El desánimo de los refugiados sursudaneses, estancados desde hace 10 años en Sudán
Sudán alberga a 792.000 refugiados sursudaneses, la mitad de los cuales llegaron después de 2013 por el conflicto en Sudán del Sur, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
En 2011, Rosa Ghobrial, una sursudanesa instalada en Sudán desde los años 1980, decidió regresar a su país recién independizado, pero diez años después sigue esperando ser repatriada, atrapada en un campo de refugiados insalubre cerca de Jartum.
Ghobrial, de 71 años, llegó en 1983 a lo que entonces era el norte de Sudán, huyendo de la guerra civil entre Jartum, en la época gobernada por el régimen autocrático de Omar al Bashir, y los rebeldes del sur.
«Estaba registrada para ser repatriada con otros después de la independencia» de Sudán del Sur, contó a la AFP, sentada bajo una carpa en un campo de refugiados al este de la capital sudanesa.
«Pero sigo atrapada aquí desde hace una década sin ver una salida», lamentó la mujer, que sueña con instalarse en su país con su familia y pasar página del conflicto que le costó la vida a millones de personas.
En julio de 2011, Sudán del Sur proclamó su independencia seis años después de la firma de un acuerdo de paz, y se convirtió en el país más joven del mundo.
Los dos Estados habían previsto el retorno de decenas de miles de refugiados instalados en el territorio sudanés pero su repatriacion fue suspendida cuando Sudán del Sur se hundió en una guerra civil en 2013.
Prácticamente sin ayuda
Con ello, miles de familias sursudanesas permanecen en las «zonas abiertas», como se conocen las carpas, a menudo insalubres, que dan un abrigo precario durante las lluvias intensas o el calor sofocante del verano.
En estas «zonas», previstas inicialmente como lugar de tránsito antes de las repatriaciones, los refugiados «no reciben prácticamente nada de ayuda, al contrario de los refugiados en otros campamentos» más formales, dijo Isaac al-Chafie, quien supervisa varios campos al este de la capital.
Sudán alberga a 792.000 refugiados sursudaneses, la mitad de los cuales llegaron después de 2013 por el conflicto en Sudán del Sur, según el Alto Comisionado de la ONU para los Refugiados (ACNUR).
De ellos, los más vulnerables (al menos 37.000 personas) viven en el estado de Jartum, según ACNUR.
En la mayoría de los campos, dependen del apoyo de la población local para tener agua y alimentos, pese a las dificultades económicas que sufren los sudaneses, según Chafie.
Más de dos años después de la caída de Bashir tras meses de protestas populares, Sudán lucha por levantar su exhausta economía, golpeada por la secesión de Sudán del Sur, rico en petróleo, décadas de sanciones estadounidenses y la pandemia del coronavirus.
Destino incierto
Para los refugiados sursudaneses, muchos de los cuales subsisten con pequeños trabajos, la escasez de puestos de empleada doméstica o jornalero es un problema.
«Mi esposo logró encontrar empleo en la agricultura fuera de Jartum. Nos visita solo una vez por mes», contó Christina, de 46 años, radicada en el campamento.
«Si no, no tendríamos nada y no recibimos prácticamente nada de ayuda», agregó esta madre de seis hijos.
Por su parte, Sabina Philippe, madre de nueve hijos, considera inútil buscar trabajo en Sudán.
«Nosotros no pertenecemos aquí», dijo con amargura la mujer, que dejó de buscar empleo años atrás.
Gabriel Khamis, otro refugiado, confirma la dificultad. A su juicio, el problema es que se le presta «muy poca atención» a los sursudaneses.
Aunque las principales partes involucradas en el conflicto en Sudán del Sur alcanzaron un acuerdo de paz en 2018, numerosas regiones continúan azotadas por los conflictos locales, lo que hace impensable el retorno para muchos refugiados.
«Nuestro destino sigue siendo incierto», dijo Khamis.