Organizaciones políticas, sociales y estudiantiles protagonizaron ayer en Buenos Aires una manifestación para repudiar y exigir justicia por el asesinato de un joven de 23 años en un conflicto gremial ocurrido el miércoles.

La movilización, que hizo casi intransitable la capital argentina, estuvo secundada por una huelga general convocada por la Central de Trabajadores Argentinos (CTA), la segunda organización sindical del país. Las principales columnas de manifestantes se concentraron en una céntrica esquina de Buenos Aires para marchar hacia la Plaza de Mayo, frente a la sede del Gobierno y donde culminó la protesta.

Miles de personas llegaron a la Casa Rosada desde la periferia de la ciudad, donde cortaron parcialmente algunos puentes de acceso y las vías del ferrocarril.

Mariano Ferreyra, un militante del trotskista Partido Obrero (PO), fue asesinado a balazos en un enfrentamiento entre trabajadores y grupos de choque del sindicato Unión Ferroviaria, que forma parte de la Confederación General del Trabajo (CGT), la mayor central obrera, afín al Ejecutivo.

Los partidos de la oposición y organizaciones estudiantiles y de desempleados han responsabilizado por el asesinato al gobierno de Cristina Fernández. Fernández acusó ayer a «algunos sectores», que no identificó, que «desde hace mucho tiempo buscan un muerto en Argentina».

«Como no lo pueden lograr desde la fuerza de seguridad, aparecen estas bandas», añadió.  «No quiero una sociedad de piedras y palos. Prefiero pagar costos políticos», dijo.