El terremoto desarticuló a los bolivianos en Japón
Algunos ciudadanos bolivianos con residencia en diferentes lugares del Japón esperan en la incertidumbre, otros parten hacia el sur del país y otros emigran
Tras los desastres ocurridos en Japón, los residentes bolivianos no actúan como un cuerpo, sino individualmente. Los más tranquilos optan por esperar, otros por irse al sur, e incluso salir del país, pero cualquier decisión la toman sin contacto con la embajada boliviana que tiene su sede en Tokio.
Boris Herbas, un becario boliviano en Japón, partió hacia la ciudad de Kioto (sur de Japón) tras el incremento de los niveles de radiactividad en la capital.
«He salido de Tokio hoy a Kioto porque la radiación está subiendo. Aunque el Gobierno japonés diga que el nivel de radiactividad es manejable y no es nocivo para la salud, los problemas siguen en las plantas y se ha generado un pánico generalizado. La gente está saliendo en masa de Tokio, tengo amigos bolivianos que ya están en el sur», indicó ayer Herbas a La Razón.
Las dos grandes agrupaciones de residentes bolivianos en Japón mandaron e-mails a todos sus miembros para confirmar si se encontraban a buen recaudo.
«No ha habido problemas hasta ahora, había un profesor boliviano de una universidad de Sendai, la zona más afectada, que me llamaría para que lo ayude cuando llegara a Tokio, pero no llamó y tuve que irme al sur. En cuanto a las provisiones de alimentos, si uno va a un super-mercado tiene una restricción de 10 ítems», afirmó Herbas.
Por el contrario, Francisco Campoy, otro becario, tomó la decisión de esperar una determinación oficial antes de actuar. «Si hubiere una situación más crítica o una instrucción del Gobierno japonés de evacuación, iría hacia Kobe, pero por el momento no. […] En cuanto a otros bolivianos no sé nada», contestó Campoy.
Igualmente, Ernesto Rivera, residente en Tokio, decidió espe-rar. «No he sabido nada de bolivianos afectados, pero hay un grupo de bolivianos que está realmente con mucho miedo y quiere salir como sea de Japón, yo trato de mantener la calma», aseguró Rivera a este medio.
La Cancillería dijo no haber recibido pedidos oficiales de bolivianos que deseen ser evacuados, pero aseguró que los atenderá.
Breves
Evacuación
Según EFE, el Gobierno de Bélgica enviará un avión a Corea del Sur para una eventual evacuación de Japón de sus ciudadanos. AFP afirmó que el Gobierno de Colombia anunció que se enviará un avión para repatriar a sus connacionales.
Pastillas de yodo
(AFP) Las personas que hubiesen sufrido una exposición de radiactividad son tratadas con pastillas de potasio yodado bajo estricto control médico. Esta medicación bloquea la glándula tiroides para que ésta no pueda absorber el yodo radiactivo.
Alerta humanitaria
La Sociedad Europea de Trasplantes de Médula Ósea (EBMT, por sus siglas inglesas) ha pedido a sus miembros que estén alertas para ayudar a posibles víctimas de una exposición a radiactividad en Japón. EFE
Papel de lujo
Katsunori Aonuma, reportero de CNN, dijo que antes del terremoto un paquete de seis rollos de papel de baño costaba $us 2, ahora se estima que el precio de este producto es de $us 13. «El más lujoso que usaré», dijo.
Abuelos con demencia sobreviven al desastre
En las plantas altas de un centro de la tercera edad de Sendai, cubierto de las aguas del tsunami que anegó los bajos, Kaori Ohashi y sus compañeros de trabajo se ocuparon de 200 ancianos enfermos de demencia senil en condiciones calamitosas, sin luz y muertos de miedo por las réplicas del peor sismo registrado en Japón.
El viernes por la tarde, cuando se dirigía al trabajo, Ohashi vio horrorizada olas fangosas cargadas de escombros engullir casas y remover prados.
«Pensé que se me había acabado la vida», declaró a AFP Ohashi, que acaba de pasar dos noches de espanto con sus pacientes. La planta baja se llenó rápidamente de lodo, por lo que los empleados pusieron a los ancianos a cubierto en las partes altas del edificio.
«Durante todo ese tiempo, hemos sentido violentas réplicas. Empezaba a nevar y a anochecer. La electricidad estaba cortada. Parecía una pesadilla», recuerda esta mujer de 39 años.
El domingo llegaron los socorristas y examinaron a los pacientes. Milagrosamente, no había ninguno herido. «Una enfermera vino hacia mí y me dijo: ‘Ha hecho usted un buen trabajo’. Fue en ese momento cuando rompí a llorar», confiesa.
Ahora Ohashi se encuentra con su hijo de 12 años y su hija de dos en un gimnasio de una escuela de Sendai, la capital de la prefectura de Miyagi, con otros 400 evacuados.