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Willy Kenning: El sueño de tocar el cielo

Después de escalar todas las cumbres bolivianas de más de 6.000 m, el fotógrafo cruceño pisó la cima del Aconcagua.

/ 14 de abril de 2013 / 04:00

Para algunos, los 50 son esa etapa curva de la vida, en forma de hamaca, en la que deciden relajarse y admirar el paisaje de lo que han logrado. Para Willy Kenning, de 54 años, se trata de un periodo de desafíos para ver qué tan alto se puede llegar. Literalmente.

Es algo que viene haciendo desde hace varios años. Entre 2004 y 2006, Kenning escaló todas las cumbres de Bolivia de más de 6.000 metros de altura.

Fue el primer boliviano en lograrlo y la serie de desafíos quedó retratada en su libro de fotografías 6.000+. Pero el 5 de marzo estuvo parado sobre el techo de América, la montaña más alta del continente, el Aconcagua, a 6.962 metros sobre el nivel del mar.

“La satisfacción que me queda es saber que soy mejor, mi espíritu es más fuerte, que me he templado en las nieves y en las rocas, me acerqué al cielo sin miedo”, anotó para sí mismo el día que pisó la cima del Aconcagua y después compartió con quienes siguieron su aventura en Facebook.

Escalar era un sueño de juventud, de sus años de adolescente al pie de los Andes en Argentina. La fotografía fue la primera de sus realizaciones de vida. Trabajó intensamente entre Bolivia y Argentina, pero después de 13 libros publicados, empezó a mirar de nuevo hacia las cumbres.

En 2011, con el desafío del Aconcagua planteado, empezó su preparación física. “Soy medio tardío”, reconoce en entrevista con La Razón, pues empezó a dedicarse al montañismo a los 45 años. Así que aceleró el paso y, como parte del entrenamiento, en 2012 escaló el Huayna Potosí por la pared sur y el Chachacomani por el oeste.

Como andinista que ya tiene varias cumbres en su haber, considera que el Aconcagua no es “la más linda, ni tampoco la más difícil”; pero es la más alta del continente y ése era el principal aliciente, así que decidió emprender la escalada “como una manera de hacer algo importante”.

Subir el Aconcagua es una empresa que demanda mucha resistencia. “No es una montaña que requiera demasiada técnica”, explica Kenning, pero sí estado físico para caminar tramos de hasta 25 kilómetros con casi 30 kilos de equipo sobre la espalda. Es en definitiva una aventura larga y cansadora, que demandó 13 días, entre el 21 de febrero y el 5 de marzo.

El principal riesgo durante el ascenso es la intensidad de los vientos. Con menos frustración ahora que completó la hazaña, Kenning recuerda que estando en el campamento más alto, a 5.500 metros, él y sus guías tuvieron que pasar una noche bajo vientos de hasta 160 kilómetros por hora, por lo que al amanecer debieron empacar y descender unos 1.200 metros a fin de esperar a que el clima cambie.

Para seguir después de un revés como ése es crucial tener resistencia física, pero esa condición no se sostiene sin el apoyo de una buena preparación mental. “La montaña es el triunfo de la mente sobre el cuerpo. Lo que la montaña produce en mí es ese sabor único que deja en mi corazón: renueva la fe en mí mismo”, escribió.

La “ventana del clima” se mostró cerrada una sola vez durante todo el ascenso, pero significó cinco días de retraso en el plan inicial. “Estábamos decididos a ir hacia la cumbre desde el campamento de los 5.500 metros, pero el clima nos obligó a reprogramar el tiempo de viaje y la logística de la comida, además del cansancio de cargar equipo para un tramo extra”.

Los contratiempos climáticos durante una escalada asimismo pueden significar el final prematuro de la aventura. “El Aconcagua también es una montaña cara”, dice Kenning en referencia a los casi $us 10 mil que demandó la escalada y que le fueron provistos por sus auspiciadores (Banco Mercantil Santa Cruz y Tigo).

Más allá de esas preocupaciones y con la adrenalina fluyéndole por el cuerpo durante buena parte de la travesía, Kenning llegó al día de encarar la cumbre sumido en un mar de ansiedad.

Sobre el último sueño antes de iniciar el tramo hacia la cima, escribió en sus notas personales: “Casi no pegué un ojo durante toda la noche y la madrugada. Los nervios están de punta y la ansiedad me carcome. Si es que dormí algo, lo hice de a ratitos y sin dejar de pensar en mi día”.

El paisaje alrededor es magnífico: montañas, nieve, roca y cielo. Pero el paisaje interior condensa el momento del desafío personal que contrasta con el esfuerzo físico empleado en cada paso y con la suerte que han corrido otros andinistas. Y todo entra por los ojos. “Los últimos 300 metros antes de la cima son bastante duros, físicamente muy exigentes”, explica en la entrevista. “Vas viendo a gente que fracasó, que tiró la toalla y se quedó tendida en el camino, cien metros por debajo de la cumbre. Es una subida muy dura”.

