Fragmentación y realineamiento del comercio mundial
Horst Grebe: Abordó cómo afectan los conflictos en Oriente Medio, en Europa Oriental y en Ucrania al comercio mundial y a las cadenas de suministro. Señaló, además, la incidencia que tienen estos fenómenos en la inflación global.
ENTREVISTA
El mundo transita del momento unipolar a un nuevo orden de relaciones, todavía en proceso de conformación. Las guerras en Ucrania y Oriente Medio son el signo de estos cambios y se constituyen en nodos donde se condensan y aceleran las transformaciones. Conversamos al respecto con el economista Horst Grebe, un intelectual riguroso y agudo observador de estos procesos.
—¿Cómo están afectando los conflictos en Oriente Medio y en Europa Oriental al comercio mundial y a las cadenas de suministro?
—Los conflictos bélicos en el Este de Europa y en el Oriente Medio amplifican las tensiones geopolíticas, la fragmentación geoeconómica y las pugnas hegemónicas, aumentando las migraciones y la consiguiente inestabilidad internacional. Desde antes de la pandemia del COVID, el sistema de relaciones internacionales fue sometido a una serie de transformaciones originadas en las dimensiones geopolíticas, climáticas y comerciales, que corresponden a una época de reacomodos en gran escala del sistema institucional, con una fractura del multilateralismo y el establecimiento en cambio de agrupamientos de países que desafían al orden internacional previo. Se suman a esos cambios de fondo riesgos tales como la inflación internacional; las repercusiones del alza en las tasas de interés; un crecimiento menor de China, así como la fragmentación del comercio en bloques preferenciales, y el aumento de los desastres naturales vinculados con el calentamiento global. Más allá de las pérdidas humanas y los destrozos materiales, los conflictos bélicos ya han traído consigo aumentos de los precios de la energía y otras materias primas, lo que incide en una creciente inseguridad alimentaria mundial. La inestabilidad de los flujos comerciales derivados de los conflictos internacionales estimula por cierto también la relocalización de las cadenas de valor, practicada en particular por parte de los Estados Unidos. En efecto, la nueva política industrial de ese país tiene un marcado acento proteccionista que incluye grandes subvenciones a las empresas que inviertan en el territorio estadounidense o en uno de sus vecinos. En menor escala también los países europeos buscan asegurar el abastecimiento de insumos críticos para sus industrias mediante la atracción de inversiones. Un escalamiento del conflicto en el Medio Oriente ampliaría probablemente las perturbaciones en los mercados de gas y petróleo, y esto afectaría en mayor medida a los países importadores netos de hidrocarburos, que es la situación en que actualmente se encuentra Bolivia. También podrían darse repercusiones derivadas de una desaceleración de la China más intensa de lo esperado, lo que tendría repercusiones en las exportaciones de América Latina hacia ese país. Por último, los conflictos en Oriente Medio y Europa Oriental están afectando al comercio mundial y a las cadenas de suministro debido, entre otros aspectos, a la interrupción de algunas rutas marítimas de gran importancia. Tal es el caso de la inseguridad creciente en la ruta por el Mar Rojo hacia el Canal de Suez. La opción de cambiar las rutas de la navegación bordeando el sur de África incrementa enormemente el costo de los fletes y de los seguros.
—¿Cómo está afectando el conflicto en Ucrania a las redes mundiales de suministro de combustibles?
—La guerra en Ucrania ha ocasionado desde su inicio la interrupción del suministro de gas natural ruso a Europa, lo que ha llevado a países como Alemania a una mayor dependencia de otras fuentes de energía, como el gas natural licuado (GNL), para lo cual se han creado puertos especializados para la recepción del GNL proveniente de los países árabes en el Mar del Norte. Las sanciones económicas impuestas a Rusia por parte de Estados Unidos y de los países de la OTAN han ocasionado el desvío del petróleo ruso hacia la China a precios más baratos, pero así también a países como India, que lo revende luego a países europeos que no disponen de fuentes propias de generación de energía. En el caso de Alemania ha ocurrido un gran encarecimiento de la energía con impactos sobre los costos de las empresas industriales y de los hogares. Francia, en cambio, produce suficiente energía nuclear propia, lo que la coloca en una situación de menor dependencia comparativa del abastecimiento externo. Como se ha podido notar en la reciente COP28 llevada a cabo en Dubái, los países árabes exportadores de petróleo han fortalecido su capacidad negociadora en los mercados de la energía, condicionando además que la transición a fuentes renovables de energía ocurra de manera más pausada de lo previsto.
