La pandemia por el COVID-19 y el problema de la deuda externa
Por el déficit, tarde o temprano, Bolivia deberá renegociar con sus acreedores
Debido a la crisis, los países de la región deben estimular el crecimiento económico o renegociar su deuda externa ante el riesgo de un “default”. Bolivia no es la excepción y en una eventualidad puede aplicar la “Cláusula de Acción Colectiva”.
Como consecuencia de la pandemia del COVID-19, naciones como Bolivia enfrentan el déficit fiscal que resta capacidad de generación de ingresos a los gobiernos para hacer frente a la crisis económica y la reactivación.
Por ello, extreman esfuerzos para obtener financiamiento para resistirla emergencia sanitaria, salvar empleos y reactivar el crecimiento. El menú es corto, las opciones van desde recorte de gastos no esenciales hasta el endeudamiento.
En el caso de la deuda por la pandemia, ésta puede restar margen para contraer recursos externos destinados al desarrollo.
“Yo creo que eso va a ocurrir, el endeudamiento se va a convertir en un problema, aunque esto implique que entremos en ‘default’. Va a ser una carga muy pesada para estas economías, que van a encontrar que el precio de sus bienes de exportación van a estar a niveles bajos o por lo menos por debajo de los máximos históricos que tuvimos hace una década”, afirmó el economista uruguayo y consultor internacional Carlos Steneri.
El exdirector de la Unidad de Gestión de Deuda del Ministerio de Economía y Finanzas del Uruguay, en el webinar: “Deuda externa en tiempos de pandemia: desafíos y propuestas de alternativas”, recordó que en la década de los años ochenta “el peso de la deuda era un freno al crecimiento”, entonces surgió el Plan Brady para reestructurar la deuda contraída por los países en desarrollo con bancos comerciales, debido a la crisis de la deuda latinoamericana.
Por tanto, no descartó que los organismos de financiamiento internacional apliquen otro mecanismo para resolver el problema del incremento del endeudamiento para enfrentarla crisis global.
No obstante, expresó su preocupación debido a que el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial y otros organismos no tendrían capacidad financiera para atender requerimientos a nivel global.
“Yo creo que no, estoy convencido que no. Ya no tenían capacidad para financiar —a mi entender— dificultades globales o regionales pre pandemia”, dijo en la conferencia en línea organizada por el Posgrado Ciencias del Desarrollo de la Universidad Mayor de San Andrés (CIDES-UMSA).
Citó como ejemplo que la crisis de la deuda soberana en Grecia (conocida como la depresión griega en 2009) fue resuelta por la Unión Europea, mientras que “el FMI tuvo un papel marginal” tanto en el aporte de recursos como la asistencia técnica para hacer el diseño de la propuesta de reestructuración. “Si uno mira el capital del FMI frente a las necesidades de los países emergentes, vemos que no es factible”.
CONFLICTOS
¿Qué pasa si un país como Bolivia con crisis económica y conflictos políticos sociales internos, en una eventualidad opta por renegociar su deuda soberana con sus acreedores? Según Steneri, la deuda externa del país como de la mayoría de las naciones del mundo fue emitida en los mercados globales y tiene incluidas Cláusulas de Acción Colectiva (CAC), que establecen condiciones para la reestructuración de endeudamiento (representación, ámbito de negociación, formas de pago, plazos, tasas de interés, etc.).
“En el evento que fuera necesario reestructurar la deuda de Bolivia están las cláusulas legales (CAC), que lo posibilitan, después cuál es el ciclo político o económico del país, a los acreedores les importa poco, lo que ellos quieren es cobrar”, respondió a La Razón.
Citó como ejemplo que en la pasada década, Irak en medio de un conflicto logró reestructurar su deuda. “Por tanto, eso no es una restricción, obviamente las turbulencias políticas tienen más impacto en el desempeño del crecimiento porque el nivel de la economía no puede desarrollar todo su potencial porque encuentra actores que están tensionados o distraídos en otro tipo de pugnas”, dijo el experto uruguayo.
