente, Fluminense lo respetó a ultranza.

El goleador de Fluminense es Cano -la estrella del torneo- con 13 goles, el de Boca es Advíncula, un marcador derecho, con 4. Ahí queda en cierto modo resumido lo que es cada uno. Ocho triunfos Flu, 4 Boca, 24 goles el Tricolor, 13 el auriazul. Son antípodas. Pero por aquello del respeto a la camiseta de Boca, un sondeo previo en Twitter dio un resultado exiguo en favor del Flu: 58,9% a 41,1%.

En un primer tiempo chato, Fluminense se fue ganando por un gol espectacular. Brillante pared entre Keno y el colombiano Arias, centro atrás de Keno y derechazo mortal de Cano a la red. Su gol número 13 en 12 partidos. Notable lo del delantero argentino, ya ídolo del club brasileño. Definiendo, Germán Cano es profesor honoris causa. En el área hace todo de primera. Posee un remate perfecto, le entra de lleno a la pelota, pero, por encima de todo, no la para, no demora nada, y eso sorprende a los arqueros. Pese a sus 36 años luce un estado de forma notable y merecería el premio de un llamado de Scaloni a la Selección Argentina, quizás para la Copa América del año próximo.

Cuando nada lo hacía presagiar, Boca alcanzó el empate mediante el bravo y fuerte lateral derecho peruano Luis Advíncula. Recibió el balón por su punta, se vino hacia el medio, todos los volantes cariocas miraron, miraron, lo siguieron mirando… y Advíncula se animó: zurdazo cruzado y rasante al segundo palo. Pecado doble de los defensas locales: 17 minutos antes Advíncula había hecho exactamente la misma jugada, calcada, y su tiro había dado en la parte exterior de la red. Fluminense se distrajo, no presionó y le empataron un partido que ganaba con autoridad. Pero, ya en tiempo extra, apareció John Kennedy, un garoto de 21 años, para darle la mayor conquista a Flu en sus 121 años de vida. Una combinación por aire entre Diego Barbosa y Keno, éste la bajó de cabeza para Kennedy y el 9, como venía a la carrera, la empalmó con el alma y fusiló a Chiquito Romero. Lo ejecutó. Gol extraordinario para cerrar la campaña cumbre de un club que fue pionero del exquisito futebol brasileiro. Nunca había podido levantar la Libertadores, lo hizo a lo grande.

Fernando Diniz, su entrenador, es al mismo tiempo -interinamente- técnico de la Selección Brasileña. Esto puede darle el cargo definitivo en la Verdeamarilla, pues hay serias dudas de Carlo Ancelotti llegue en junio a hacerse cargo de la Seleção. Diniz es el magnífico arquitecto de un conjunto armónico que desafía todas las teorías atléticas: está minado de veteranos: el arquero Fabio de 43 años, su caudillo y zaguero centro Felipe Melo de 40, los dos laterales, Samuel Xavier y Marcelo, de 33 y 35 respectivamente, Keno y Ganso de 34, el goleador Cano de casi 36, David Braz, volante de 36… Con ellos armó el mejor equipo de América.

Boca también contrató un ilustre de 36, Édinson Cavani, autor de 370 goles en Europa. Era la estrella boquense. “La verdad que para mí es el partido de mi vida, por todo lo que implica jugar este partido, por dónde lo vamos a jugar, por el momento de mi carrera también”, había dicho el día anterior. Sin embargo, su aporte fue casi nulo y muy criticado, en la final y en los juegos anteriores, dando razón a Marcelo Bielsa de no haberlo convocado a la Selección Uruguaya, por lo cual le cayeron duro al rosarino.

Wilmar Roldán es el mejor árbitro de Sudamérica, posiblemente del mundo. Sabe de reglamento y de sentido común. Esta vez no brilló. Fue demasiado indulgente con Boca, con sus reciedumbres (pudo o debió haber expulsado a Valentini por un cabezazo en la cara a Paulo Henrique Ganso). Dio cuatro minutos adicionales en el segundo suplementario… Pareció que le daba siempre una última bala a Boca. De característica meridianamente imparcial, se desdibujó en Maracaná.

Y ya que escribimos ese nombre, una objeción: sabiendo que entran 8 equipos brasileños en la competencia, la Conmebol designa nuevamente como sede única de la final a Río de Janeiro. Es altísimamente posible que un club brasileño alcance la instancia definitoria, con lo cual la neutralidad del cotejo desaparece. Fluminense juega de local allí en Maracaná. Pese a la multitud que llevó Boca, no deja de ser una ventaja para el dueño de casa.

La conquista de Flu redondea cinco títulos seguidos de clubes brasileños, contando dos de Flamengo y dos de Palmeiras, lo que ratifica su rotundo dominio en materia de clubes, basado, sobre todo, en la potencia de su fútbol, aunque también en una cuestión presupuestaria. Si contamos los últimos catorce torneos, los del país del Carnaval han ganado diez. Impresionante. Y si no hay algún cambio sustancial en el fútbol y en las economías de Sudamérica, seguirá así. Sólo Boca y River pueden darles batalla. El año próximo, según parece, el estadio de River sería designado para la definición, lo cual representaría un estímulo para los equipos argentinos.

El viejo aristócrata de Laranjeiras que atraía a sus encuentros a la alta sociedad de Río en los albores del fútbol se fue haciendo transversal y se metió en la piel del pueblo. Se hizo clásico del Fla. Le faltaba el título de grandeza definitivo, ahora lo tiene. ¡Parabens, Fluminense…!

