Jonasson: Todo iría mejor si religión y política se afrontaran con humor
"Sería buena idea sentar en una mesa de Ikea a Netanyahu y Abbas y regarlos con unas dosis de autocrítica y de humor; en unas horas saldrían de allí con una solución a un conflicto que se arrastra desde 3.000 años", pronostica.
El escritor sueco Jonas Jonasson, que debutó en 2009 con «El abuelo que saltó por la ventana y se largó», considera que «todo iría mejor si religión y política se afrontaran con humor».
El humor ácido, sarcástico y surrealista es una constante en la obra de Jonasson, que mañana presentará en Barcelona (noreste de España) la edición en español de su tercera novela, «El matón que soñaba con un lugar en el paraíso».
En una entrevista con Efe, Jonasson explica que «si hubiera más sentido del humor» en temas religiosos y políticos «todo iría mejor» y sólo sería necesario que «los líderes políticos tomaran más distancia de sí mismos».
«Sería buena idea sentar en una mesa de Ikea a Netanyahu y Abbas y regarlos con unas dosis de autocrítica y de humor; en unas horas saldrían de allí con una solución a un conflicto que se arrastra desde 3.000 años», pronostica.
Al igual que el humor, Jonasson se ha dado cuenta de que sus tres novelas y la que está preparando tienen en común la cuestión del viaje. «Todas hablan de un viaje, mental y físico a la vez, porque la vida es en definitiva un viaje y se puede decir que el que no viaja de alguno de los dos modos, no alcanza una vida plena».
Tomar el viaje mental y físico como referente literario, asegura, «da para escribir cientos de historias».
«El matón que soñaba con un lugar en el paraíso» se centra en un trío de personajes encabezados por Johan ‘Asesino’ Andersson, quien después de cumplir en la cárcel tres largas condenas por homicidio, se gana la vida realizando trabajos de intimidación para los gángsters locales.
Todo cambia cuando conoce a una pastora protestante que no cree en Dios y al apocado recepcionista de un antiguo burdel reconvertido en hotel de una estrella.
Los tres urgen un negocio para salir de la miseria a la que están condenados, pero todo se tuerce cuando Asesino descubre el amor de Jesucristo.
«Cuando abordo el tema de la religión no lo hago como crítica a los creyentes, mi intención no es ofender a los creyentes, e incluso he tenido buena respuesta de ellos, pues tengo respeto por la religión y la fe, pero lo que me chirría es lo que cuenta la Biblia, que muestra a un Dios al que hay que respetar por temor», declara Jonasson, quien se confiesa no creyente y crítico con esa visión distorsionada que ofrece la Biblia de la mujer.
Los negocios surrealistas que urden los protagonista no son más que una excusa que utiliza el autor para «criticar lo fácilmente manipulables que somos todos por los medios de comunicación y las redes sociales».
Se siente orgulloso de ese humor surrealista que se le atribuye, pero agrega que la fuente de ese humor está a su alrededor: «Tengo un vecino que es criador de gallinas profesional, dueño de un circuito de cars, diplomado en economía internacional, hipnotizador médico, profesor de yudo, compositor de música clásica y además dirige un museo en Gotland, la isla sueca en la que vivo».
Jonasson revela que va recogiendo personajes como este vecino y los almacena en su «biblioteca mental» y a la hora de escribir los plasma, pero «en lugar de exagerarlos, los tengo que rebajar para que sean más creíbles para los lectores».
Después de que «El abuelo» se adaptara al cine, Jonasson vendió a Hollywood los derechos de su segunda novela, «La analfabeta que era un genio de los números».
De la película de «El abuelo» se está acabando una segunda parte, que se estrenará a finales de este año en Suecia, en cuyo guion Jonasson ha colaborado y con la que está de acuerdo.
De «El matón que soñaba con un lugar en el paraíso», explica Jonasson, «en un principio se quería hacer una serie, pero se lo están replanteando y a lo mejor acaban haciendo una película, pero como tiene un final abierto, se podrían hacer varias temporadas».
Sobre su nueva novela Jonasson apunta: «Imagínate a una persona que lo ha perdido todo, que se encuentra con otra que tampoco tiene nada. Ninguno de los dos tiene intención de tirarse por un precipicio y ahí arranca la novela, qué pasa cuando ya no puedes caer más bajo».