Kenning caminó los restantes 200 metros hacia la cima con pasos cortos y medidos que le permitían ahorrar el poco oxígeno que sus pulmones captaban del aire. Pisó la cumbre casi sin peso extra, a excepción de una cámara fotográfica y las banderas de sus auspiciadores. Pasó menos de media hora a 6.962 metros de altura antes de emprender el descenso.

Pero no sólo faltaba oxígeno y el termómetro marcaba 20 grados bajo cero: “Hay un problema con las sensaciones; estás trabajando y no tenés mucho tiempo para meditar. Estás documentando que llegaste, así que no tenés tiempo para disfrutar”. Más allá de una foto con su guía, Roberto, no quedó tiempo para más.

Al regresar escribió a manera de confesión: “A 7.000 m me fue difícil pensar y mi plan original se vio frustrado por mis limitaciones. Quería hacer esto o aquello, quería mirar al cielo y agradecer, quería pensar en mis hijos, quería una foto así o asá…”.

El torrente de emociones lo alcanzó al empezar el camino de regreso: “Poco puedo decir de lo que siento. Cualquier cosa que diga queda pequeña con respecto a mis sensaciones. No siento que algo las represente con justicia. Así que se los digo de manera sencilla: qué grande carajo, lo logré…!!!”. “Una vez más, viví el sueño…”.

Un sueño que puede repetirse en poco tiempo más. Willy Kenning se ha planteado dos nuevos desafíos de altura que implican aterrizar en otros continentes: escalar el monte Kilimanjaro (5.895 m) y coronar el monte Everest (8.848 m).

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En un mundo de medios e intereses, una perspectiva propia

La conversación con el periodista Jorge Gestoso tenía que derivar hacia el periodismo y los distintos planos de su realidad. Éste es un recorrido hacia el vértigo de las expectativas, hacia la falta de pudor de los intereses y hacia lo descarnado de nuestra labor  diaria.

/ 13 de octubre de 2013 / 04:04

Acostumbrado a ser él quien hace las preguntas, el periodista Jorge Gestoso trata de que su entrevistador y la fotógrafa estén cómodos para la siguiente hora de conversación. Instaladas las sillas y los flashes en una sala de reuniones del hotel Camino Real Suites, en La Paz, lanza un tema de interés para romper el hielo y hallar puntos en común. Casualmente, la parálisis del Gobierno de Estados Unidos por la falta de una ley que amplíe sus presupuestos encaja con el temario de la entrevista que el lector leerá en las páginas siguientes.

La segunda parte del encuentro aborda su opinión sobre el periodismo, entendido como relator central de la realidad latinoamericana. El informador alterna sus frases con algunos maníes salados y tragos de una lata de Red Bull al natural. Asegura que todavía, claramente, los medios de mayor circulación en la región siguen en manos de gente que atiende sus intereses económicos y no los de la opinión pública.

En sentido contrario, algunos gobiernos progresistas de Sudamérica han contestado potenciando en cierta medida canales de la televisión pública. “Pero son esfuerzos todavía incipientes, en etapa de infancia”.  Una de las principales carencias de los canales estatales se refiere a la disponibilidad de recursos para trabajar.

En el mundo hay grandes cadenas de noticias. Hay casi una por cada gran poder económico, dice el entrevistado, y enumera: “Una cadena estadounidense que te muestra la perspectiva desde ese país. Inglaterra tiene la BBC, Rusia tiene RT, Alemania con su Deutsche Welle”. Para reforzar esa relación, la cadena catarí Al Jazeera es un buen ejemplo de canal de noticias de un Estado, que se proyecta a escala global gracias a sus ingentes recursos.

América Latina no ha desarrollado una cadena de televisión con una visión propia. “Ahí estamos rengueando, ahí estamos todavía en pañales”, cuestiona Gestoso. “No hay la decisión de parte de los países con gobiernos progresistas, de poner el dinero que esto cuesta para hacerlo bien”. Su argumento retoma impulso con la idea del principio: “Los medios de la región siguen bajo el control del capital que promueve e informa sobre sus intereses, no sobre los de la opinión pública”.

Y cuestiona de nuevo. A los esfuerzos alternativos y nuevos, les falta poner dinero para madurar. “Puedes decir que es caro, pero la pregunta es ¿y qué tan caro resulta dar la imagen de que eres el pez pequeño, el amateur?”.

En el dial de la televisión regional apareció ocho años atrás Telesur y para Gestoso, que ha ubicado algunos de sus reportajes en esa emisora, el canal tiene un concepto espectacular.  “Tiene la enorme oportunidad de desarrollarse como una cadena panregional capaz de mostrar de una manera más equitativa a los actores de la realidad latinoamericana”, asegura, antes de lanzar otro cuestionamiento: “En defensa de Telesur, debo decir que el único que paga las cuentas es Venezuela. Argentina es socia; Ecuador, Nicaragua y Cuba también lo son; creo que Bolivia lo es. Pero, el único que paga las cuentas es Venezuela”.

De lo general a lo particular, la conversación transita hacia el rol de los periodistas en este panorama de medios, intereses y perspectivas propias.