(05/11/2023)

Prócer del fútbol bien jugado

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 12 de mayo de 2024 / 21:32

Medía 1,93, era un basquetbolista metido en una cancha de fútbol. Un cinco lentón, de buen manejo, que le pegaba con un cañón a la pelota. Surgió en el club del que eran hinchas él y su familia: Rosario Central. Pasó a Racing, a Boca, se fue a Estados Unidos al New York Generals y por una gran actuación allí frente al Santos lo contrató el mismo Santos. Ahí le pasaba la bola a Pelé y Coutinho, nada menos. Pero ya le picaba el bichito de dirigir y se retiró joven. Y, de arranque, el técnico trascendió al futbolista.

Con sólo 32 años le dieron Huracán. Fue en abril de 1971. Sería una decisión histórica para el fútbol argentino. Como el hornero, fue construyendo el nido hasta quedar un lujo.

Brindisi y Babington venían de las inferiores, a Houseman lo ficharon por dos pesos de Defensores de Belgrano, otros llegaron libres… Así fue armando ese sueño de cualquier hincha llamado “Huracán del ‘73”, una orquesta de cámara, un equipo armonioso que tocaba el cuero de manera celestial.

Ya en el primer partido del campeonato goleó a Argentinos Juniors 6 a 1. A varios más les hizo cinco, cuatro… Pero los números eran irrelevantes: lo fascinante era el juego. A Central, en Rosario, le iba ganando 5 a 0 y era tal el espectáculo y la superioridad que la hinchada centralista se puso de pie y empezó a aplaudir. Nadie más logró eso.

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Esa obra maestra elevó al joven César Luis Menotti a la máxima consideración y al año siguiente lo nombraron director técnico de la Selección. Argentina siempre había sido un fútbol importante, un semillero del mundo, mas nunca reflejado en un torneo grande. Menotti puso condiciones para asumir: que la selección, una entidad desvalorizada, desorganizada, fuera prioridad total. Los futbolistas se negaban a vestir la Albiceleste, los clubes no los cedían, el equipo nacional se juntaba unos días antes de cada torneo y sumaba fracaso tras fracaso. Improvisación total. Menotti cambió esa historia a través de una palabra: compromiso. Comprometió a los jugadores, a los dirigentes, al periodismo, al país. Y a partir de él el país de Di Stéfano, Maradona y Messi fue a cinco finales del mundo, ganó tres, se coronó 6 veces campeón mundial juvenil, conquistó 2 Juegos Olímpicos, 3 Copa América, encabezó el Ránking Mundial de la FIFA. Rubricó todo el potencial que el país mostraba desde el inicio del siglo veinte. Desde ese momento, los jugadores se enamoraron de la selección y vienen nadando de Europa si es preciso. Generó una mística que se mantiene cincuenta años después.

No obstante, por encima de los títulos estaba su prédica, que dio lugar a una corriente futbolística: el menottismo. Esto es, jugar bien, por abajo, respetando la pelota, salida limpia desde el fondo, tocar, llegar en bloque. Orden con creatividad, nunca cortarle las alas de la inspiración al futbolista. No era otra cosa que volver a las fuentes que hicieron grande al fútbol gaucho. Porque hay una manera argentina de jugar al fútbol, que es exactamente la que mostró la Selección de Scaloni en la Copa América y en Catar. Se lo identificó como “el fútbol que le gusta a la gente”. Una verdad de cemento: el hincha gusta de ese estilo, genera orgullo cuando el equipo de uno lo practica.

Claro, para ello se necesita persuadir al actor. Nunca fue un problema, el fantástico verbo de Menotti entraba fácil en los jugadores, poseía un notable poder de transmisión. “Menotti convencía por seducción, Bilardo por insistencia”, describió Jorge Valdano. Corrobora Faryd Mondragón, el gran arquero colombiano que coincidió con él en Independiente: “Teníamos un zaguero de una garra y fuerza tremendas, aunque no muy técnico, Arzeno. Menotti lo convenció de salir jugando y el Polaco empezó a jugar la pelota al pie, daba gusto. Ver jugar al equipo desde atrás era una delicia”. Faryd contó otra anécdota sabrosa. “Íbamos a jugar un clásico fundamental contra Boca en La Bombonera, que fue el único enfrentamiento entre Menotti y Bilardo. Ganó Independiente 1 a 0. La noche del sábado bajo de mi habitación y al pasar por la cafetería veo a Menotti en una mesa tomando café con sus colaboradores. Me dice: ‘Venga Faryd, siéntese. Tómese un whisky’. Profe, ¿un whisky…?, respondí. ‘Tómese un whisky, por uno no pasa nada, le va a ayudar a dormir mejor’. Así era, te daba confianza, descontracturaba todas las situaciones. Nunca lo vi enojado, aunque tomaba decisiones fuertes”.

Una de esas decisiones, quizás la más discutida de su vida, fue dejar fuera del Mundial ’78 a Maradona. Aún con 17 años, Diego era el mejor jugador argentino junto con Bochini. Y ya había debutado en la Selección. Pero al dar la lista definitiva, de 25 nombres había que sacar tres. Y uno de ellos fue Maradona. Entrevistado esa misma noche, Maradona estaba como aturdido, conmocionado, no salía de su estupor. “Si lo agarra mi familia lo mata, le quieren pegar”, dijo el 10. A Bochini también lo marginó. Luego, Argentina fue campeón mundial y el título tapó la medida del técnico. Pero le hubiese dado el brillo que necesitó la Selección. Argentina ganó ese Mundial guapeando, con el coraje de Passarella, Kempes, Fillol, Luque, Tarantini, no con el fútbol que proponía el entrenador rosarino.

