Una de las ventajas de la jubilación es tener tiempo disponible, circunstancia que creo sería una pesada carga si no se lo empleara en alguna actividad gratificante. Aprovechando esto, hace algún tiempo comencé a escribir sobre el origen de las capitales departamentales, una tarea que suponía no iba a requerir tanta investigación y análisis. La cantidad de información existente es enorme, pero dispersa, y requiere paciencia para interpretarla. En ese proceso llegué a un momento de saturación que me llevó a detenerme, ya que por experiencia aprendí que al llegar a este límite, lo mejor es cambiar de tema para refrescar la mente.

Así que busqué un tema alternativo para ocupar mis horas libres. Cuando estudiaba Potosí, encontré una pintura que creo sintetiza la grandeza de esta ciudad. El cuadro Entrada triunfal el 25 de abril de 1716 del nuevo Virrey del Perú, Diego Morcillo Rubio de Auñón, arzobispo de Charcas, en la importante ciudad minera Villa Imperial de Potosí, en su trayecto desde La Plata a la Ciudad de los Reyes para tomar posesión de su alto cargo es autoría de Melchor Pérez Holguín. Este cuadro magistral, que debería estar en la Villa, se encuentra en el Museo de América en Madrid, mostrando la relación asimétrica entre la colonia y la metrópoli. La obra representa un acto cívico de gran importancia para el futuro de la ciudad. Contiene referencias arquitectónicas y urbanas y, sobre todo un fantástico trasfondo político, lleno de intrigas, ambiciones, intereses, jerarquías y fracasos que describen a la sociedad colonial de entonces. Su análisis permitió descubrir mensajes que no se aprecian a primera vista, tanto en la composición del cuadro como en la representación de los personajes que participaron en el evento. Dos visitas a Potosí permitieron verificar en el sitio el recorrido de la Entrada Triunfal y recrear imaginariamente aquella magnífica tarde de 1716.

La portada, diseñada por mi talentosa sobrina Andrea Cuadros, está dominada por el color rojo, significando quizá el subyacente sufrimiento y sangre indígena que construyó la riqueza de la Villa y del imperio. Fue inspirada en una de las primeras imágenes de la ciudad y contiene también una interpretación suya del rostro de Pérez Holguín. Carlos Villagómez tuvo la gentileza de escribir la presentación del texto.

Concluido el trabajo, busqué la manera de financiar su publicación. Comencé con la Gobernación y el Gobierno Municipal de Potosí, como se puede suponer el interés fue nulo. Seguidamente, ingenuo de mí, acudí a la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia, pensando que este trabajo podría ser de importancia para conocer la cultura e historia nacional. Después de un intercambio de correos y envío repetido del contenido para su evaluación —sin resultados— llegué a la conclusión de que a esa institución no le interesa nada que se refiera a la colonia ni a la república, es más, estos períodos son condenados por principio y proponen que en cambio se promueva exclusivamente la cultura indígena para desarrollar un supuesto pensamiento anticolonial y construir una nueva narrativa. Afirman que hay que borrar la memoria del pasado, niegan que los períodos anteriores tuvieron luces, a pesar de sus sombras y, rechazan los hechos que constituyen nuestro ser nacional. Sus conceptos son absurdos y aunque no son dignos de mención, vale la pena exponer el mundo restringido en el que viven. Luego intenté que una universidad privada respaldara la edición, pero su burocracia frustró esa posibilidad.

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Por suerte, un financiador se arriesgó a respaldar la impresión. Con este aval contacté a José Antonio Quiroga, gerente de Plural Editores, quien mostró gran interés en publicar el libro. Le envié el texto, lo revisó e hizo valiosas observaciones referidas a la calidad de las imágenes. Expliqué que las obtuve de las publicaciones del Museo de América y que eran las únicas disponibles. Pero Quiroga, exigente y terco, insistió en que las imágenes tenían que ser de gran nitidez, pidió que no limitáramos esfuerzos ni tiempo para alcanzar un alto nivel de reproducción. Es más, asumió el desafío de contactarse con un amigo suyo en Madrid y finalmente con el mismo Museo de América para obtener la imagen óptima del cuadro. Su persistencia y tenacidad alcanzó la respuesta buscada. La calidad de las imágenes obtenida es extraordinaria y representan con gran nitidez la Ilustre Marcha realizada hace más de tres siglos en la Villa Imperial.