Su respuesta anima a seguir preguntando: “El periodista está a merced de lo que le exige el empleador. No existe la independencia del periodismo como tal”.

Gestoso va más allá y pone su trayectoria como ejemplo. Dejó CNN en Español hace casi diez años, en 2004, para desarrollar su propia agenda “ni del norte ni del sur, ni de derecha ni de izquierda”.

“Empecé a navegar en territorio desconocido. La gente pretende que estés en un lado o en el otro, como en un mundo binario de ceros y unos”, afirma, mientras forma ambos números con los dedos de ambas manos.

No puedes —describe— ser un observador independiente y presentar las dos facetas de una manera ecuánime y desapegada. No es posible, afirma: “Si un señor está al aire con su agenda, o está con éste o está contra este otro”.

Y de lo particular a lo personal. ¿Cómo se sobrevive haciendo periodismo de agenda propia nada menos que en Washington?

Justo en el clavo. “Ésa es la palabra: se sobrevive. Pero no puedo hacer de mi carrera un éxito, porque a ninguna de las dos partes le interesa que yo navegue como un independiente. Quieren que me ponga de un lado o del otro”.

La dosis de realidad parece llegar directamente desde Washington: “Quieren usar a los periodistas como instrumentos y voceros de sus propios intereses. El periodista independiente que crea sus contenidos y los publica, prácticamente no existe”.

Y de lo personal a lo infinitesimal. ¿En respuesta a los grandes intereses, hay una tendencia a la atomización del periodismo? ¿A decir “me cansé de trabajar en tal o cual medio y abro mi propia marca?”.

El desarrollo tecnológico pone en nuestras manos muchas herramientas, pero en la medida en que el periodismo es una labor que requiere de muchas manos y cabezas, “eso son pequeñas migas”. La gente forma su opinión con los grandes medios. Si de manera independiente tienes tus seguidores, vas a ser algo marginal, exótico.

Así, su experiencia de dos décadas en televisión, parte en una cadena global y parte en una productora de noticias propia, no anticipa un público educado que busque por iniciativa propia un blog o un canal específico como fuente central para informarse. Lindo panorama…

Sí, dice Gestoso, “en el sentido de que está claro”. No existe el amor a la información por la información misma. “Si me meto a informar es porque en el fondo estoy bien en ese medio, por religión, política o economía. Si lo haces por altruismo, duras tres meses hasta que viene un tipo y trata de hacer que estés al servicio de otra cosa. Y la claridad estalla en frases cortas que debieran ser repetidas más a menudo. “No existe el periodismo puro y duro, no existe la independencia. Es un cuento chino, no existe la objetividad.

Ser objetivo es que te diga a ti las cosas como tú las quieres escuchar…”. “Estamos al servicio de algo, a sabiendas o no, por dinero, principios o religión. Y cuando no quieres a ninguno de esos, la sociedad te dice: No hay mucho espacio para vos”.

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Jorge Gestoso: De la manufactura a la mentefactura

El desafío de América Latina es invertir en educación para dejar de manufacturar productos solamente y poder dotarse de fuentes de conocimiento.

/ 13 de octubre de 2013 / 04:03

De paso por La Paz, el periodista uruguayo Jorge Gestoso, conocido por sus años como presentador principal en CNN en Español, atiende el pedido de una entrevista con La Razón. Gestoso dejó el canal de noticias hace casi una década para formar su propia productora de contenidos. En esa labor, se define como un sobreviviente de la labor periodística en Washington, donde radica.

Cuestionador y directo respecto de las relaciones norte-sur en el continente, incluido el rol de la prensa, recorre en este diálogo los años recientes de la vida política y económica del continente, y se asoma a los venideros.
Identifica como desafío central el paso de ser países exportadores de materias primas y de ciertos productos a ser países capaces de generar sus propios pensadores y científicos.  

— ¿Qué viene para América Latina después del desenganche económico de los últimos años?

— Porque le va “menos pior” a América Latina que a los europeos y a los estadounidenses. Primero, porque los países de la región han practicado una filosofía económica con más regulaciones. Si algo le molesta al gran capital, que es el que maneja a Estados Unidos y a Europa, es no tener el terreno libre en América Latina.

Lo que han tratado de imponer y lo que pregonan es el imperio de la desregulación, que resultó en la crisis de 2008 en los países del norte.
América Latina aprendió de la década perdida de los 80. Es mucho más responsable en la administración del crédito, de las regulaciones entre el Estado y los particulares. Tiene una estructura sana en el sentido de que los actores están mejor equilibrados.

Otro factor es la llegada de gobiernos progresistas que toman, por primera vez en 500 años, el control de sus riquezas. Lo hacen renegociando contratos. En Bolivia y en Ecuador, la marea cambia, y los habitantes que eran espectadores, pasan a ser protagonistas de su propio destino, junto al florecimiento de sus economías.

A esto se suma el aumento de los precios de las materias primas. Y un elemento muy importante es el desarrollo de nuestra propia identidad. Empezamos a decirnos “nos va mejor y nos sentimos más seguros”. Ya no nos avasallan tan rápidamente.