Tras ocho años en el banco celeste y blanco se fue a Europa, al Barcelona. Antes de debutar en el Camp Nou declaró en su estilo fluido, elegante, casi literario: “Me siento como un músico frente a un gran escenario”. Los periodistas se arracimaban frente a su presencia esperando las frases aterciopeladas que el Flaco acuñaba. “El fútbol es orden y aventura”, decía. “La única manera que tiene un técnico de hacerse respetar es desde el conocimiento. Si no fuera así, cualquier tonto podría ser entrenador». Otra: «El fútbol se juega para lograr eficacia. La belleza aparece de las cosas bien hechas».

Fue un individuo controversial, que generaba amores incondicionales y odios viscerales. Pero se sentía a gusto en ese mar de la polémica, no lo arredraba. Su enfrentamiento casi irracional con Carlos Bilardo abrió una grieta en el fútbol, ya no sólo argentino sino latinoamericano. El jugar bien o ganar como sea que encarnaban uno y otro dividió al público, al ambiente del fútbol y, sobre todo, al periodismo. Se era menottista o bilardista. Y eso generaba enconos personales fuertes, hasta la enemistad. Duró décadas la dicotomía.

Habían sido amigos al comienzo, luego, una declaración de Bilardo en los medios picó a Menotti, éste respondió, se fue poniendo más picante y se hizo un ping pong. Por último, el Flaco expresó que una decisión de su sucesor desprestigiaba a los jugadores. Bilardo estalló: “Leí el diario y me enloquecí, me tuve que tomar dos Lexotanil, pero nada me hacía efecto. Estaba envenenado”, reconoció. Y al día siguiente le respondió en rueda de prensa: “Cuando asumí en la selección lo único que encontré fue una silla y un escritorio. No había carpeta de jugadores, no había calendario, contactos, nada… Este país necesita que se hable menos y se trabaje más. Estamos cansados del verso”. Fue el inicio de una auténtica guerra dialéctica y de estilos.

Dirigió a Boca, a River, Independiente, a Peñarol, al Atlético de Madrid. Jugó con Pelé en el Santos, fue amigo cercano de Cruyff, dirigió a Maradona y, en su última etapa como director de selecciones nacionales, compartía en el predio de la AFA con Messi. A los 85 años, se fue el Flaco Menotti, personaje mundial del fútbol. 

(12/05/2025)

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¿Quién ganará esta Champions…?

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 5 de mayo de 2024 / 21:24

Es la pregunta que se hacen en los medios y en redes sociales. También se la formulan al periodista. Difícil respuesta. Los cuatro que siguen en carrera son realmente buenos y parejos, y los dos resultados que se dieron en la ida de semifinales no son definitorios, las llaves están abiertas.

En todos los sondeos y casas de apuestas el Real Madrid es ultramegahíperfavorito. No por su juego virtuoso, que no se la visto en esta Champions, sino porque la mayoría cree que, de una manera u otra, ganará.

Por suerte, por sus contraataques letales, por la contundencia de alguna de sus brillantes individualidades o por algún fallo arbitral, siempre sale venciendo el cuadro blanco.

Fue menos que el Leipzig en octavos de final (y hubo dos groseros errores referiles, uno en la ida y otro en la vuelta, favorables al Madrid). Padeció un asedio nunca visto ante el Manchester City en cuartos, pero pasó el Madrid. Y ha sido inferior al Bayern Munich en semis, pero sacó un valioso empate de visita (2-2).

Es tarea casi heroica mandarlo a la lona y contarle diez. Porque lucha hasta el final, le cabe ese mérito. Y el de la jerarquía de sus hombres, que, a la mínima insinuación ofensiva, convierten. A todos los demás equipos del mundo les demanda tres, cuatro situaciones de gol, o más. El Madrid, con media, llega a la red.

Justamente Thomas Tuchel, el excelente técnico del Bayern (campeón de la Liga de Campeones 2021 con el Chelsea), destacó la pegada del equipo merengue y su facilidad para hacer gol con poco dominio, sin siquiera crear peligro, incluso cuando lo están asfixiando contra su arco, como aconteció con el City. Un toque, dos y pum… adentro. Puede ser Rodrygo o Vinicius o Bellingham o cualquiera.

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“Han sido unos primeros quince minutos muy buenos, en los que hemos tenido ocasiones, un juego fluido… pero luego no ha sido tan fluido. Ellos han tenido una y nos han hecho un gol”, analizó el entrenador alemán.

“Después hemos estado mejor en la segunda parte, con el tanto del empate y el penalti del 2-1. Tuvimos alguna chance para hacer el 3-1 y no lo logramos. Pero hubo una ocasión en nuestra área y consiguieron el 2-2. Esto es lo que hacen con muchos rivales y esta vez nos ha tocado a nosotros”.

Tuchel elogió abiertamente al cuadro de Ancelotti: «Es la calidad individual más alta emparejada con una increíble capacidad para permutar posiciones y mantener el ritmo en los contragolpes… Y saben sobreponerse a los malos momentos».

No obstante, el Bayern mostró una imagen sólida, exhibió la solvencia de toda la vida, manejó el partido, dio vuelta el 0-1 inicial con el temple de siempre y, aunque fue aciaga su temporada en la Bundesliga, tiene en la Champions su tabla de salvación.

Va con el empate a Madrid, con una mejora evidente en su juego y con un Musiala imparable, habilísimo, valiente, encarador. Puede ser una estrella en el resto de la década, tiene apenas 21 años y su conexión con Florian Wirtz debería devolver a Alemania a lo alto del podio. Son dos cracks.

“Bellingham desconectado”, tituló el diario AS. Efectivamente, tras un comienzo rutilante de temporada en la liga española, el inglés ha decaído en los últimos meses, incluso estuvo desconocido en las tres rondas eliminatorias. Hasta ayer pedían a gritos el Balón de Oro para él, ahora se preguntan qué le pasa. Y reclaman el trofeo para Vinicius.

