En su primer papel en el cine, el actor indio Suraj Sharma protagoniza una aventura en 3D que dirige Ang Lee. Un chico está a la deriva en el mar en un bote salvavidas y tiene como compañero de naufragio a un tigre de bengala llamado Richard Parker.

“Nunca antes había actuado, pero sabía algo porque mi hermanito salió en dos películas y mi madre siempre me decía que yo también debería actuar”, dice el joven de 18 años cumplidos durante el rodaje. “¡Lo raro es que fui a la audición con mi hermano porque me prometió invitarme a comer si lo acompañaba y tenía hambre! Lo estaba esperando y el director de casting se me acercó y me dijo, ‘te ves como de la edad correcta, también deberías hacer la audición’.

Y yo pensé que debía hacerlo”.

Sharma, que cuenta que antes era un joven tímido, se vio de pronto en medio de una producción que se filmó en India y en Taiwán. Un cambio total en su vida.

— ¿Cuál es el tema de la historia?

— Para mí, se trata de cómo puedes encontrar una esperanza en las cosas más dementes y azarosas y cómo puedes crecer a partir de eso y salvarte de lo que sea: de la tristeza, la depresión, el miedo. Sólo necesitas encontrar algo en qué creer.

 Cuatro diferentes tigres de distintos tamaños y personalidades fueron utilizados para la película.

— ¿Cómo fue compartir con tigres?

— Realmente nunca filmamos con ellos, pero en ocasiones pasé hasta seis horas en un día observando cuando los entrenaban. Observaba cómo se movían y veía cómo se comportaban. Trataba de trazarlo en mi cabeza para tener el sentido de cómo iba a reaccionar el tigre y por lo que estaba pasando. Cuando estábamos filmando mis escenas me imaginaba a Richard Parker enfrente de mí. Curiosamente, siempre me han fascinado los tigres y por alguna razón sé instintivamente cómo se mueven. Fue difícil pero maravilloso, como tener un mejor amigo imaginario. Se convirtió en una rara combinación de memoria e imaginación.

— ¿Qué te pareció el libro de Yann Martel, en el que se basa la película?

— No es fácil de leer, pero a medida que avanzaba me enfrasqué tanto que para cuando llegué al final dije: ‘Dios mío, es lo máximo’. Realmente es inspirador, me encantó el libro. Es más profundo que los libros que normalmente leo. Había algo ahí que era mucho más que entretenimiento.

— ¿Cómo fue trabajar con Ang Lee?

— Extremadamente aterrorizante al principio, porque es un gran director. Además nunca me había abierto con nadie. Ang fue la primera persona con la que hablé de mí mismo y curiosamente me sentí muy cómodo con él después de unos cuantos minutos. Ang es asombroso. Siento que no hay nadie que me conozca mejor que él, y de verdad quiero decir nadie. En vez de mirarme a mí, miró en mi interior, si es que eso tiene sentido. Se entregó mucho a todos en el equipo. Entregó una parte increíble de sí mismo a la película.

— Nunca antes habías actuado, sin embargo le aportas una gran profundidad y vulnerabilidad a Pi. ¿Cómo transmitiste la soledad de estar en altamar?

— Busqué en mi interior todo tipo de recuerdos. Imaginé cosas que me entristecían. Pensaba en mi mamá y en mi papá y en mi hermano y en mi hermana, cuando Pi pierde a su familia. Imaginé lo que se sentiría perderlos y ese pensamiento podría hacer llorar a cualquiera. Tuve que pasar por muchas emociones en esta película y Ang me guió hacia ellas.

Shamar dice que el director es hábil para ayudar a entretejer “emociones en mi cerebro tan sólo diciendo algunas palabras que actuaban como detonantes”. Decía cosas como: “Richard Parker se está muriendo, ¿qué vas a hacer?’, recuerda el actor; pero “es más la forma en que te mira y la forma en que te habla que lo que te dice. Simplemente comienzas a sentirlo por dentro. Inicialmente me dio clases de actuación que involucraban mucha meditación. Me pedía ir de regreso a momentos de mi vida o a algunas situaciones para sentir ciertas emociones cercanas a lo que se supone que tenía que retratar y partir de eso. Me decía: ‘Ve a alguna parte donde encuentres confianza y esperanza o miedo’. Me orientó hacia esas emociones”.

— ¿Cuál fue el mejor consejo de Ang Lee?

— En mi cumpleaños platicó conmigo y me dijo: ‘ya tienes 18 años, ya eres un hombre y tu vida está en tus manos. Siempre recuerda mantener los pies en la tierra y apreciar lo que la gente te da y no des nada por sentado. Los buenos momentos van y vienen pero siempre tienes que ser tú mismo. No dejes que nada te desvíe y no te dejes cambiar a ti mismo’. Tiene razón. No quiero perder la cabeza para nada; sólo quiero seguir siendo normal. Sé que sólo necesito seguir siendo yo mismo. Sé que si eres tú mismo y que si eres bueno con los demás, te sucederán cosas buenas. Pero si pierdes la cabeza serás una persona sola, sola. Y yo no quiero estar solo.