Una frase que retrataba a Latinoamérica era: “Una región rica habitada por pobres. Una región con muchos habitantes y pocos ciudadanos”. Tiene que ver con tomar el control de tus riquezas e instituciones y empezar a crecer como pueblo. Ahí es donde los que piensan en términos comunitarios proponen parar el atropello. Empieza un nuevo fenómeno. El avasallamiento de América Latina se complica para los países neocolonialistas. Se ha llegado a una etapa final del modelo, de la receta.

— ¿No le llama la atención que el giro regional fue relativamente suave o poco violento?

— Un tema surge en la última década: la tecnología. El tercer mundo accede a tecnologías de información. Todo se sabe y se conoce al instante, y eso complica el avasallamiento que antes se tapaba bajo la alfombra con exclusión, con falta de información.

Entrevisté a Manuel Pérez Rocha, un analista del Instituto para Estudios de Políticas en Washington, sobre la inequidad de los tratados de libre comercio. Me dijo: “Los tratados de libre comercio se pueden denominar de libre despojo. Dan a las grandes corporaciones la facultad de despojar a muchos países de América Latina”. Para mí, esto es la clave.
Estados Unidos acostumbraba a pensar en targets and markets (blancos y mercados). Pero ahora se les complica aplicar esto.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dice: “Creemos en el comercio justo, más que en el comercio libre”. En esta etapa, América Latina no tiene problemas en comerciar, siempre que sea en términos justos. Hay una madurez intelectual y económica en la región y un desgaste de la receta del primer mundo, que era depredar. Se consolida la democracia en nuestros países, más gente empieza a ser más ciudadano y menos habitante.

— ¿Qué opina de los sectores en estos países que se opusieron al giro de los últimos años?

— La semana pasada, el presidente Correa dijo que ha perdido impulso el ímpetu integrador de América latina. Al decir esto, llama la atención sobre el hecho de que siguen habiendo fuerzas que tratan de ponerle el palo en la rueda a este desarrollo de nuestra identidad, de nuestra soberanía.

Recordó que los últimos cinco intentos de golpes de Estado fueron contra gobiernos de izquierda. O sea, si bien el giro ha sido suave, el intento de no dejar que esto siga adelante es latente y está vivo en todos los órdenes. La espera por la mínima oportunidad para golpear.

— ¿Cómo se vieron en Estados Unidos estos dos incidentes: el bloqueo al avión presidencial boliviano y el discurso del presidente Morales en la Asamblea General de la ONU?

— Vivo hace 30 años en Estados Unidos, o sea que algo conozco de esa realidad. América Latina no existe para Estados Unidos, salvo cuando sus intereses estratégicos están en juego o si hay una catástrofe natural.

El incidente del avión de Evo fue seguido en América Latina con cierto interés. Pero si veías los noticieros en Estados Unidos, el tema no existía, y si lo hacía, aparecía suavizado. No era que “cuatro países le cerraron el espacio aéreo a Evo”, era “Francia se disculpó”, “España pidió disculpas”. Siempre el otro lado de la moneda.  Lo mismo con el discurso en la ONU. No apareció en las noticias.

Alexander Main, especialista en temas de América Latina del Centro para Investigación de la Economía y Políticas, en Washington, dice que es muy importante la influencia del Departamento de Estado en los periodistas de Estados Unidos, para conseguir que destaquen cosas positivas de países “amigos” en la región y de no tratar los éxitos de países que ellos consideran como “no amigos” o enemigos. Esa misma influencia la tienen el Congreso y la Casa Blanca.

La percepción de Main como estadounidense es que la prensa es muy maleable a los intereses políticos de los gobiernos estadounidenses para que aparezcan o no en los medios, cosas sobre América Latina. Solamente son noticia los temas que están en la agenda política del Gobierno. Así de sencillo y de doloroso.

— ¿Y eso ocurre en medios que no son de la corriente principal?

— Claro, puedes buscar otras fuentes, pero tienes que ir a un canal por cable que sale en el número 248 y a las 11 de la noche, y haciendo zapping te dormiste antes de llegar a verlo. Y la opinión pública la manejan cuatro o cinco medios, sea en televisión o en prensa. El ciudadano estadounidense no es un ciudadano informado y en muchos sentidos, lo que no le influye o le amenaza directamente, no le interesa.

— Hay varias elecciones presidenciales previstas para el siguiente año y medio, ¿va a variar el tablero político regional?

— Yo creo que no. En la base está la base del sentido común. Si estudias lo que ha pasado en esta región desde el siglo pasado, te das cuenta de que los programas sociales fueron postergados por programas económicos de depredación. La clave está en la educación. Se está invirtiendo mucho en esto, porque hay que luchar contra la deserción escolar y los bajos niveles de preparación académica.

Un académico ecuatoriano dijo que el desafío es “pasar de la manufactura a la mentefactura”. América Latina viene a la saga porque le falta desarrollar sus propios recursos a fin de tener fuentes de conocimiento.