“Si no se lo dan sería una vergüenza”, ruge el madridismo. Está en un momento feliz el brasileño, aún no se alzó con ningún título, aunque podría conseguir Liga y Champions. Y Copa América, ¿por qué no…? Brasil es Brasil siempre.

En las encuestas de diversos foros el Madrid oscila entre el 47 y el 52% de las preferencias. El Bayern araña el 24%; el Paris Saint Germain, pese a haber perdido en la ida, alcanza un 13%, y el Borussia Dortmund el 15%.

En las casas de juego también lidera el equipo español. Paga 2,20 € por cada euro apostado, el PSG, pese a perder, continúa segundo con 3,75, Bayern Munich 4,50 y Borussia Dortmund 8.

El Dortmund parece el patito feo del lote, pocos le ven chances reales de coronar, sin embargo, juega bien y, atención a esto: crea un manantial de ocasiones de gol. Si tuviera la eficacia del Madrid golearía todos los partidos. Venció al PSG con gol del tanque Füllkrug y se quedó corto, era para dos o tres. Hubiese ido a París con la semifinal en el bolsillo. Falló mucho el austríaco Sabitzer. El exiguo 1-0 dice que el cuadro francés puede darlo vuelta en el Parque de los Príncipes. Claro, también adelantará líneas y ofrecerá espacios atrás.

Quien quedó en deuda es Mbappé. “Es el máximo goleador de la presente edición de la Champions League, pero la realidad es que su rendimiento en algunos encuentros sigue suscitando dudas”, escribe AS, de Madrid. Y en L´Equipe, de Francia, fueron más severos: “Una primera parte sin brillo (0 disparos), en la que no salió lo suficientemente rápido para Schlotterbeck en el gol (36′).

A menudo se encontró de espaldas a la portería en plena acción, tuvo pocos espacios y jugó encorsetado. En una segunda parte más densa, remató al poste (51′) e intentó potenciar a sus compañeros, como en una acción para Dembélé (72′). Pero no fue decisivo, como su condición le obligaba a ser…”, comenta el periódico francés, que lo calificó con un 4.

Siempre aparece una sombra en el horizonte de Mbappé. Se pide con insistencia un Balón de Oro para él, pero siembra incertidumbre. Por supuesto, nadie dirá que Mbappé es malo ni que arruga, es un crack de los grandes, aunque también es un jugador que extrañamente desaparece en muchos partidos, se ausenta. Casi nunca se le remarca ese aspecto. Únicamente loas. En este caso, AS y L’ Equipe sí lo hacen. Hay que recordar que el PSG pagó 180 millones de euros por él hace 7 años, lo fichó para ganar, por fin, la Champions. Nunca pudo. Y cuando llegaron a la final fue Neymar el jugador decisivo, no él.

Lo han rodeado de figuras y le han dado todos los galones, la capitanía, los penales, los tiros libres, lo alimentan con los mejores pases… pero no pudo. Algunos analistas le objetan que no es líder. En el campo no puede serlo porque no lleva la pelota, él está allá arriba, depende de que otros armen el juego y se la alcancen. Otra vez tiene una deliciosa oportunidad de alzar la Orejona, veremos si lo logra antes de irse. El Dortmund no es una barrera infranqueable.

Kylian jugó de 9, el puesto que le tienen reservado en el Madrid. El de extremo izquierdo, su lugar natural, está ocupado por otro gallo: Vinicius. Y Vini no le va a dejar su lugar “al nuevo”, se llame como se llame. El capanga en el vestuario del Bernabéu es él. Incluso tendrán una primera confrontación por el Balón de Oro.

Hoy, son los dos primeros mencionados para obtenerlo. Hay otro tema: si llegan a la final el PSG y el Madrid, Mbappé deberá enfrentar al que, a partir del 1° de julio, será su nuevo club. ¿Cómo se verá eso…? ¿Dejará el alma para ganarle…? ¿Le hará goles…? ¿Lo ablandarán Rudiger y Carvajal a base de leña como hacen habitualmente…? Si se da esa final, va a estar rodeada de morbo. Y si triunfa el PSG 1 a 0 con gol de Mbappé, ¿lo festejará…? ¿Mucho, poco…?

Cuidado, también puede darse una definición alemana en Londres. Los tres -Bayern, Dortmund, PSG- tienen más juego que el Madrid, el Madrid tiene más punch que los otros. Todo puede suceder.

(05/05/2024)

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La Reina del Plata fue la cuna

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 28 de abril de 2024 / 23:25

“Buenos Aires, la Reina del Plata, Buenos Aires mi tierra querida…” Carlos Gardel tenía 26 años y asomaba a la fama grande cuando nació en su ciudad la Copa América. El torneo abrió los ojos en ese conglomerado cosmopolita donde vivían casi tantos extranjeros como nacionales.

La cuna del tango era un faro de cultura que irradiaba a toda América Latina. Y ya despuntaba como una urbe impactante, de definido estilo europeo, con subterráneo -el primero de Iberoamérica- y una amplia red de ferrocarriles.

Era pleno invierno austral de 1916. Una Argentina próspera celebraba con pompa el primer centenario de su independencia y, entre los muchos actos del jubileo, el Gobierno de entonces encargó a las autoridades futbolísticas que organizaran un torneo internacional, tal como se había realizado con éxito allí mismo en 1910, entre Argentina, Chile y Uruguay, siendo campeón el anfitrión.