—¿Qué incidencia están teniendo estos fenómenos en la inflación global, que los principales bancos centrales del mundo vienen intentando calmar mediante un importante endurecimiento monetario?
—La invasión de Rusia a Ucrania en 2022 trajo consigo la interrupción del abastecimiento de alimentos y fertilizantes a países de Europa y el Norte de África. Ocurrió entonces un encarecimiento súbito de los precios de la energía, de los fertilizantes y de los alimentos, lo que alentó un aumento significativo de la inflación a nivel global. Para combatir este aumento inesperado de la inflación, los principales bancos centrales del mundo (la FED de Estados Unidos y el Banco Central Europeo) aplicaron la clásica medida de elevar las tasas referenciales de interés con miras a reducir la demanda de bienes y servicios mediante la reducción del crecimiento económico. Es preciso recordar que las tasas de interés estuvieron en niveles muy bajos a partir de la pandemia del COVID. Desde un nivel cercano a cero las tasas de interés han ido aumentando en el curso de los últimos dos años hasta arriba del 5%. Los efectos de dichos aumentos han sido sumamente diferenciados según las condiciones económicas y financieras de las diferentes economías del mundo. En términos generales, según la receta neoclásica, el endurecimiento monetario busca frenar el crecimiento de la demanda agregada, y admite el aumento del desempleo como una consecuencia inevitable del combate a la inflación. Ocurre, sin embargo, que la recesión inducida que pronosticaban muchos analistas no ha ocurrido hasta ahora en los Estados Unidos. Lo que pueda ocurrir en ese país en el futuro dependerá de los resultados de las elecciones en noviembre donde competirán Joe Biden y Donald Trump. Otras economías desarrolladas han resentido por su parte los nuevos costos del financiamiento en magnitudes diversas según sus estructuras productivas y financieras.
—Si bien estos fenómenos se dan prácticamente al otro lado del mundo, ¿cómo afectan a la región sudamericana y específicamente a Bolivia?
—De acuerdo con la información de los organismos especializados, los precios de la energía y de los productos primarios se han reducido levemente a partir de la segunda mitad de 2022. Las variaciones que se anticipan para 2024 son de poca magnitud, aunque los precios del petróleo podrían aumentar de acuerdo con la evolución de los conflictos en el Medio Oriente. De igual manera, los minerales registrarían precios más bajos en 2024, lo cual podría adquirir mayores proporciones si se profundiza la desaceleración económica de la China. Por ese mismo motivo, también se pronostica una disminución de los precios internacionales de los productos agropecuarios en este año, lo que afectaría a las exportaciones de soya y carne desde Bolivia. El alza de las tasas de interés trae ciertamente consigo el encarecimiento de las principales importaciones de Bolivia, aunque el mayor impacto en el aumento del costo de las importaciones se deriva de los carburantes. Conviene tener en cuenta, sin embargo, que las tasas de interés no son el único factor que afecta los términos del intercambio. En efecto, otros factores, como la oferta y demanda global, los costos de producción, los aranceles y las barreras comerciales, también pueden influir en los precios de estas mercancías.
—¿Cómo ha venido afectando al país y a la región el endurecimiento monetario de los principales bancos centrales del mundo?
—El alza de las tasas de interés en los países centrales ha tenido un efecto importante en la situación financiera de los países latinoamericanos, puesto que se han encarecido severamente los costos de la refinanciación de la deuda externa, así como también el costo del nuevo financiamiento para proyectos de desarrollo. La magnitud de dichos impactos depende por supuesto de las respectivas condiciones económicas y de las políticas instrumentadas en cada país. En el caso de varios países latinoamericanos resulta urgente establecer procedimientos expeditos para administrar la renegociación de la deuda externa, y a tales efectos sería deseable la adopción de una capacidad regional de respuesta mediante acuerdos especiales entre los bancos regionales como el BID, la CAF y el FLAR.
—Según lo que han dicho las autoridades de la Fed estadounidense, es probable que este año comiencen a bajar sus tasas de interés referenciales, aunque lentamente. Paralelamente, el Banco Mundial informó que el relajamiento monetario ya está dándose en algunas economías emergentes. En ese escenario, ¿cómo se perfila 2024 para la región y el específicamente para el país?