Estos gobiernos progresistas están invirtiendo en educación y los pueblos valoran eso. A los que no les interesa tener una ciudadanía educada, siguen tratando de poner el palo en la rueda. Yo creo que los movimientos progresistas van a continuar, pero también creo que los intentos de venderle a la gente que la economía de mercado es la panacea, se van a mantener. Pero cuando la gente empieza a ver que su vida cambia y que sus hijos tienen futuro, no va a querer volver atrás.

— ¿Cómo ve a Unasur y la Celac?

— Son pasos sumamente importantes, pero que tienen que estar acompañados de eficiencia. Hay muchas cosas sueltas, pero tienen que terminar de consolidarse. Tenemos grandes problemas para integrarnos, estamos en una etapa incipiente todavía. El interés es de algunos países, pero hay intereses de otros países que piensan más en “divide y reinarás”, que piensan que no existe ninguna otra receta mejor que la suya.

Perfil

Nombre: Jorge Gestoso

Nació: 20-03-1952, en Montevideo

Profesión: Periodista

Cargo: Presidente de Gestoso Television News

Carrera

Después de ocupar cargos en  CNN en Español, incluido el de presentador del noticiero central, durante 16 años, en 2004 dejó el canal para formar su productora de contenidos, Gestoso Television News (GTN), que le ha valido reconocimientos y premios.

Es la hipocresía en pleno, ‘haz lo que yo digo, no lo que hago’

— ¿Qué opina de las críticas que señalan que, pese a sus posturas progresistas, algunos gobiernos de la región todavía mantienen como punto de partida de sus gestiones y de sus opciones de desarrollo, al extractivismo?

— De parte de los observadores externos hay mucho bla bla, pero también una hipocresía institucionalizada. Su discurso es “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Estados Unidos es responsable de entre el 20 y el 30% de la contaminación del planeta, pero cuando en el Congreso sale el tema de regular las emisiones de gases de efecto invernadero, lo primero que dicen —especialmente los republicanos, que están al servicio de las corporaciones que contaminan— es “no toquemos nada; eventualmente, cuando esa maquinaria sea reemplazada, veremos si la hacemos más limpia”.

Las acusaciones vienen de gente que no tiene autoridad moral. Los depredadores de la naturaleza, los contaminadores del medio ambiente, los que niegan realidades evidentes como el calentamiento global, como los partidarios de la extrema derecha.

Es la hipocresía en pleno. “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, y no cuestiones el pasado. Es decir, no preguntes dónde estaba Bolivia antes de Evo. La película empieza el día en que él subió al poder.

¿Qué hizo Gonzalo Sánchez de Lozada con sus minas? Eso no existe. Lo que se pretende es que el público sólo vea el cuadro conveniente de la película, para dejarlo mal parado a Evo. Yo no tendría ningún problema filosófico en poner bajo el microscopio a Evo, pero establezcamos las reglas para todos por igual. Pongamos en el microscopio a Sánchez de Lozada y a tanta gente que terminó en Washington o en Miami.

De Ecuador salieron unos señores de apellido Isaías, relacionados con la quiebra del Filanbank, que dejó un agujero de 600 millones de dólares. Ellos viven muy bien en Miami y ahora están relacionados con el lanzamiento de CNN Latino. A esos señores nadie los pasa por el microscopio. Se lo hace con Correa, para ver si dijo o no dijo, si hizo o dejó de hacer.

Entonces, no hay argumento para la crítica por el uso de los recursos naturales, porque el primer mundo extrae sus recursos, y los extrae de otros países, para beneficio de su población, sin que le importe nada. Definitivamente, más que responder a la acusación, el tema es que el acusador no tiene la autoridad moral para hacer la acusación.

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Jorge Gestoso: De la manufactura a la mentefactura

El desafío de América Latina es invertir en educación para dejar de manufacturar productos solamente y poder dotarse de fuentes de conocimiento.

/ 13 de octubre de 2013 / 04:03

De paso por La Paz, el periodista uruguayo Jorge Gestoso, conocido por sus años como presentador principal en CNN en Español, atiende el pedido de una entrevista con La Razón. Gestoso dejó el canal de noticias hace casi una década para formar su propia productora de contenidos. En esa labor, se define como un sobreviviente de la labor periodística en Washington, donde radica.

Cuestionador y directo respecto de las relaciones norte-sur en el continente, incluido el rol de la prensa, recorre en este diálogo los años recientes de la vida política y económica del continente, y se asoma a los venideros.
Identifica como desafío central el paso de ser países exportadores de materias primas y de ciertos productos a ser países capaces de generar sus propios pensadores y científicos.  

— ¿Qué viene para América Latina después del desenganche económico de los últimos años?

— Porque le va “menos pior” a América Latina que a los europeos y a los estadounidenses. Primero, porque los países de la región han practicado una filosofía económica con más regulaciones. Si algo le molesta al gran capital, que es el que maneja a Estados Unidos y a Europa, es no tener el terreno libre en América Latina.