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Ese prefacio del ’10 no se considera oficial, no había sido fundada aún la Confederación Sudamericana de Fútbol. En 1913, el deportista José Claudio Susán, futbolista y directivo del club Estudiantes de Buenos Aires (no de La Plata), elevó una propuesta formal para crear un certamen sudamericano que se denominaría Copa América, la cual se publicó el 16 de octubre de ese año en el diario La Argentina: 
“La Asociación Argentina de Football resuelve realizar anualmente un concurso de football instituyéndose al efecto la Copa América. Serán invitadas a adherirse a este proyecto las ligas uruguaya, chilena y brasileña, debiendo enviar en caso afirmativo un equipo para disputar la Copa. Este torneo se efectuará en Buenos Aires. Si alguna de las ligas adherentes desea que el torneo se realice en el lugar de su asiento, deberá solicitarlo en la reunión de delegados que se efectuará durante la época de juego del año anterior. Es entendido que cada liga en tal caso correrá con la organización y gastos que el torneo demande”.

Le cabe, pues, a Susán, el derecho de autor de esta maravillosa saga. Su proyecto y los dos certámenes primigenios -1910 y 1916- celebrados en Buenos Aires y por iniciativa argentina, le otorgan al fútbol albiceleste la indiscutible patente de impulsor de la idea. Muy visionario: aún no existían los Mundiales ni la Eurocopa, y los Juegos Olímpicos estaban suspendidos por la Primera Guerra Mundial. Incluso la FIFA era un bebé que daba sus primeros pasos.

La entonces Asociación Argentina de Football envió en octubre de 1913 un telegrama a sus pares de Brasil, Chile y Uruguay invitándolas a disputar el trofeo “Campeonato Sudamericano de Football”. El diario La Argentina, del 26 de octubre de 1913, en su página 8, daba cuenta de la respuesta afirmativa de la conductora del fútbol oriental: “La Liga uruguaya ha comunicado a la Asociación Argentina de Football su adhesión al campeonato sudamericano que esta organiza, y para cuyo concurso el ministerio de relaciones exteriores y culto ha donado una magnífica copa. La nota de la Liga Uruguaya dice:
“Montevideo, octubre 23 de 1913. -Señor presidente de la Asociación Argentina de Football.- la Liga se ha enterado de que el ministerio de relaciones exteriores de la República Argentina ha donado un trofeo destinado al campeonato sudamericano de football, y que será disputado por uruguayos, brasileños, chilenos y argentinos todos los años. En respuesta tengo el placer de expresar a usted que la comisión de la Liga ha resuelto prestar todo su concurso, a fin de que ese nuevo campeonato obtenga todo el éxito que le corresponde por su carácter. (Firmado) -Abelardo Vescovi, presidente”.

Debido a las divisiones internas en el fútbol de Brasil y Chile que impedían su participación, el torneo no se pudo concretar sino hasta 1916.
Por entonces, Buenos Aires era la única capital de Sudamérica que poseía escenarios capaces de albergar decenas de miles de espectadores. Que los hinchas argentinos le llaman cancha, como en Uruguay se denominan parque y en el resto del continente, estadio. Se realizó en Palermo en el, para la época, formidable recinto a la inglesa de Gimnasia y Esgrima de Buenos Aires (de nuevo: no de La Plata), capaz de acoger a 25.000 personas.

La Gran Guerra ya se había cobrado nueve millones de vidas en Europa. Los campos de Francia eran un gigantesco charco de sangre. El 1° de julio de 1916 se desató una carnicería humana al norte de París: la sanguinaria Batalla del Somme. Fue una catástrofe: sólo las tropas británicas sufrieron ese primer día 57.740 bajas, la mayor pérdida en combate del Reino Unido en toda su historia bélica, que no es breve.

Veinticuatro horas después, a 11.000 kilómetros hacia el sudeste, diez mil aficionados entusiastas acudían para ver Uruguay 4 – Chile 0, el primero de los 837 partidos que componen la Copa América hasta ahora. Alaridos desgarradores allá, alborozados gritos de gol acá. Hoy, más de un siglo después, parecerá increíble, pero miles de uruguayos cruzaron el río color de león para ver a la Celeste. Se viajaba en el Vapor de la Carrera, que salía de Montevideo a las 10 de la noche y llegaba a Buenos Aires a las 7 de la mañana. Sólo se precisaba el boleto, no se hacía migraciones entre Uruguay y Argentina. “Era como tomar el tranvía”, describió el genial Diego Lucero.

El de ese primer año fue un torneo realizado por la Asociación Argentina, en el que intervinieron cuatro de las cinco asociaciones existentes hasta el momento: la anfitriona y sus colegas de Brasil, Chile y Uruguay. Paraguay era como Santa Marta, tenía tren, pero no tranvía, pues ya había sido fundada la Liga Paraguaya, sin embargo, no conformaba todavía una selección.

Justamente, a raíz de ese cónclave internacional nació la entidad matriz del balompié continental. El 9 de julio, reunidos en medio del certamen, los delegados de las selecciones participantes decidieron crear la CONMEBOL por iniciativa del político y periodista uruguayo Héctor Rivadavia Gómez, presidente del Montevideo Wanderers. Y entre todos acordaron dar continuidad anual a la competencia que se estaba disputando, la que en adelante se denominaría Campeonato Sudamericano de Fútbol Copa América, como había propuesto Susán. Se encargó a una joyería del centro porteño la realización del trofeo, la bella pieza de orfebrería que conocemos, en plata con base de madera.

Nació popular la Copa, porque el fútbol de clubes divide, el de selecciones une. Se colmó el estadio desde el primero hasta el último día de esa versión bautismal. Enseguida la fiebre por su disputa se propagó en todo el continente. Pero fue un virus alegre, vivificante, que no requiere mascarillas. Su disputa era un acontecimiento festivo y social en los pueblos donde se jugaba. Y así seguiría hasta el presente, 108 años después. Tras aquel alumbramiento en 1916 llegarían los Mundiales, la Copa Libertadores y otras nuevas contiendas internacionales, sin embargo, la Copa América mantuvo su lozanía y atractivo hasta hoy. Eso remite a su magnetismo.

