El BCB está obligado a seguir apreciando el boliviano
Marcelo Zabalaga El titular del BCB asegura que la inflación prevista para este año no sobrepasará la meta del 6%. Dice que los medios televisivos crearon una ‘sensación’ de escasez generalizada de productos, por lo que pide actuar con responsabilidad. ‘Los medios tienen un poderoso influjo sobre el comportamiento de las poblaciones, debieran actuar de ida y de vuelta, no sólo para dañar la imagen del Gobierno’, reflexiona la autoridad
— En enero del 2011, el Banco Central de Bolivia (BCB) modificó el encaje legal para depósitos en moneda extranjera. ¿De qué manera afectan estas políticas a los depósitos y a los créditos en dólares?
— El concepto de encaje legal es una reserva que los bancos centrales tienen con relación a los depósitos que reciben las entidades bancarias, de tal manera que esta reserva sirva para que cuando ellos necesiten dinero para devolver a los ahorristas, exista una reserva en el Banco Central para que ellos puedan contar con liquidez y devolver a los ahorristas (…).
El objetivo ha sido fundamentalmente crear un mecanismo de protección para que nosotros podamos estar seguros que los bancos tienen en sus cajas y tienen aquí en el Banco Central suficiente dinero en dólares para una eventual corrida.
La corrida de diciembre ha permitido que aprendamos muchas lecciones, una de ellas es la virulencia de una corrida universal, cosa que no teníamos desde el 2002. Ese año fue la última corrida universal y todo el mundo salió a sacar su dinero de todas las entidades financieras (…).
Entonces hemos visto que había que estar más protegidos en cuanto a reservas en dólares, es por eso que hemos aumentado de alguna manera y cambiado la estructura del encaje legal. Ahora, esto está significando obviamente que la velocidad de crecimiento de la cartera en dólares sea menor que la velocidad de crecimiento de la cartera en bolivianos.
Sin quererlo, sin buscarlo —porque esta vez la medida no tuvo el objetivo de bolivianizar, sino de tener mayores reservas— ha provocado que haya mayores depósitos y mayor cartera (créditos) en moneda nacional.
— ¿Eso quiere decir que esta medida ha tenido un doble efecto?
— Digamos doble efecto. Uno muy buscado, que es tener más reservas, estar mejor protegido si es que tuviéramos nuevamente una corrida; e indirectamente hemos afectado también el volumen de cartera que se da en dólares y en bolivianos.
— Usted dice que la corrida producida en diciembre ha sido una de las más virulentas. ¿Cuánto dinero ha salido del sistema financiero nacional en ese período?
— Son tres días básicamente: 29, 30 y 31 de diciembre. Y la salida total han sido más o menos 350 millones de dólares. Y ahí estoy sumando tanto salida en bolivianos como en dólares. Pero la mayor parte de esto, cerca del 90%, ha sido en dólares.
La corrida en dólares ha tenido dos características. Por una parte la gente ha retirado dólares para llevárselos a su casa y, por otra, ha tenido también el efecto de que la gente ha cambiado sus dólares por bolivianos en el mismo banco (…).
Entonces ese doble efecto ha tenido una mayor bolivianización, pero al mismo tiempo ha salido dinero del sistema financiero.
Nunca habíamos tenido semejante volumen, sobre todo el día 29, que salieron como 250 millones de dólares.
Le voy a hacer una comparación. Las corridas más importantes de los años anteriores, el 2002 y el 2005, tuvimos una salida máxima de 40 millones de dólares. Prácticamente en diciembre, durante el primer día de corrida, salió seis veces más que lo que había salido cinco años antes. Qué quiere decir esto. En primer lugar, ha habido una mayor bancarización, que es un dato interesante, normalmente positivo. Por darle una idea, el 2005 habían más o menos dos millones de cuentas en el sistema financiero nacional, hoy estamos con más de cuatro millones y medio de cuentas. O sea, en cinco años, se han más que duplicado el número de cuentas: cuentas de ahorro, cuentas corrientes y Depósitos a Plazo Fijo (DPF). La gente cada vez mete más su dinero a los bancos y la tiene menos en su casa.
— ¿Conviene ahorrar todavía en dólares en Bolivia?