Lo que han tratado de imponer y lo que pregonan es el imperio de la desregulación, que resultó en la crisis de 2008 en los países del norte.
América Latina aprendió de la década perdida de los 80. Es mucho más responsable en la administración del crédito, de las regulaciones entre el Estado y los particulares. Tiene una estructura sana en el sentido de que los actores están mejor equilibrados.

Otro factor es la llegada de gobiernos progresistas que toman, por primera vez en 500 años, el control de sus riquezas. Lo hacen renegociando contratos. En Bolivia y en Ecuador, la marea cambia, y los habitantes que eran espectadores, pasan a ser protagonistas de su propio destino, junto al florecimiento de sus economías.

A esto se suma el aumento de los precios de las materias primas. Y un elemento muy importante es el desarrollo de nuestra propia identidad. Empezamos a decirnos “nos va mejor y nos sentimos más seguros”. Ya no nos avasallan tan rápidamente.

Una frase que retrataba a Latinoamérica era: “Una región rica habitada por pobres. Una región con muchos habitantes y pocos ciudadanos”. Tiene que ver con tomar el control de tus riquezas e instituciones y empezar a crecer como pueblo. Ahí es donde los que piensan en términos comunitarios proponen parar el atropello. Empieza un nuevo fenómeno. El avasallamiento de América Latina se complica para los países neocolonialistas. Se ha llegado a una etapa final del modelo, de la receta.

— ¿No le llama la atención que el giro regional fue relativamente suave o poco violento?

— Un tema surge en la última década: la tecnología. El tercer mundo accede a tecnologías de información. Todo se sabe y se conoce al instante, y eso complica el avasallamiento que antes se tapaba bajo la alfombra con exclusión, con falta de información.

Entrevisté a Manuel Pérez Rocha, un analista del Instituto para Estudios de Políticas en Washington, sobre la inequidad de los tratados de libre comercio. Me dijo: “Los tratados de libre comercio se pueden denominar de libre despojo. Dan a las grandes corporaciones la facultad de despojar a muchos países de América Latina”. Para mí, esto es la clave.
Estados Unidos acostumbraba a pensar en targets and markets (blancos y mercados). Pero ahora se les complica aplicar esto.

El presidente de Ecuador, Rafael Correa, dice: “Creemos en el comercio justo, más que en el comercio libre”. En esta etapa, América Latina no tiene problemas en comerciar, siempre que sea en términos justos. Hay una madurez intelectual y económica en la región y un desgaste de la receta del primer mundo, que era depredar. Se consolida la democracia en nuestros países, más gente empieza a ser más ciudadano y menos habitante.

— ¿Qué opina de los sectores en estos países que se opusieron al giro de los últimos años?

— La semana pasada, el presidente Correa dijo que ha perdido impulso el ímpetu integrador de América latina. Al decir esto, llama la atención sobre el hecho de que siguen habiendo fuerzas que tratan de ponerle el palo en la rueda a este desarrollo de nuestra identidad, de nuestra soberanía.

Recordó que los últimos cinco intentos de golpes de Estado fueron contra gobiernos de izquierda. O sea, si bien el giro ha sido suave, el intento de no dejar que esto siga adelante es latente y está vivo en todos los órdenes. La espera por la mínima oportunidad para golpear.

— ¿Cómo se vieron en Estados Unidos estos dos incidentes: el bloqueo al avión presidencial boliviano y el discurso del presidente Morales en la Asamblea General de la ONU?

— Vivo hace 30 años en Estados Unidos, o sea que algo conozco de esa realidad. América Latina no existe para Estados Unidos, salvo cuando sus intereses estratégicos están en juego o si hay una catástrofe natural.

El incidente del avión de Evo fue seguido en América Latina con cierto interés. Pero si veías los noticieros en Estados Unidos, el tema no existía, y si lo hacía, aparecía suavizado. No era que “cuatro países le cerraron el espacio aéreo a Evo”, era “Francia se disculpó”, “España pidió disculpas”. Siempre el otro lado de la moneda.  Lo mismo con el discurso en la ONU. No apareció en las noticias.

Alexander Main, especialista en temas de América Latina del Centro para Investigación de la Economía y Políticas, en Washington, dice que es muy importante la influencia del Departamento de Estado en los periodistas de Estados Unidos, para conseguir que destaquen cosas positivas de países “amigos” en la región y de no tratar los éxitos de países que ellos consideran como “no amigos” o enemigos. Esa misma influencia la tienen el Congreso y la Casa Blanca.

La percepción de Main como estadounidense es que la prensa es muy maleable a los intereses políticos de los gobiernos estadounidenses para que aparezcan o no en los medios, cosas sobre América Latina. Solamente son noticia los temas que están en la agenda política del Gobierno. Así de sencillo y de doloroso.

— ¿Y eso ocurre en medios que no son de la corriente principal?