Al respecto, el analista boliviano Jimmy Osorio comentó a este medio que la crisis económica, a la fecha, a nivel macro pero sobre todo en lo micro, se está agravando producto de la pandemia mundial y que frente a ello “el Estado sigue apostando a la captación de deuda externa para sobrellevar políticas económicas, no necesariamente con cargo a inversión, sino más que todo van del lado de programas de salud (insumos y programas) y asistencialismo”.
Siguió explicando que un principio básico del manejo de la deuda pública, es que ésta —preferentemente— vaya a cubrir gastos de inversión con retorno de utilidades. Sin embargo, la deuda adquirida por el anterior gobierno “no necesariamente ha tenido como destino la inversión productiva, sino que ha financiado parte del gasto corriente”, explicó Osorio.
“Para nadie es desconocido que los ingresos nacionales han ido disminuyendo drásticamente, lo que podría dar a entender que el servicio de la deuda pública (pago) se vea comprometida de cierta forma, pero, hay mecanismos que permiten que se pueda controlar la administración de la deuda y no entrar en escenarios de incumplimiento de compromisos o, peor aún, en una especie de ‘default’; para ello el Gobierno puede reprogramar sus créditos o invocar a la Cláusula de Acción Colectiva”, indicó el analista.
En el Decimotercer Encuentro de Economistas de Bolivia, efectuado entre el 13 y 14 de agosto, el presidente interino del Banco Central de Bolivia (BCB), Guillermo Aponte Reyes Ortiz, expuso que la deuda externa boliviana a julio de esta gestión asciende a $us 11.300 millones, equivalente a un 28,4% con respecto al Producto Interno Bruto (PIB).
Para Jimmy Osorio la deuda externa del país es “relativamente elevada” con respecto a la proyección del PIB, por tanto se deberá esperar a que las actividades se vayan normalizando, sobre todo en lo referente al sector primario y productivo exportador.
“Es necesario que el gobierno de turno o quien entre a administrar la cosa pública, en lugar de estar echando mano a más deuda pública, pueda asumir con responsabilidad la contracción del aparato público y al fomento del sector productivo, puesto que se ha demostrado que cuando la participación del Estado es muy grande en un país pobre como el nuestro, las eventualidades externas golpean más fuerte a la economía del conjunto de los bolivianos”, concluyó el economista.
BCB: Se puede contraer más deuda
En los últimos 15 años, la deuda externa pública de Bolivia se incrementó en 128%, es decir, de $us 4.947 millones en 2005 subió a $us 11.300 millones a julio de este año, valor sostenible con espacio para un endeudamiento responsable, según el BCB.
De igual manera, las Reservas Internacionales Netas (RIN), que son utilizadas para cumplir compromisos internacionales (amortización de deuda externa y pago de intereses), también sufrieron una reducción de $us 15.123 millones en 2014 a $us 6.608 millones a julio de 2020 más alta que las RIN, con relación al PIB equivale un 28,4% mientras de las reservas 16,6%.
En el Informe de Política Monetaria con datos a junio de 2020, presentado por el BCB el pasado viernes, se indica que a pesar del adverso contexto externo, en el primer semestre las RIN se mantuvieron estables.
Agrega que los desembolsos netos de deuda externa al sector público en el primer semestre fueron menores que en 2019. “De acuerdo a criterios internacionalmente aceptados, el saldo de la deuda externa pública del país es sostenible en términos de solvencia y liquidez”.
A junio de 2020, el ratio de la deuda externa pública como porcentaje del PIB representó 28,4%, por debajo de los umbrales de carga de deuda referenciales que recomiendan el Banco Mundial y el FMI (40% del PIB).
El ratio de la deuda pública externa con relación a las exportaciones de bienes y servicios alcanzó a 139,1%, por debajo del umbral de 180%. Igualmente, el indicador de liquidez que relaciona el servicio de la deuda respecto del valor de las exportaciones alcanzó a 10,1%, por debajo del umbral referencial (15%).