En octubre de 2006, Joseph Blatter nos concedió una entrevista exclusiva en Asunción; le obsequiamos el libro de la Copa América que realizamos en Conmebol hace unos años; ojeando las fotos de aquella edición de 1916 quedó asombrado y acuñó una frase para los tiempos: “De Europa siempre se dice que es el Viejo Continente, pero en fútbol el Viejo Continente es Sudamérica”.

(28/04/2024)

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El fútbol estaba esperando algo así

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 21 de abril de 2024 / 20:42

Tiene una sola mancha en su impoluta tarjeta de presentación como nuevo crack de dimensión global: dos lesiones de ligamentos en sus rodillas. Una, leve, a los 16 años, que lo paró mes y medio, la otra a los 18, severa, lo mantuvo nueve meses fuera de las pistas.

Las rodillas suelen ser un verdugo implacable en el fútbol, han malogrado o mermado cientos de carreras prometedoras.

Al margen de esos dos puntos oscuros, todo lo que promete Florian Wirtz es luminoso, un sol que abarca entero el mapamundi de la pelota.

Es, sin duda, la mayor aparición reciente del fútbol mundial en cuanto a talento, un alemán a la sudamericana: gambeta limpia y hacia adelante, pase magistral en profundidad, inteligencia, vocación ofensiva, mentalidad ganadora, magnífico remate de derecha, el mapa de la cancha en la cabeza… Todo barnizado con alta condición técnica. Es la píldora perfecta de Bayer.

¿Qué parecido tiene con Haaland o Mbappé…? Ninguno, estos son futbolistas de potencia, exclusivamente vinculados al gol. Para empezar, Wirtz es un 10 clásico, juega y hace jugar. No es corpulento, apenas 1,76 de estatura y 70 kilos. Y es todo calidad, creatividad.

Sería como comparar a Batistuta con Zidane. Para que haya gol primero debe crearse la situación de gol. De eso se encarga Wirtz. Y también convierte. Sus números hablan bien: 17 goles y 19 asistencias en lo que va de temporada. No obstante, dio muchos más pases mágicos. Sucede que el pase-gol se valora si el definidor acierta.

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Es el caso de Messi, debe haber puesto dos mil mano a mano en su trayectoria, pero sus compañeros convirtieron sólo un 20 por ciento, y eso es lo que finalmente se le adjudica al asistidor.

Ciento veinte años esperó el Bayer Leverkusen para ser campeón de Alemania. Lo fue justo ahora, con la irrupción estelar de este chico de 20 años. No es casual. Siempre que surge un gran crack pasan cosas trascendentes en los clubes. Está el trabajo de Xabi Alonso, una obra maestra, el aporte notable de todo el equipo, y la cuota diferencial de Florian Wirtz. Ciento veinte años y el día tan soñado fue mejor en la realidad que en el sueño: ganó el Bayer 5 a 0 y Wirtz hizo triplete. El título adquiere el rótulo de hito porque viene a romper 11 consagraciones seguidas del Bayern Munich. Y el frenazo del gigante bávaro tiene mucho que ver con Wirtz. Todo tiene que ver con él. Aparece y pum… sucede algo trascendente.

Los futbolistas son como las huellas dactilares: no hay dos iguales. Sí tienen reminiscencias. Hay en él algo de George Best, su atrevimiento, el geniecillo de cara aniñada que te hará un daño; los movimientos y la vivacidad de Platini, incluso un gran parecido físico. Y si volvemos a la patria, unas gotas de Littbarski. Pero nada que ver con las leyendas germanas que lo precedieron. Ni con Beckenbauer ni con Gerd Müller ni con Rummenigge. Es otro molde. Florian Wirtz es el producto de salir a jugar en la placita después de haber mirado la tele. Vio a los de afuera. Los genes le entraron por los ojos.

«Hay buenos jugadores y hay jugadores ‘bonitos’, que hacen cosas espectaculares, pero no necesariamente eficientes”, dice Xabi Alonso, el arquitecto del Bayer sensación de Europa. ¿Por qué Messi es tan bueno? Porque sabe cómo y cuándo jugar con pases simples. Messi dice: ‘¿Estás en una mejor posición? ¡Aquí tienes la pelota!’. No siempre se trata de hacer el movimiento más brillante, sino el mejor y más inteligente. Florian puede hacer eso. Por eso es tan bueno», explicó el vasco. Y remató: “Florian es un regalo para mí como entrenador. Es un jugador diferente al resto”. Lo curioso es que, después de asumir en el Bayer, Alonso debió esperar varios meses para “conocer” futbolísticamente al joven maravilla, pues estaba en rehabilitación tras ser operado. Pero apenas estuvo sano le hizo lugar.

«Ahora, después de la lesión, disfruto más de los entrenamientos, de jugar con el balón, del fútbol de posesión… Me siento muy bien, en forma. Me encanta recibir y acelerar y, si puedo marcar goles, mucho mejor», declaró el ya ídolo del BayArena. A pesar de su carácter introvertido, fue el más aclamado en la celebración de la Bundesliga por los aficionados, que le apodan ‘Fußballgott’ (Dios del fútbol). Cuando metió su tercer gol ese día, el público se olvidó que era alemán e invadió la cancha. Centenares se le fueron encima a querer abrazarlo. Florian no tuvo miedo, sabía que era una avalancha de cariño.