— Claro, puedes buscar otras fuentes, pero tienes que ir a un canal por cable que sale en el número 248 y a las 11 de la noche, y haciendo zapping te dormiste antes de llegar a verlo. Y la opinión pública la manejan cuatro o cinco medios, sea en televisión o en prensa. El ciudadano estadounidense no es un ciudadano informado y en muchos sentidos, lo que no le influye o le amenaza directamente, no le interesa.

— Hay varias elecciones presidenciales previstas para el siguiente año y medio, ¿va a variar el tablero político regional?

— Yo creo que no. En la base está la base del sentido común. Si estudias lo que ha pasado en esta región desde el siglo pasado, te das cuenta de que los programas sociales fueron postergados por programas económicos de depredación. La clave está en la educación. Se está invirtiendo mucho en esto, porque hay que luchar contra la deserción escolar y los bajos niveles de preparación académica.

Un académico ecuatoriano dijo que el desafío es “pasar de la manufactura a la mentefactura”. América Latina viene a la saga porque le falta desarrollar sus propios recursos a fin de tener fuentes de conocimiento.

Estos gobiernos progresistas están invirtiendo en educación y los pueblos valoran eso. A los que no les interesa tener una ciudadanía educada, siguen tratando de poner el palo en la rueda. Yo creo que los movimientos progresistas van a continuar, pero también creo que los intentos de venderle a la gente que la economía de mercado es la panacea, se van a mantener. Pero cuando la gente empieza a ver que su vida cambia y que sus hijos tienen futuro, no va a querer volver atrás.

— ¿Cómo ve a Unasur y la Celac?

— Son pasos sumamente importantes, pero que tienen que estar acompañados de eficiencia. Hay muchas cosas sueltas, pero tienen que terminar de consolidarse. Tenemos grandes problemas para integrarnos, estamos en una etapa incipiente todavía. El interés es de algunos países, pero hay intereses de otros países que piensan más en “divide y reinarás”, que piensan que no existe ninguna otra receta mejor que la suya.

Perfil

Nombre: Jorge Gestoso

Nació: 20-03-1952, en Montevideo

Profesión: Periodista

Cargo: Presidente de Gestoso Television News

Carrera

Después de ocupar cargos en  CNN en Español, incluido el de presentador del noticiero central, durante 16 años, en 2004 dejó el canal para formar su productora de contenidos, Gestoso Television News (GTN), que le ha valido reconocimientos y premios.

Es la hipocresía en pleno, ‘haz lo que yo digo, no lo que hago’

— ¿Qué opina de las críticas que señalan que, pese a sus posturas progresistas, algunos gobiernos de la región todavía mantienen como punto de partida de sus gestiones y de sus opciones de desarrollo, al extractivismo?

— De parte de los observadores externos hay mucho bla bla, pero también una hipocresía institucionalizada. Su discurso es “haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”. Estados Unidos es responsable de entre el 20 y el 30% de la contaminación del planeta, pero cuando en el Congreso sale el tema de regular las emisiones de gases de efecto invernadero, lo primero que dicen —especialmente los republicanos, que están al servicio de las corporaciones que contaminan— es “no toquemos nada; eventualmente, cuando esa maquinaria sea reemplazada, veremos si la hacemos más limpia”.

Las acusaciones vienen de gente que no tiene autoridad moral. Los depredadores de la naturaleza, los contaminadores del medio ambiente, los que niegan realidades evidentes como el calentamiento global, como los partidarios de la extrema derecha.

Es la hipocresía en pleno. “Haz lo que yo digo, pero no lo que yo hago”, y no cuestiones el pasado. Es decir, no preguntes dónde estaba Bolivia antes de Evo. La película empieza el día en que él subió al poder.

¿Qué hizo Gonzalo Sánchez de Lozada con sus minas? Eso no existe. Lo que se pretende es que el público sólo vea el cuadro conveniente de la película, para dejarlo mal parado a Evo. Yo no tendría ningún problema filosófico en poner bajo el microscopio a Evo, pero establezcamos las reglas para todos por igual. Pongamos en el microscopio a Sánchez de Lozada y a tanta gente que terminó en Washington o en Miami.

De Ecuador salieron unos señores de apellido Isaías, relacionados con la quiebra del Filanbank, que dejó un agujero de 600 millones de dólares. Ellos viven muy bien en Miami y ahora están relacionados con el lanzamiento de CNN Latino. A esos señores nadie los pasa por el microscopio. Se lo hace con Correa, para ver si dijo o no dijo, si hizo o dejó de hacer.

Entonces, no hay argumento para la crítica por el uso de los recursos naturales, porque el primer mundo extrae sus recursos, y los extrae de otros países, para beneficio de su población, sin que le importe nada. Definitivamente, más que responder a la acusación, el tema es que el acusador no tiene la autoridad moral para hacer la acusación.

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García pide rectificación a un diario sobre GLP

En la misma comunicación, la vicepresidencia solicita que Página 7 haga una rectificación de su información.

/ 14 de julio de 2013 / 04:00

En nota de prensa enviada a varios medios de comunicación, la Vicepresidencia del Estado expresó su reclamo por el titular publicado por el diario Página 7 en su edición de ayer, referido a que “YPFB importa gas licuado pese a que ya lo exporta a Paraguay”.

