Una secta musulmana rusa, cuyos miembros fueron acusados ayer de maltrato infantil, mantuvo durante más de diez años bajo tierra a una quincena de niños en una vivienda de la ciudad rusa de  Kazán.

Algunos apenas habían visto la luz del día y vivían sin contar con los servicios básicos mínimos, incluidos educación y sanidad, en una comunidad que se definió a sí misma como “un Estado con sus propias normas”.

La Policía reveló que los niños fueron localizados en agujeros construidos en ocho niveles subterráneos bajo un inmueble de las afueras de esa ciudad, donde 60 personas vivían de forma permanente y al menos desde hace diez años. Los menores fueron hospitalizados en la región y sus padres en breve perderán su custodia.