El Maestro descansa en paz
Un día le pedimos que redactara un detalle de los sitios en que trabajó y de las muchas personas que fueron sus compañeros y sus amigos. “No, por favor —contestó— yo nunca hice eso que llaman currículum, y mi pobre memoria me hará olvidar muchas cosas. Les pido que dejen en paz mi confusa historia”.
“Siempre dije que era un cronista deportivo, aunque la vida y las necesidades me llevaron a hacer otras cosas”, decía Lorenzo Carri. Nacido en Pasteur, un pueblo de la provincia de Buenos Aires (Argentina) el 5 de septiembre de 1933 —aunque en sus documentos figuró el seis y no el cinco como la fecha— se enamoró de la radio y de la prensa escrita en su tierra natal.
Un día, a fines de 1959, dio un golpe de timón en su vida, llegó a Bolivia y se quedó para siempre.
Lorenzo contó alguna vez:
“Gracias a Saúl Abdelnur Sare y a Radio El Cóndor, disfruté de mi primer empleo estable. Gracias a Mario Vargas Rodríguez tuve un lugar para salir adelante, y a “Cucho” le debo haberme quedado en Bolivia”.
Lorenzo Carri, junto con conocidas personalidades, recibió la ciudadanía boliviana mediante una inédita Resolución Suprema del gobierno de Paz Zamora y en un acto especial en Palacio.
Trabajó en muchas radios y también en diarios, hasta que a principios de los setenta recaló en el flamante Hoy Deportivo. Esa tarea de muchos años junto a Miguel Velarde Tapia, del que decía que era su “hermano boliviano”; y largos ciclos de radio en Nueva América, con Raúl Salmón, y en Cristal, junto a Mario Castro, consolidaron su figura, tanto en el ámbito deportivo como en la información general.
Luego vendrían Canal 9, que más tarde fue ATB; Canal 2, Telesistema Boliviano, al lado de Paolo Agazzi, y aunque la televisión le dio la mayor repercusión de su carrera, nunca olvidó la radio.
Hace poco tiempo nos contaba: “Por esas ironías de la vida, salvo mi trabajo de muchos años con Juan Carlos Costas, otro gran compañero, no volví a una emisora y esa fue mi gran tristeza de estos últimos tiempos”.
Carri fue, además, director de La Razón, y los últimos años los dedicó al suplemento Marcas de este medio.
Con su inseparable esposa, Teresa Urriolagoitia, fueron padres de Juan Pablo y Sergio. Carri ya había sido padre, con anterioridad, de Rafael y Daniela.
Un día le pedimos que redactara un detalle de los sitios en que trabajó y de las muchas personas que fueron sus compañeros y sus amigos. “No, por favor —contestó— yo nunca hice eso que llaman currículum, y mi pobre memoria me hará olvidar muchas cosas. Les pido que dejen en paz mi confusa historia”.