La nota en cuestión cita al Vicepresidente como fuente, pero su oficina de prensa manifiesta que García no dijo a ese diario que Bolivia exporta Gas Licuado de Petróleo (GLP) a Paraguay. “El Vicepresidente mencionó Uruguay y hasta China, en ningún momento dijo Paraguay”, sostiene la nota que fue divulgada ayer.

En la misma comunicación, la vicepresidencia solicita que Página 7 haga una rectificación de su información.

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Compartimos las metas del Gobierno en la lucha contra la pobreza en el país

Morten Elkjaer. A punto de concluir su gestión en la legación diplomática de Dinamarca, el embajador explica los enfoques y los resultados de   la cooperación danesa en Bolivia. Fortalecimiento institucional y mecanismos de desarrollo para el agro son componentes de una relación franca y de objetivos en común. Elkjaer ve la conflictividad como una señal de que en Bolivia la democracia está viva.

/ 7 de julio de 2013 / 04:00

— En Sudamérica, Bolivia es el único país que recibe cooperación danesa. ¿Cuál es el enfoque de esa presencia?

— Entre los países socios de Dinamarca, Bolivia es el que tiene el ingreso per cápita más alto, pero creemos que aún hay cosas que hacer con Bolivia.
Aquí hay un proceso de cambio institucional, hay desafíos en el desarrollo de capacidades de las instituciones, las personas y leyes… Desarrollar mecanismos para llevar las políticas del Gobierno al campo, gastar bien los recursos en educación, salud, sector productivo, medioambiente, ahora que existe gran cantidad de recursos en las cuentas públicas.

El aporte en términos de recursos va a bajar en los próximos años. Tenemos de Bs 700 millones para ese periodo, algo menos que en los cinco años anteriores.

Entonces, es importante el fortalecimiento institucional, el apoyo a esas reformas, que son difíciles de realizar porque involucran a instituciones fuertes. Cambiar esas estructuras es una decisión difícil, pero necesaria.

— La cooperación viene entonces con un enfoque de apuntalar mecanismos, ya no tanto de transferencia económica…

— No se puede decir que no hay necesidades económicas, vamos a seguir invirtiendo en el tema agropecuario, con el Ministerio de Desarrollo Plural, para dar asistencia técnica a campesinos.

Pero es importante que el Gobierno y las gobernaciones apoyen los mecanismos que ya existen para ayudar a los campesinos.
Así facilitamos una inversión mayor que el monto de nuestros fondos en zonas de Potosí, Chuquisaca, Oruro y La Paz.

— ¿Cuál es su impresión sobre las transformaciones sociales e institucionales en el país?

— La sociedad boliviana ha tenido muchas desigualdades. Hoy hay cambios estructurales: sectores de esta sociedad que antes no tenían acceso a servicios, ahora los tienen, y eso crece en mayor proporción que en la élite económica.

El que los movimientos sociales exijan algo del Gobierno, es muestra de una sociedad civil fuerte, lo que es bueno para la democracia, muestra que está viva.

El país crece a un ritmo del 5% en los últimos años. Es un buen crecimiento que podría ser mejor,  hay una oportunidad para crecer más con mayor inversión privada, como ocurre en otras naciones.

Se debe dar una mayor seguridad jurídica a los inversionistas nacionales y a los extranjeros.

El Gobierno tiene una política económica muy estable, no gasta más de lo que ingresa. Es un cambio con respecto a los anteriores, que tiene que ver con el auge de los precios internacionales de las materias primas, pero también con las políticas que implementa.

— ¿Cómo ha sido su relación con el Estado boliviano?

— Tenemos buenas relaciones con el Gobierno, hablamos francamente de todos los asuntos que vemos necesario tratar.
Compartimos los objetivos del Gobierno sobre la lucha contra la pobreza, la formación de derechos humanos para todos. Estamos también preocupados con los desafíos de la Justicia, pero vemos la importancia de apoyarla de manera constructiva y bajo la relación que tenemos con el Ejecutivo y las instituciones.

La visión del Ministerio de Exteriores de Dinamarca es tratar con una sociedad civil plural y un sistema político plural en el que haya diferentes oportunidades.

— Dinamarca es uno de los pocos países que cumple con el compromiso internacional de asignar más del 0,7% de su PIB a la cooperación externa, ¿cuáles son las razones de esta política de Estado solidaria?

— Dinamarca siempre ha estado pendiente del mundo. Nos importa que las relaciones entre naciones se rijan por normas y convenios. Además, hemos desarrollado una sociedad bastante igualitaria. Esas son las principales razones para que tengamos un compromiso de cooperación.

Cuando entré a trabajar en la cooperación danesa, en 1986, ya estaba en pie este porcentaje del 0,7% del PIB para ayuda externa. Hasta el año 2000 mantuvimos un nivel del 1% y hoy estamos en 0,8%. Nuestra política de cooperación ha sido aprobada por todos los partidos, somos una sociedad con mucho consenso.

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