Transfermarkt le subió la cotización a 110 millones de euros. Y volverá a aumentarla en breve. Son acciones de oro. Pero ese es el costado antirromántico de esta historia. Poética es la carrera meteórica y bella de este muchachito (nunca tan justo el término). A los 17 años y 15 días debutó en Primera División. Y dos semanas después de eso anotó su primer gol, nada menos que al Bayern Munich y con Neuer en el arco. Así hace todo. Días pasados le dieron la titularidad en la Selección Alemana y a los 7 segundos le metió un gol colosal a Francia. El gol más rápido de la historia con la camiseta blanca. Pisa y deja huella. Y pudo ser más precoz en todo de no mediar las malditas lesiones.

Pese a ser el local, Alemania estaba tercero en las apuestas para ganar la Eurocopa en julio próximo. Con Wirtz pasa a ser favorito. Aunque ya venía regalando maravillas desde dos años antes y Hansi Flick lo tenía en cuenta, no pudo estar en el Mundial de Catar 2022 por esa maldita rotura de ligamentos en su pierna izquierda que lo tuvo 9 meses entre médicos y kinesiólogos. No se perdió nada, al contrario, se salvó del papelón alemán: quedaron eliminados en primera fase.

Ya hay una lista de clubes interesados en la joya, el primero de ellos el Bayern Munich, el temido tiburón blanco que absorbe cardúmenes de nuevas figuras. Todas. Sale una y glup, es del Bayern. Su padre y representante, Hans-Joachim Wirtz, dejó entrever que, “por el momento, todo está pensado para que Florian siga jugando en Leverkusen la próxima temporada”. Sin embargo, podrá aguantarlo un año más, ni dos. El gigante farmacéutico Bayer es dueño al ciento por ciento del club, aunque no hace pesar su poder financiero en la marcha de la institución, deja que se maneje con sus propios recursos.

Alguien debe haber perdido su puesto en el Colonia, el enemigo del barrio. Wirtz jugaba allí, en el club vecino, pero en enero de 2020 fueron a buscarlo del Leverkusen y lo dejaron ir. Es un hallazgo de Simon Rolfes, actual director deportivo de las “aspirinas”, en uno de los muchos partidos de fútbol base que vio durante sus dos años sabáticos. «Estoy feliz de muchos fichajes», confesó, aunque en este hizo cumbre: «Es un caso especial. Lo descubrí con 13 años. Cuando volví al club, lo primero que hice fue preguntar cuándo terminaba contrato con el Colonia. Me dijeron que en 2020 y se convirtió en mi prioridad. Haberle traído gratis es increíble. Ha llevado al club a otro nivel», señaló Rolfes. Wirtz tenía 16 años. A los cuatro meses asomó en el fútbol profesional. El resto está contado aquí.

Mbappé lleva nueve temporadas esperando recibir el Balón de Oro, siempre le faltó algo para coronar. Puede que llegue a diez. Si Wirtz consigue el triplete (Bundesliga, Copa Alemana, Europa League), será serio candidato. Y le queda la Eurocopa para demostrar. La platea universal lo descubrirá allí. Mbappé tiene las mismas posibilidades, pero que se apure…

(21/04/2024)

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¿Cuál es la mejor selección del mundo…?

Jorge Barraza, columnista de La Razón

/ 14 de abril de 2024 / 23:30

La primera respuesta parecería obvia: Argentina, por ser la vigente campeona del mundo. Sin embargo, no estamos mirando para atrás sino hacia adelante. En dos meses llegan la Eurocopa y la Copa América, y en apenas dos años, el Mundial.

Hablamos de potencialidades y posibilidades. Y ha pasado un año y medio desde el triunfo de los tricampeones, en fútbol no es poco, pueden cambiar cosas. Ya vemos como Erling Haaland pasó en sólo seis meses de ser considerado un fenómeno a generar enormes dudas sobre su real envergadura futbolística. ¿Es un monstruo del gol o una estrella fugaz…? Roy Keane lo definió, acaso exageradamente, como “un jugador de cuarta”.
Año y medio, pues, es suficiente para que un equipo pierda chispa, nivel competitivo. Comencemos con quien porta la corona. ¿Mantendrá la Albiceleste el hambre de triunfo que la llevó a la gloria…? Esa es siempre la clave: llegar y mantenerse. Ser campeón, famoso y millonario hace relajar a muchos. El jugador dice “no he cambiado nada”, pero el ablandamiento es inconsciente. Es la más difícil tarea de Lionel Scaloni: mantener el ojo del tigre en la tropa.

