Para una adecuada política exterior nacional
El principio rector de la política exterior es la promoción y la defensa del interés nacional
La política exterior es una de las funciones indeclinables del Estado, es así que la representación, promoción y defensa de los intereses nacionales ante gobiernos extranjeros y foros o entidades regionales e internacionales, y la protección de sus ciudadanos en el exterior, son los elementos fundamentales de la política exterior de un país.
El principio rector de la política exterior es la promoción y la defensa del interés nacional y, como tal, debe ser el único criterio para determinar su diseño y continuidad, con independencia de consideraciones ideológicas o partidistas.
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Nuestro país mantiene una desinstitucionalidad galopante, que no hace sino permitir “dibujo libre” de parte de nuestros representantes, a pesar de la Ley 465 del Servicio Exterior, sus objetivos, alcances y perspectivas (artículo 5 y siguientes).
A pesar de la claridad meridiana del artículo 5 y siguientes, a la fecha muy pocos servidores están capacitados para desempeñar altas funciones diplomáticas o en servicio exterior, y no solo hablamos de capacidad profesional, sino capacidad moral o ética para ejercer un cargo de tremenda responsabilidad para el Estado, “demasiado politizado”, y al menos en estos tres años de gobierno no se logra apreciar la dimensión de resultados de nuestros representantes.
Solo por poner ejemplos, tenemos ocho países (Estados Unidos, España, Argentina, Brasil, China, India, Alemania y Chile) con los cuales el Estado debiera concretar, formalizar y demostrar que estamos a la altura de fortalecer relaciones bilaterales. Y al menos cinco organismos a través de los cuales nuestros representantes debieran hacerse conocer como altos interesados dentro la multilateralidad, para que Bolivia sea identificado como un potencial país en desarrollo y con oportunidades, estos son la Organización de Naciones Unidas (ONU, misión en Nueva York y Ginebra), la Organización de Estados Americanos (OEA), la Comunidad Andina de Naciones (CAN), la Comunidad de Estados Latinaomericanos y Caribeños (Celac) y una mención importante al Mercado Común del Sur (Mercosur), y al menos incidir en la apertura de la embajada de Bolivia en África (lo de Egipto, un saludo a la bandera).
No obstante, a la fecha las relaciones con los países antes señalados se caracterizan por más bien creer que no existe relación bilateral alguna, todo un fracaso en España, Brasil, Argentina e India, una incógnita en relación a Chile, Alemania y China; nada que decir ante los organismos referidos o peor aún: ¿pensar en abrir una embajada en África?
Las labores del servicio exterior están definidas por ley, existiendo un margen muy amplio sobre el modo y la forma en que éstas pueden cumplirse, y aun así, los resultados no se aprecian más allá de los intentos que se hagan por las fotitos y los tecitos, y ello es algo que irremediablemente debe cambiar por el bien del país y por el mejoramiento de nuestras relaciones e imagen en el exterior.
No estamos en contra de quienes nos representen en el exterior sin ser parte de la Academia Diplomática y/o sean nombrados políticamente, en lo que estamos en contra es que se designen a hombres o mujeres incapaces para hacer gestión por el bienestar de un pueblo que merece de atención, trabajo y decisión de estas personas, porque más allá de no hacer gestión lo que están haciendo es cobrar por nada, por lo que quedarnos sin embajadores puede incluso significar un ahorro para el Estado y una oportunidad para ministros consejeros o consejeros, y demostrar capacidad e idoneidad real ejerciendo funciones en el exterior.
La promoción de las relaciones económicas, concretamente del comercio y la inversión, en coordinación con los organismos competentes de estas tareas y del Gobierno central, es esencial y debiera ser prioritario para los representantes en el exterior.
Las perspectivas para una adecuada política exterior nacional deben caracterizarse por darle al país una presencia internacional correcta, tarea que dará muy buenos frutos si y solo si se nutre con el aporte de una nueva generación de representantes nacionales que en realidad hagan país y digan “Bolivia presente”.
(*) Jorge Lizárraga es abogado