—La inflación a nivel mundial se ha moderado, pero los principales bancos centrales aún mantienen políticas monetarias restrictivas, en tanto los niveles de inflación permanecen por encima de la meta establecida del 2%. De acuerdo con las previsiones de los organismos especializados, se espera que la inflación promedio mundial disminuya del 8,7% en 2022 al 6,9% en 2023 y al 5,8% en 2024, lo que aún se ubica por encima del promedio del 3,6% registrado entre 2010 y 2019. El FMI, por su parte, considera que casi tres cuartas partes de las economías del mundo registrarán una menor inflación este año, siendo el ritmo de descenso más rápido en las economías desarrolladas de América del Norte y Europa. Si este año se reducen poco a poco las tasas de interés referenciales en América Latina y Bolivia en particular, podrían reducirse los costos de financiamiento, aunque es necesario tomar en cuenta que Bolivia tiene un elevado riesgo-país que hace inviable colocar bonos en los mercados internacionales de capital.
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—¿Cuáles son los principales desafíos que observa para la economía boliviana en 2024 y qué orientaciones son las recomendables?
—El año 2024 ha empezado con grandes problemas económicos y políticos en Bolivia. El contexto internacional completamente desfavorable agrava la crisis interna que se ha instalado en el país en forma de una crisis de balanza de pagos, que da lugar a la escasez de divisas y trae consigo la necesidad de importar carburantes usando para ello las reservas monetarias, que se han venido reduciendo hasta niveles preocupantes. En ese contexto, es preciso considerar a corto plazo la necesidad de adoptar medidas correctivas en el sistema de precios relativos, evitar el contrabando de carburantes a los países vecinos y racionalizar el gasto fiscal de una manera políticamente viable. En el mediano y largo plazo, en cambio, se requieren transformaciones mayores conducentes a un aumento significativo de la productividad, mediante inversiones de calidad en la infraestructura física, la innovación tecnológica y la reducción de la informalidad. El desafío mayor estriba en la promoción de la inversión privada a partir de acuerdos de ampliación de mercados y construcción de cadenas regionales en la región sudamericana. El país cuenta con interesantes perspectivas en los rubros de la minería, la agroindustria, el turismo y los servicios tecnológicos. El futuro de la producción de hidrocarburos es incierto puesto que se requieren enormes inversiones en la exploración de nuevos campos. Entre muchos otros esfuerzos hay que mencionar el fortalecimiento de la educación en todos sus aspectos.
—¿Qué sectores se estima que podrán prosperar y cuáles verse limitados?
—El problema económico primordial de Bolivia consiste en la continuada vigencia de una matriz primario-exportadora con baja productividad y altamente vulnerable a las oscilaciones de los términos del intercambio. El auge externo de 2004 a 2015 aproximadamente no fue aprovechado para cambiar de una política económica que captura el excedente originado en las exportaciones primarias hacia una política económica que produce excedente a partir de incrementos sostenidos de productividad. A mediano plazo existen perspectivas favorables provenientes de la transición energética global hacia fuentes renovables de energía. Mediante políticas e inversiones adecuadas, Bolivia puede aprovechar con ventaja en un futuro próximo la existencia de ciertos minerales tecnológicos, así como también de minerales industriales. El avance en la agregación de valor a dichos recursos va depender en gran medida de la pertinencia de las estrategias respectivas de industrialización y de la incorporación a cadenas regionales de suministros, mediante acuerdos específicos con países como Brasil en América del Sur. También Bolivia puede aprovechar en el futuro la expansión de la demanda global de alimentos, proveniente de la urbanización continuada en los países de Asia. En tal caso, la expansión de la frontera agrícola tendría que evitar el uso depredador de los suelos y promover un tipo de agricultura sostenible en rubros como la soya y la quinua.
Perfil
Nombre: Horst Grebe
Profesión: Economista
Cargo: Presidente de Prismabol 4.0
Trayectoria
Economista con maestría y doctorado en Economía en la Universidad Bruno Leuschner de la República Democrática Alemana. Fue coordinador académico de la FLACSO-Bolivia. Actualmente, es presidente del Instituto Prisma y de Prismabol 4.0.
Horst Grebe: El economista y académico boliviano habló sobre las consecuencias económicas a nivel mundial a causa de las guerras en Ucrania y Oriente Medio. Abordó cómo afectan los conflictos en Oriente Medio, en Europa Oriental y en Ucrania al comercio mundial y a las cadenas de suministro. Señaló, además, la incidencia que tienen estos fenómenos en la inflación global. Enfatizó, asimismo, cómo estos fenómenos afectan a la región sudamericana y específicamente a Bolivia. Mencionó también cómo afecta al país y a la región el endurecimiento monetario de los principales bancos centrales del mundo. Asimismo, subrayó cómo se perfila 2024 para la región y el país. Finalmente, apuntó los principales desafíos que observa para la economía boliviana en 2024 y qué orientaciones son las recomendables.