El futuro de las cooperativas de telecomunicaciones en Bolivia depende de su capacidad para adaptarse a un entorno cada vez más competitivo y tecnológico. La transformación digital no es una opción, sino una necesidad urgente para garantizar su supervivencia en el sector.
Debido a las nuevas tecnologías y el acceso masivo a ellas, el teléfono fijo ha entrado en un notable declive, que comenzó hace aproximadamente dos décadas. A nivel global, este servicio ha sido progresivamente sustituido por la telefonía móvil y las plataformas digitales, y Bolivia no es la excepción. En el país, el número de líneas fijas ha disminuido un 46% en la última década, según un informe de la Autoridad de Regulación y Fiscalización de Telecomunicaciones y Transportes (ATT).
En base al reporte, este medio mostró que existe una caída sostenida en el número de líneas telefónicas fijas, con una disminución del 12,57% solo entre 2022 y 2023, lo que representa una reducción de 60.754 líneas activas. Esta tendencia también se refleja en el tráfico de llamadas, que en 2023 descendió un 34,6% respecto al año anterior, con 78,7 millones de minutos menos de uso en la red fija.
Por ello, la situación de las cooperativas de telecomunicaciones, que alguna vez fueron pilares en el sector, ha cambiado drásticamente. Muchas de estas cooperativas, como Cotel en La Paz, Comteco en Cochabamba y Cotas en Santa Cruz, enfrentan desafíos económicos y operacionales.
Gran parte de su modelo de negocio original, basado en la telefonía fija, ha quedado obsoleto ante el avance de los servicios móviles.
Este medio se comunicó con Gamal Serhan Jaldin, presidente de la Federación de Cooperativas de Telecomunicaciones (Fecotel), quien explicó a detalle los retos que las cooperativas telefónicas enfrentan en el contexto actual.
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Oligopolio. Explicó que solo el 20% de sus ingresos proviene de la telefonía fija, que, como ya se dijo, quedó obsoleta en comparación con el teléfono móvil. Por ello, las cooperativas tuvieron que incluir otros servicios, como televisión por cable o servicio de internet, para poder generar ingresos. Este accionar resultó provechoso y permite que estas empresas todavía se mantengan operantes. Indicó que, aproximadamente, el 50% de los ingresos proviene del servicio de internet, mientras que el 30% viene de la televisión por cable.
Por este motivo, Serhan cuestionó al Estado, pues, en su criterio, no permitió que las cooperativas participen en el negocio nacional, lo que las dejó sin nada que hacer frente a las empresas de telecomunicaciones Entel, Viva o Tigo.
“No nos olvidemos que las cooperativas de telecomunicaciones nacen con el aporte de los asociados para tener una acción telefónica, posteriormente tienen que incorporar a su modelo de negocio la venta de servicios de televisión por cable y finalmente la venta de internet fijo, pero además con una concesión de operación departamental y, cuando entró la telefonía móvil, el Estado nunca permitió que las cooperativas participaran del negocio nacional, dejándolas en total desventaja frente al oligopolio de Entel, Tigo y Viva”, protestó.
Más allá de ello, ahora las cooperativas enfrentan también una nueva amenaza que llegó con el periodo de digitalización: los servicios de streaming. A causa de ellos, el mercado de la televisión por cable enfrenta una baja, debido al creciente uso de plataformas en línea como Netflix, HBO y Amazon Prime, que han transformado la manera en que los usuarios consumen contenido audiovisual en la actualidad.
Además, debido a que cada vez hay más empresas que ofrecen servicios de internet, esto ha traído una “guerra de precios” y competencia con otras empresas de telecomunicaciones. Por todo ello, afirmó que la situación de las cooperativas es bastante “crítica”.
DESAFÍOS
De acuerdo con Serhan, más allá de la modernización, las cooperativas tienen otros desafíos administrativos, estructurales y hasta legales.
“Al ser organizaciones sin fines de lucro, ninguna persona natural o jurídica está dispuesta a invertir ni un peso para su transformación digital, puesto que la naturaleza de una inversión es el retorno. Además, en la proporción de la inversión realizada y en el sistema cooperativo, cada asociado vale lo mismo independientemente de la cantidad de certificados de aportación (acciones) que tenga”, explicó.
Ante este panorama, las cooperativas están explorando la posibilidad de convertirse en empresas de tecnología (TechCo’s) que ofrezcan no solo servicios de telecomunicaciones, sino también soluciones tecnológicas más amplias. Sin embargo, para lograr esta transformación, es necesario un plan de reestructuración financiera y la creación de un marco legal que permita una mayor competitividad en el sector.
No obstante, es complicada esta modernización cuando los consumidores más fieles de estos servicios son los adultos mayores. “Sin duda las personas de la tercera edad son los que más siguen usando la telefonía fija y los negocios”, reveló Serhan, aunque sin detallar la cantidad.
El presidente de Fecotel recuerda con sorpresa cómo se fueron devaluando los certificados de aportación (la línea telefónica en sí), la cual, según dice, era “patrimonio y se disputaba en las herencias”. Una persona de la tercera edad a la que entrevistó este medio afirmó que, antes de 2000, el servicio se adquiría por más de $us 1.500.
Por ello, la financiación de las operaciones se vuelve cada vez más compleja. Ante la disminución de los ingresos, las cooperativas de telecomunicaciones han tenido que recurrir al crédito de los proveedores para poder operar. No obstante, los costos siguen en aumento, especialmente en los gastos vinculados a la mano de obra, mientras que los ingresos continúan en declive, lo que pone en riesgo la estabilidad financiera de muchas de estas entidades sin fines de lucro.
Así, el futuro de las cooperativas de telecomunicaciones en Bolivia depende de su capacidad para adaptarse a un entorno cada vez más competitivo y tecnológico. La transformación digital no es una opción, sino una necesidad urgente para garantizar su supervivencia en el sector.