Tras ingresar a la sala, Holmes abrió dos botes de gas y, aprovechando la confusión y la humareda, descargó varias ráfagas de rifle al techo, a modo de advertencia. Luego se paseó por la sala, desde la pantalla hasta la última fila, disparó a 71 espectadores, y abatió a aquellos que intentaban huir de forma desesperada.

Durante los casi 15 minutos en que Holmes se paseó por la sala, mató a diez personas. A algunas les apuntó con su rifle a la cara. En otros casos, disparó hacia la salida principal, donde se agolpaban algunos espectadores presas del caos y del pánico. Dos de los heridos murieron al ser trasladados al hospital. Cuando la Policía local llegó al lugar de los hechos, Holmes aún seguía apretando el gatillo.

Los agentes trataban de tomar el cine y gritaban a los espectadores que se tumbaran en el suelo, pero el atacante tuvo tiempo para salir al aparcamiento y dirigirse hacia su coche. Allí fue detenido sin oponer resistencia.

La Policía le requisó dos pistolas automáticas Glock, una escopeta Remington y un rifle de asalto AR-15, tres de ellas se encontraban en el coche del sospechoso, la otra fue hallada en la sala del cine. Todas las armas habían sido compradas de manera legal en los pasados meses en las tiendas Bass Pro Shops y Gander Mountain Guns.

Holmes había planificado cuidadosamente su ataque, había comprado su entrada y dejó la puerta trasera del cine abierta para poder entrar por ella más tarde. Murieron 12 personas y otras 59 resultaron heridas de diversa consideración en lo que fue la mayor matanza en Estados Unidos desde 2007. El presidente de Estados Unidos (EEUU), Barack Obama, decretó seis días de duelo nacional por la matanza, según informó la agencia de noticias AFP.

El trágico destino de Jessica

Una de las diez víctimas fatales de James Holmes fue Jessica Redfield (24), una periodista deportiva que ya había sobrevivido en junio a un tiroteo en Toronto (Canadá). Su hermano habló con un amigo de la joven que estaba en el cine y sobrevivió al tiroteo, y describió así el incidente en su blog: “Brent oyó gritar a Jessica y vio que le habían dado en la pierna. Brent le aplicó presión sobre la herida y trató de calmarla. En ese momento dieron a Brent en las piernas. Cuando aún atendía a Jessica, Brent se dio cuenta de que ya no gritaba. Dice que miró a Jessica y vio que tenía un orificio de entrada en la cabeza”.

Un mes antes, en una visita a Toronto, la periodista escapó de un tiroteo que se produjo en una zona de restaurantes del centro comercial de Eaton, justo cinco minutos antes de que un hombre abriera fuego y asesinara a dos personas, informó EFE. Redfield se había mudado recientemente a Denver.