El Nobel de Literatura, Mario Vargas Llosa, aseguró ayer en Tokio sentirse «impresionado» por la reacción de los japoneses ante la catástrofe del 11 de marzo y admitió que el «trágico» caso de Fukushima le ha hecho cambiar de idea sobre las centrales nucleares.

En una rueda de prensa ofrecida pocas horas después de aterrizar en la capital nipona, Vargas Llosa dijo que se sentía «convencido» de la seguridad de las plantas atómicas hasta el tsunami que el 11 de marzo desató la peor crisis nuclear en 25 años y demostró que, pese a las precauciones, puede haber «imponderables».

Las centrales nucleares pueden ser «fuentes terribles de sufrimiento para un país», dijo, antes de insistir en que «hay que revisar la idea de que son maneras económicas y seguras de producir la energía que necesitamos».

El escritor peruano, que llegó a Tokio desde Pekín invitado por el Instituto Cervantes, destacó el «sentimiento universal de admiración» por la manera en que el pueblo japonés respondió al terremoto y tsunami del 11 de marzo. Fue «realmente extraordinario» que en los momentos de confusión que siguieron al desastre «no hubiera saqueos», reflexionó.