— Mire, la respuesta que damos siempre es la misma. Todo depende de lo que usted va a hacer con sus gastos y sus compras. Normalmente la gente que es, por ejemplo, comerciante, realiza compras en bolivianos y realiza compras en dólares. Una parte de la población por una u otra razón tiene familiares fuera de Bolivia y tiene que viajar o tiene que enviar transferencias en dólares, entonces esa persona que va a necesitar transacciones en dólares no le conviene cambiar a bolivianos porque va de ida y vuelta. Después tiene que volver a comprar dólares.
Conozco el caso de una persona que se asustó y cambió todo su dinero a bolivianos pero hacía compras internacionales. Es decir, tiene que volver a comprar dólares perdiendo en la ida y en la vuelta por el diferencial de cambio.
Entonces yo diría que depende un poco de la estructura de gasto de las personas y de las familias.
— Vale decir que no hay que poner todos los huevos en la misma canasta.
— Depende lo que uno va a gastar. Si solamente va a gastar en bolivianos y se va a quedar en bolivianos y no tiene familiares fuera, claro, es mejor bolivianos. Pero el porcentaje de familias que no tiene nada que ver con el extranjero es más bien menor en Bolivia. Todos de alguna manera tenemos algo que ver con el extranjero, por familiares, por compras, por viajes o por otras razones.
— ¿Qué beneficios representa para Bolivia que los ahorros y créditos en el sistema financiero se hayan bolivianizado?
— Hay varias ventajas. La primera de ellas de índole macroeconómico. El hecho que nosotros tengamos una economía más bolivianizada, es decir, más en bolivianos hace que como país podamos manejar política monetaria de manera más solvente.
Por ejemplo, si nosotros modificamos la tasa de interés el efecto va a ir inmediatamente a las variables que queremos afectar.
Si aumentamos la tasa va a aumentar el ahorro y va a disminuir el crédito, automáticamente. Más importante que eso, nosotros podemos captar más bolivianos o echar más bolivianos al mercado y depende de nosotros que el mercado actúe con relación a las variables del boliviano. Si sacamos bolivianos del mercado, entonces va a haber menos dinero en la economía para compras y podemos bajar la inflación.
Pero si toda la economía fuera dólares, nosotros no podemos sacar y meter dólares porque no es nuestra moneda. Los dólares entran y salen de Bolivia libremente, entonces, no podríamos afectar las variables de la economía.
— En esa línea, ¿qué políticas viene aplicando el instituto emisor para contrarrestar los efectos de la inflación?
— Clásicamente son tres las políticas. La primera política es la de encaje legal. Al aumentar el encaje legal estamos disminuyendo la cantidad de dinero que hay en la economía, que los bancos pueden utilizar. Entonces disminuimos la demanda por bienes y servicios al disminuir la cantidad de dinero.
La segunda política es la compra y venta de títulos valores del Banco Central. Si nosotros ofrecemos muchos títulos a la economía con atractivas tasas de interés, las entidades financieras, pero también los particulares, van a comprar esos títulos y van a depositar su dinero en el banco. Si nosotros no hiciéramos eso —guardar sus ahorros o precautelar sus ahorros— ese dinero iría a comprar casas, terrenos y otros bienes. Y esa demanda aumentaría la inflación. Entonces para evitar que haya dinero buscando bienes y servicios traemos ese dinero al Banco Central.
Toda la política de oferta de mercado —Operaciones de Mercado Abierto (OMA) de venta y compra de títulos— permite modificar la tasa de inflación.
Finalmente, la tercera es la política de apreciación o depreciación de la moneda. El proceso que nosotros estamos siguiendo ahora es de apreciar la moneda para evitar sobre todo el impacto de la inflación de productos extranjeros, que ahora más que nunca hay una inflación internacional que está afectando grandemente los precios internos por dos razones. Primero, porque lo que compramos al exterior nos cuesta cada vez más por la inflación externa, nos cuesta más en dólares y en bolivianos. Y lo segundo es que la gente que tiene productos prefiere exportar. Y si va a vender en el mercado interno, quiere subir su precio para hacerlo competitivo con el mercado externo.
