Juego sucio
Queda la certeza de que la corrupción no es un asunto solo de políticos o funcionarios en ejercicio de cargos públicos
Quienquiera que hubiese tenido sospechas sobre la integridad de las personas involucradas en el fútbol profesional boliviano, tiene desde hace poco más de una semana certeza de que la corrupción también anida en el “rey de los deportes”: una curiosa denuncia de parte de la directiva de la Federación Boliviana de Fútbol (FBF) confirma que hay jugadores, árbitros y dirigentes involucrados.
En los hechos, el escándalo que acaba de explotar ya se había anunciado a inicios de agosto, cuando el expresidente del Estado y dirigente de un club de fútbol que aspira a llegar a la división profesional, Evo Morales, hizo públicas sus sospechas de partidos amañados, involucrando a jugadores de su propio equipo. Diversas instancias del fútbol respondieron negando enfáticamente lo denunciado y pidiendo pruebas; estas nunca se mostraron.
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Semanas después, fue el presidente de la FBF quien anunció, de modo confuso, que había evidencia de “amaños”. Tardó casi una semana en hacer oficial el anuncio, aunque cuidándose de brindar demasiados detalles, tarea que, según explicó en conferencia de prensa, le corresponde al Ministerio Público, donde el equipo jurídico de la institución del balompié nacional presentó denuncia formal.
Finalmente, en reunión de la Federación, a la que asistieron los clubes del fútbol profesional y del fútbol aficionado, se decidió por mayoría de votos anular los dos torneos profesionales de este año y continuar con el torneo Simón Bolívar, de los clubes aficionados. Dos clubes se opusieron a la extrema decisión: The Strongest, que este año iba en primer lugar con una ventaja de seis puntos sobre el segundo, y Wilstermann, que comenzó el torneo con seis puntos menos debido a una sanción.
Dos notables periodistas deportivos entrevistados en nuestro programa Piedra, Papel y Tinta coincidieron en criticar a la FBF por el mal momento y el mal modo en que se anunció el entramado de corrupción. Uno de ellos afirmó que desde hace 40 años se oye hablar de estos amaños y que al parecer son 20 los jugadores involucrados, pero que la FBF habla solo de seis; el otro mostró su sospecha por el modo en que el presidente de la Federación hizo el anuncio.
En el camino, se hizo evidente que la autorización de funcionamiento otorgada a una empresa transnacional de apuestas es parte del problema, y se instruyó suspender esa licencia de operaciones. También se acordó constituir una nueva comisión arbitral, para devolver la confianza en quienes actúan como jueces de cada cotejo en la cancha.
Aunque todavía estamos lejos de conocer la verdad del caso, queda la certeza de que la corrupción no es un asunto solo de políticos o funcionarios en ejercicio de cargos públicos, sino que, como cáncer, ha hecho metástasis en toda la sociedad. Allí donde las personas confían en el soborno como medio de evitarse problemas, donde se tolera, si no se alienta, el hacer las cosas mal, a medias o con trampa, es inevitable que se pierda la confianza en las normas y la inmoralidad se extienda, cosa que está pasando en Bolivia.