Después de un año de elaboración y más de seis meses de gestiones para su financiamiento y edición, el libro acaba de publicarse. Esta circunstancia me ha permitido reconocer en José Antonio a una persona comprometida, que destaca por su desempeño profesional, factor que ha llevado a Plural Editores alcanzar el reconocido prestigio que tiene en el campo editorial.

Al concluir esta labor, reflexiono sobre los motivos que nos impulsan a empeñarnos en trabajos parecidos. Desde cumplir con alegría las normales labores cotidianas, diseñar un proyecto de pequeña escala como un atril para un libro hermoso, escribir, o iniciar cualquier tema sin saber si habrá un resultado o imaginar cómo y dónde terminará esa intención.

Supongo que es la naturaleza humana. Quizá las razones que nos empujan a emprender esas tareas son el afecto al entorno que nos rodea, la curiosidad y la búsqueda de respuestas, la necesidad de imaginar y crear fantasías, buscar la belleza, o simplemente dar sentido a nuestra existencia.

Como pasa con todos nosotros, pienso en otros proyectos, en otros logros; es una lucha con el tiempo y en debate permanente e infinito con uno mismo. A pesar de las dificultades y obstáculos, el esfuerzo y el trabajo dan satisfacciones. Es bueno estar aquí y recorrer este camino.

Plural Editores publica el libro del arquitecto urbanista Álvaro Cuadros B.
Plural Editores publica el libro del arquitecto urbanista Álvaro Cuadros B.

Las proyecciones de un lienzo

En su último libro el arquitecto urbanista Álvaro Cuadros nos presenta una descripción social y urbana a partir de un estudio del lienzo Entrada del virrey arzobispo Morcillo a Potosí del año 1716 de Melchor Pérez Holguín; una imponente obra del gran artista de la Audiencia de Charcas del siglo XVIII, de dimensiones considerables —2.40 x 5.70 metros—, donde se desarrollan diversas escenas de época.

El recurso de construir la historia a través de una obra de arte es un género medianamente conocido en la historiografía local. La diferencia del presente trabajo con otros símiles es que logra un entramado conceptual que permite a Cuadros una reconstrucción de la ciudad de Potosí, cotejando la visión artística de Holguín con el conocimiento histórico y evolutivo del tejido urbano; un atributo del autor que conocemos por su anterior producción bibliográfica. Mediante un recorrido iconográfico del lienzo, el autor nos revela la particular concepción del pintor en la manera de concebir el contexto urbano, inserto en su medio natural —agreste y de una enorme potencia simbólica—, para establecer niveles y estratos de la composición urbana del Potosí de principios del siglo XVIII. Analiza por lo tanto, la trama urbana y la tipología edilicia con las edificaciones más representativas del poder local como también de las viviendas de arquitectura popular, y los elementos efímeros del mobiliario urbano, como son los arcos conmemorativos. Cuadros, también, desgrana a la sociedad marchante en ese importante desfile cívico, y describe a los grupos expectantes de esa procesión urbana plena de atributos propios de la pomposidad colonial.

En la lectura del enorme lienzo —en su artisticidad, para ser más específicos— el autor se centra en la espacialidad urbana y natural donde se desarrolla esa acción social, una acción estratificada y organizada de acuerdo al momento histórico con clases o castas de época; es decir, un esfuerzo intelectual por relacionar el contexto social con su medio cultural y natural. En esa aproximación histórico-temporal se insinúan la organización política, la social, la económica y los aspectos culturales preponderantes en el siglo en cuestión. En suma, se analiza el lienzo de Holguín como un signo no lingüístico (escarbado en textos históricos), sino más bien, en su lenguaje artístico. En esa línea, la revisión de los recuadros permite la reconstrucción del espacio urbano y sus prácticas sociales con el desarrollo libre de ejes estructurantes y áreas focales de esos fragmentos. De igual manera, se interpreta la iconografía de las pinturas alegóricas con temas de la mitología griega que insinúan sincretismos religiosos.

Es un trabajo de aproximación a lo urbano desde la artisticidad de un lienzo; Cuadros revisa muy particularmente la forma de la expresión como la substancia del contenido. Una revisión social y urbana que interpreta una interpretación, ya que la obra de Pérez Holguín analizada tiene varios puntos ficcionales, tanto en lo urbano como en lo geográfico, que Cuadros puntualiza.

Carlos Villagómez P.

Texto: Álvaro Cuadros B.

Fotos: Plural editores y wikipedia