Nosotros, al aumentar el valor del boliviano, estamos permitiendo que para el que tiene bolivianos le sea menos caro adquirir bienes extranjeros.
— ¿Eso quiere decir que el BCB va a continuar en esta gestión con la política de apreciación de la moneda nacional?
— Mientras estemos en esta gestión enfrentando una inflación externa tan aguda, estamos obligados a preservar la capacidad de consumir que tienen los bolivianos. Si no lo hiciéramos así, los bolivianos estarían perdiendo al tener bolivianos que no se aprecian con relación al dólar.
— ¿Se tiene un cálculo de cuánto más puede disminuir la inflación con esta política?
— Hemos hecho un intento de cálculo a través de aproximaciones econométricas y hemos detectado que por cada 1% de apreciación el impacto es 0,8% de disminución de la inflación. O sea, casi el 80% de la apreciación afecta para bajar la inflación.
Ahora, por lo que ya hemos hecho de apreciación (de la moneda nacional), hemos logrado mantener el poder adquisitivo de la población en un equivalente de 130 millones de dólares. Es muy importante. Si no hubiéramos apreciado, la gente hubiera perdido el poder adquisitivo (equivalente a) 130 millones de dólares. Al lograr apreciar la moneda nacional en relación al dólar, hemos defendido que el valor de los sueldos y salarios de las personas mejoren 130 millones de dólares que si no lo hubiéramos hecho.
— Si el BCB no hubiera tomado esta medida, de la apreciación del boliviano, ¿la tasa de inflación en lo que va de este añosería más alta de la proyectada por el Gobierno?
— Hubiera sido el 80% de esos puntos que hemos bajado más. Es decir, si hemos bajado tres puntos, la inflación hubiera sido 2,4 puntos más de lo que es actualmente.
(NdR. El índice de precios al consumidor registró en lo que va del año una variación acumulada de 2,97% y en los últimos 12 meses llegó a 10%).
Ahora es cierto que es un proceso muy mediato, tiene su rezago que puede durar entre un año y un poco más, pero lo que estamos protegiendo es que si la inflación calculada de 6% este año, al tomar las medidas que estamos tomando, se mantenga en 6% e incluso baje un poco.
(NdR. El Gobierno ya corrigió la previsión de inflación de 2011 del 4%, calculado inicialmente, al 6% pero se cubrió la mitad de esa última meta en sólo dos meses por el aumento de precios, especulación y escasez de alimentos).
— Pero la inflación a febrero casi ya llega a la mitad de la proyectada para este año.
— Hasta ahora prevemos que se mantenga en 6%. Incluso estaba previsto que aumente un poco más estos primeros meses del año. O sea, hasta ahora, viene más o menos como se había estimado.
— ¿Cuál es la responsabilidad de los medios de comunicación respecto a las expectativas inflacionarias?
— Yo le voy a dar un ejemplo más que un juicio de valor. En la época en la que había escasez de azúcar, durante días y días los medios de comunicación audiovisual, básicamente televisión, usaron un porcentaje muy alto de su tiempo en ir a las colas. Entonces, si uno prendía la televisión, qué es lo que veía (…).Y la sensación que crearon (los medios televisivos), más allá de si era o no era verdad, era de escasez de azúcar.
Se pareció mucho al pánico de la UDP (1980-1982), que todos los días subían los precios y uno veía la televisión y era un escándalo porque había colas en todas partes. Entonces uno rápido salía a hacer cola en alguna parte para ver qué es lo que podía adquirir. Si el mensaje que se da es de escasez, de encarecimiento y de molestia es casi más un mensaje político que un mensaje simplemente social.
Entonces esa contribución de los medios a la sensación de escasez y encarecimiento ha provocado que la gente crea que no solamente era el azúcar sino que era una escasez generalizada y que podía aceptarse fácilmente un incremento de todos los bienes y servicios que estaban en el mercado (…).
Donde se ha visto una reacción contraria felizmente es en el tema de pasajes. La gente ya se ha organizado por barrios para no aceptar un incremento de pasajes (…).
Los medios (de comunicación) tienen un poderoso influjo sobre el comportamiento de las poblaciones, debieran actuar de ida y de vuelta, no sólo para dañar la imagen del Gobierno, sino también para fortalecer la posición del público en general.