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No es el único interrogante: Messi tendrá 37 años en la Copa América. Ahora vive entre algodones. Y ya no tiene la aceleración meteórica que fulminaba defensas. ¿Su presencia será testimonial o una vez más decisiva…? También está grande Otamendi, una roca, un defensa notable por recursos y temperamento, un Sergio Ramos sin prensa. Cuti Romero-Otamendi es una dupla formidable, pero no tienen un suplente de igual categoría. Scaloni sigue probando gente nueva, ha hecho debutar en toda su gestión 47 elementos, sin embargo, algo le dice que siga buscando. Y no encuentra tanto. Entre lo positivo debe destacarse, sobre todo, la evolución excepcional de Mac Allister, convertido en director de orquesta. Está en un momentazo. Cerebral, conductor, asistidor, rematador, con quite, gol, liderazgo. Lejos el mejor futbolista argentino por actualidad. Y la figura refrescante de Garnacho (19 años), un potro indomable que, no obstante, debe incorporar muchos conceptos todavía. El punto más alto de Argentina es que, su fuerte, más que lo individual es lo colectivo. Y el carácter del grupo.
Circula por redes sociales un gráfico con cinco selecciones posibles de Francia, como demostración de la increíble cantidad de profesionales que posee actuando en las principales ligas europeas. La variedad y vastedad de que dispone Didier Deschamps tal vez nunca la tuvo técnico alguno. Quizás Brasil entre los ’70 y los 2000. O Argentina en las décadas del ’30, ’40 y ’50. No más. Para ejemplo: como delanteros el DT puede echar mano a Mbappé, Benzemá, Griezmann, Giroud, Kolo Muani, Marcus Thuram, Dembelé, Kingsley Coman, Diaby, Nkunku, Barcola… Once atacantes que destacan y convierten en Inglaterra, España, Italia, Alemania… La misma abundancia con los defensas. Es el medio que más futbolistas desparrama en la élite. Desde hace dos décadas es el país que produce más futbolistas de calidad. Y le siguen apareciendo. Hay algunos jóvenes que pronto harán ruido: Zaire-Emery, Barcola, Malo Gusto.
Nadie dispone de tanto material. Es campeón y subcampeón mundial (2018-2022), ganador de la Liga de Naciones (2021). Si alguien dice que es hoy la número uno, ¿quién puede contradecirlo…? En las apuestas es el segundo candidato a ganar la Euro (5 €), en julio, detrás de Inglaterra (4,33 €) y por encima del local Alemania (7 €).
Portugal es, después de Francia, el fútbol que más figuras aporta en las cinco grandes ligas. Puede armar dos selecciones. En la línea media cuenta con Vitinha (PSG), Palhinha (gran relevación del Fulham), Bernardo Silva y Bruno Fernandes. Y arriba Rafael Leão, Cristiano Ronaldo, João Felix y Gonçalo Ramos. Todos top. Desde la banca, Roberto Martínez jerarquiza a Portugal. El catalán fue tercero con Bélgica en Rusia 2018 además de conquistar la Copa Inglesa con el Wigan, una autentica hazaña. Ahora tiene cartas como para ganar una partida grande.
Brasil es potencia eterna, aunque haya tenido un mal año 2023. La llegada de Dorival Junior puede despertar al gigante. Lo mejoró ante Inglaterra (1-0) y España (1-1). Seguro va a levantar el séptimo puesto de la Eliminatoria y será aspirante al título en Estados Unidos. Jugadores tiene regados por el mundo en cantidades, aunque no son los fenómenos de antes. No hay Pelés ni Zicos ni Ronaldos. Ahora son buenos comunes. Pero buenos… Vinicius, Rodrygo, Gabriel Jesús, Gabriel Martinelli, Raphinha, Endrick, Pedro (Flamengo), Lucas Paquetá, Militão, Gabriel Magalhães, Bruno Guimarães… Brasil siempre tiene qué ponerse, nunca está desnudo. Si se lo mencionara como candidato a campeón mundial sería muy atendible.
En un mismo escalón que los cuatro anteriores ubicamos a Alemania. El surgimiento de dos cracks le da estatus de favorito a cualquier torneo: Florian Witz (20 años) y Jamal Musiala (21). Jovencísimos, pero ya asentados y casi veteranos en cuanto a números. Jamal está rozando los 200 encuentros y ha ganado 4 Bundesligas y una Champions entre otras cosas. Es el jugador diferencial del Bayern Munich. Hábil y encarador. Wirtz puede llegar a ser el mejor del mundo en breve. Tiene talento, atrevimiento, visión de juego, asiste y marca. Está cerca de ganar el triplete con el Leverkusen y ya toca los 160 juegos en Primera División. Con dos elementos así y todo lo que significa Alemania (regularidad, consistencia, temple, organización de juego) puede volver al pináculo otra vez.
Esas cinco están por encima de todas y en un buen mes ganan cualquier título, por grande que fuera. Luego vienen, despegadas, otras siete dignas de mención, por presente y riqueza individual. Croacia fue segundo y tercero en los últimos dos Mundiales. Ha desarrollado una mística en torno a la camiseta nacional. Sigue Zlatko Dalić, el guía que dio vida a este milagro futbolero. Y también Modric, Brozovic, Kovacic, Perisic, Vida, Stanisic y el magnífico arquero Dominik Livaković. Como Argentina, su fuerte pasa por el conjunto.
Holanda es desde 1974 el fútbol de los nombres rutilantes y la técnica depurada. Su presente no es excepción. Sólo por nombrar defensores, se puede hacer esta lista: Van Dijk, De Ligt, Dumfries, De Vrij, Aké, Daley Blind, Frimpong (figuraza del Leverkusen). Siete de nivel AA para cuatro puestos. Si Ronald Koeman lograr sacarle jugo a la nómina, es capaz de ganar la Eurocopa. ¿Quién dice no…?
Bélgica sigue ostentando cantidad de valores que brillan en toda Europa: De Bruyne, Lukaku, Trossard, Openda, Courtois, Onana, Tielemans, Romeo Lavia… Esperamos ansiosos ver qué les agregará el ítalo-alemán Domenico Tedesco, un joven de 38 años que era empleado de Mercedes Benz y renunció para dedicarse a la dirección técnica. Nunca fue futbolista. Pero empezó tan bien en un equipo de segunda que ascendió rápido y ahora está a cargo de una selección importante.
Con Bielsa, Uruguay vuelve a ser aspirante a derrotar al que sea. Tiene plantel, compromiso y, ahora, un entrenador que lo manda al frente. Inglaterra es un caso: siempre se la sindica como candidata, nunca cumple. Italia no está en un buen momento, pero es aún el campeón vigente de la Eurocopa y España viene de ganar la Liga de Naciones con Luis de la Fuente a la cabeza. Y están llenos de tradición. Los cuatro. No se los puede descartar nunca. 

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